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El estocazo de Aznar

Resumen semanal a la política provincial, nacional e internacional con la vista puesta en Cataluña

El estocazo de Aznar EFE/Alberto Martín

Lunes

Ganar perdiendo

A media tarde ya era seguro que algo había fallado. La participación iba a ser mayor de la deseada por los promotores de la quermés y esto sólo podía significar una movilización del voto españolista. A pesar del sistema electoral que premia el voto rural castizo frente al charnego del extrarradio, el independentismo institucional quedaba lejos de la mayoría absoluta de escaños y derrotado inapelablemente en votos. Entonces se activó el «plan B»: prescindir de los resultados. Así, Mas presentó el índice de participación, que había provocado su derrota, como prueba del carácter plebiscitario de las elecciones y Junqueras culminó el absurdo asegurando que Cataluña había elegido ser independiente, aunque incluso los legos en matemáticas sabemos que el 53% de algo es mayor que su 47%. Sin embargo, esta realidad virtual no alcanza para descartar lo obvio: la lista victoriosamente derrotada necesita los votos de los antisistema del CUP, algo así como encomendarse a los hunos de Atila para salvar la civilización. Y, al otro lado de la colina, escaso consuelo puede brindar la quimera de que muchos votos independentistas son provisionales. Segundos fuera.

Martes

Suicidio pactado

Hace más de treinta años circuló un memorándum de la embajada norteamericana que diagnosticaba al nacionalismo catalán como potencialmente más desestabilizador que el vasco. Era la época en que ETA descerrajaba tiros en la nuca cada cuarenta y ocho horas aproximadamente y aquello fue recibido como una broma macabra propia de palurdos yanquis. Lo cierto es que ahora nadie diría que Urkullu desciende políticamente de un Sabino Arana con pasamontañas y Mas de aquel catalanismo burgués con el «seny» en la faltriquera que patrocinaron Prat de la Riba y Cambó. Urkullu es tan soberanista como Mas, y su partido de aristas inequívocamente más rugosas que sus parientes de Cataluña, pero ayer aclaró que su proyecto para desmenuzar el Estado es una «consulta pactada», una alusión al estropicio inútil provocado por Mas: Urkullu «el escocés» frente a Mas «el kosovar». Se agradece que al menos alguien instruya con buenos modales al prójimo acerca de cómo debe suicidarse.

Miércoles

El hombre que nunca estuvo allí

Sin llegar a los desesperantes extremos de Rajoy, Puig es otro político flemático con dificultades para desmentir que haya sido encumbrado por el azar. Es consciente de que su presidencia está siendo oscurecida por el estruendo de sus socios y de vez en cuando intenta acaparar con resultados inciertos un primer plano que haga justicia a la pirámide gubernativa. Un pretexto forzoso son los resultados de las elecciones catalanas: la mitad del Consell es catalanista y el análisis de Puig posee el matiz doméstico de quien debe convivir con gente de trato difícil. Cuando habla de reconocer singularidades, reformar la Constitución o trasladar el Senado a Barcelona (que quienes proponen el traslado sean los mismos que piden la supresión de la cámara no parece afectar su autoestima), Puig está aplicando el refranero entrañable que alude a barbas en remojo y otras precauciones. Ocurre que el tradicionalmente apático PSPV debe competir con aliados poco fiables que por ahora se limitan a regalar compulsivamente titulares sobre hipótesis nacionales, trasvases, educación concertada o financiación. Puig es el primer político socialista que no sale en la foto a pesar de no moverse. O precisamente por no hacerlo.

Jueves

Lo cíclico

La sonrisa etrusca de Obama mientras estrecha la mano de Putin evoca el comentario de Churchill, un feroz anticomunista, cuando Hitler atacó a la Unión Soviética: «Si Hitler invadiera el infierno, yo tendría alguna buena palabra para el diablo». Hitler es hoy el Estado Islámico y Putin se ha comprometido a apoyar militarmente a Siria ante la desconfiada inquietud de Estados Unidos. Es cierto que Hitler fue derrotado finalmente por la insuperable combinación de la General Motors y la infantería soviética, pero también que su derrota acarreó que Moscú acampara durante cuarenta años entre el Báltico y el Adriático. Obama teme una reedición de la fábula de la zorra en el gallinero provocada por una situación irresoluble: no puede apoyar a Siria sin molestar a las monarquías petroleras, ni abandonarla frente al fundamentalismo islámico. El desenlace provisional de esta tragicomedia es que por primera vez desde 1945 Rusia y Estados Unidos son aliados a su pesar. Cabe descartar que esto pueda ocurrirles a Rajoy y Sánchez.

Viernes

Sin novedad

Terminó la entrevista a Rajoy y me vino a la cabeza Borges en «Historia universal de la infamia»: «Muy interesante la última película de René Clair. Cuando me despertó el acomodador?». Ni siquiera el pundonor de la entrevistadora había bastado para que el presidente renunciara a su repertorio de estatuarios: la economía navega a velocidad supersónica y son otros quienes deben rectificar, desde Mas con su disparate secesionista a Sánchez con sus bandazos e indefiniciones. Sin embargo, es incuestionable que el PP acumula cuatro batacazos electorales consecutivos, una tendencia sólo superada por la del propio Mas, el único político del planeta que siempre consigue empeorar sus resultados. A despecho de la sangría, Rajoy ha anunciado como quien repasa la bonoloto que las generales se celebrarán el 20 de diciembre, pero a la periodista sólo le interesaban el estocazo de Aznar a su pupilo y la sensación de que la mayoría absoluta que ha capeado la quiebra económica puede verse desterrada a un diminuto bote salvavidas dentro de tres meses.

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