Su carrera ha sido meteórica. Nacido en Gandía, en 1969, se inició en la alta política en diciembre de 2012, cuando tomó las riendas de la Conselleria de Hacienda, y allí permaneció, tratando de enderezar el rumbo de las arcas autonómicas, hasta la debacle del pasado 24 de mayo. Precisamente ese perfil técnico es el que hizo que en julio el Gobierno de Rajoy lo nombrara delegado en la Comunidad. Su compromiso, afirma, es darle un carácter más social a la Delegación de Gobierno. De momento, su primer acto fue en el Banco de Alimentos, y se ha fijado como reto personal impulsar un plan especial para prevenir la violencia de género entre niños y jóvenes. Se especula sobre su marcha al Congreso de los Diputados, tras las elecciones generales que están a las puertas. Juan Carlos Moragues, o Carlos, como confiesa que le llaman sus allegados, se deja querer, aunque incide en que no se postula para ningún cargo y que, llegado el caso, regresará a su plaza de funcionario, como inspector de Hacienda. De hecho, no se cansa de repetir que ni vive ni depende de la política. «Lo concibo como algo temporal», confiesa... Algo temporal que, hasta ahora, le ha permitido comprobar en primera persona que la política es un arte que, al final, acaba sacando lo mejor y lo peor de cada uno. El compromiso, la entrega, los temas que se tocan están entre lo mejor. Lo peor es otra cosa. «Este nivel de presión que vivimos no todo el mundo lo gestiona igual, y eso produce que haya comportamientos o decisiones que tú nunca llegas a entender... Y lo dejo ahí», dice zanjando el tema, aunque dando por supuesto que puede que haya gente que se dé por aludida. Lo peor es eso, y haberse perdido una parte de la vida de sus hijos: Alberto, de nueve años; y Jorge, de siete. «Intento compensarles con calidad el tiempo que no estoy con ellos, y me gustaría que algún día entiendan que el tiempo que no estuve con ellos fue para intentar trabajar por una sociedad mejor», relata. Por eso, admite que sufriría mucho si sus hijos algún día deciden entrar en política, pero que les apoyaría.
