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Tráfico ilegal de animales en estado puro

El tráfico ilegal de especies es el segundo negocio ilícito que más dinero mueve en España

Tráfico ilegal de animales en estado puro

Imagínense por un momento a las 16:00 horas. El sol aprieta y, con fuerza, al sur de Nayé, en Senegal. El calor es absolutamente insoportable. Un grupo de hombres, duros y rudos, se afanan en prepararlo todo. Cargan montones de cajas de cartón y madera en el interior de un viejo vehículo.

Se trata de una antigua furgoneta robada meses antes por las mafias en Europa y vendida a precio de oro en uno de los mercadillos locales. Destrozada a base de golpes y años, circula sin matrícula ni documentación alguna.

Las últimas herramientas son cargadas en su interior. Ahora sólo toca esperar. Los hombres se dispersan por bares cercanos y, entre gritos, peleas y risas nerviosas, llenan de alcohol la sangre que corre por sus venas. Tienen tiempo para hacerlo.

Pero el tiempo pasa y el reloj marca el momento fijado. Uno de ellos, el más sereno, da la orden. Ha llegado la hora. El trabajo será rápido y sencillo. No hay peligro. Sí, lo que van a hacer está prohibido, pero nada es ilegal allá donde la ley se puede comprar.

Y, así, poco a poco, todos se reúnen alrededor del vehículo. Se montan en el mismo y se alejan de la ciudad. Una zona frondosa con árboles donde miles de pájaros exóticos se posan todas las noches es el destino elegido.

Minutos más tarde ya han llegado. La oscuridad invade la noche. La luna y unas pocas linternas iluminan el camino. Cogen las redes, las cajas y echan a andar.

Poco a poco, se acercan a unos árboles. El jefe ordena silencio. Se oye el piar y el aleteo de miles de pájaros sobre algunas de las ramas. Los animales están indefensos. Por un lado, muchos duermen, pero sobre todo, por otro, no pueden volar a oscuras. Sus ojos no les permiten ver.

En el silencio de la noche se oye la orden clara: ¡Capturadlos! ¡Que no escape ninguno! Las redes se lanzan al aire y, atrapan a los pájaros que, indefensos, son apretados por las lianas contra el suelo.

Ahora el ruido es ensordecedor. El silencio de la noche se llena de gritos desordenados, de lamentos. Los hombres comienzan a capturar, uno a uno, a los pobres animales que son lanzados contra el fondo de las cajas. En voz baja van contando las capturas: Uno, dos? Cien? Quinientos? Mil? En total casi dos mil pájaros.

Los animales metidos en las cajas son cargados en el vehículo que arranca y se aleja de allí a toda velocidad. Los animales van apiñados, embutidos en las jaulas, sin espacio, sin condiciones, sin ni siquiera oxígeno suficiente para respirar.

El camino de vuelta se hace eterno pero, por fin, llegan. Un viejo almacén es el lugar elegido para la descarga. Las cajas son echadas en una mesa. Al día siguiente se comprobará el botín obtenido.

24 horas más tarde, la puerta del almacén se abre de nuevo. Dos hombres entran dentro. Las cajas comienzan a abrirse y de nuevo se cuentan los animales. Cuando terminan uno de ellos grita enfadado al otro:

-¿Cómo es posible? ¡No llegan a mil! ¿Dónde está el resto? El compañero, experimentado mercenario en el tráfico ilegal de especies, sonríe:

-¡Mira bien dentro! ¡Fíjate! Un terrible manto de pájaros muertos cubre el fondo de cada una de las cajas. No hay tiempo para lamentaciones, la vida de cada pájaro se cuenta en dólares. El pedido debe salir hoy mismo por avión?

Imagínense por otro momento. España. 10 de la mañana. Un conocido aeropuerto de nuestro país recibe, entre otros muchos cargamentos, una caja de madera con un perro dentro. Hasta ahí, todo normal. La importación del animal la realiza una conocida tienda de animales de la zona.

Sin embargo, algo llama la atención del agente de aduanas. La forma de la caja, quizás unos agujeros que presenta la misma en la parte de abajo, puede que las dimensiones o, simple y llanamente, la intuición que da casi cuarenta años de servicio en el mismo puesto.

El agente paraliza la caja. La aparta y da órdenes claras:

-¡Que la pasen por el escáner! Mientras, en voz baja, repite continuamente:

-Algo no me cuadra? Algo no va bien.

Y, entonces, mientras la caja es analizada por el aparato, la pantalla del mismo ofrece una visión, absolutamente, dramática.

-¡Dios! ¡No puede ser! dice uno de los presentes. El escáner muestra la imagen del perro, sí, pero, bajo el mismo, en un doble fondo, cientos de pequeños pájaros no paran de intentar moverse, es como una especie de marea animal que inunda el subsuelo del trasportín.

Deprisa, pero siguiendo los protocolos legales y sanitarios precisos, abren la puerta y van sacando del interior, una a una, decenas de bandejas de plástico, todas ellas repletas de pájaros, algunos vivos y casi todos muertos.

Ahora dejen de imaginarse nada. Esta historia, por supuesto, es absolutamente real. En eso consiste la venta ilegal de vidas en la muerte de muchas de ellas. Para que un sólo pájaro exótico pueda llegar a venderse en el mercado negro han de morir, al menos, cien. Ese es el drama real.

¿Culpables? Los que los venden, los que los compran y todos aquellos gobiernos que, pudiendo impedirlo, no lo hacen.

Nota: En el Arca de Noé rescatamos aquellos animales salvajes que necesitan ayuda.

www.fundacionraulmerida.es o

www.animalesarcadenoe.com

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