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Retratos urbanos

Charlie, el cocinero que llegó del cielo

Charlie regenta desde hace un cuarto de siglo una menuda taberna en la calle Toledo, en Alicante

Charlie, el cocinero que llegó del cielo PEPE SOTO

Lleva 25 años al frente de «La taberna de Charlie», en la calle Toledo del Casco Antiguo de Alicante, a los pies de la muralla. Comida marroquí en estado puro: cuscús, tagine, tabule, pincho moruno, pastela (pollo con canela), tagine? El cuscús, en su opinión, no puede compararse con el cocido: «Nosotros rehogamos las verduras y el cordero. Y lo último que echamos es la calabaza; en el cocido español todos los ingredientes están hervidos».

Recuerda que su primera maestra en el arte culinario fue su madre, que, con paciencia, le enseñó a amasar y a preparar algún que otro guiso.

Charlie temprano se marchó de Tetuán rumbo a Berlín. Era un chiquillo inquieto. Quería ser traductor y una de sus abuelas le costeó la matrícula en el Centro Cultural Francés. Parece que ahí no había madera de traductor. Tenía habilidades para la cocina: envió los idiomas al garete y se metió para siempre en la cocina.

Algo portaba en sus entrañas antes de emprender un viaje de más de 3.000 kilómetros. Recién llegado a Berlín se plantó en casa de una muchacha alemana que conoció en Tetuán. La chica se quedó en blanco al ver al niño marroquí en la puerta de su casa. Establecieron una relación sentimental de la que nació su primer hijo, que está a punto de cumplir los cuarenta.

Después de ocho complicados años en Alemania y tras romper con su pareja, Charlie se trasladó a Madrid, donde residía su familia. Su padre emigró de Marruecos para trabajar como técnico de mantenimiento en el Hotel Meliá. Se metió como cocinero en varios garitos de mayor o menor solvencia. Sus padres aún viven. Compraron un pisito en Vallecas y ahí aguardan la visita de alguno de sus siete hijos.

En 1985 llegó a Alicante, con el marchamo de cocinero internacional. Trabajó en el restaurante del Tiro de Pichón de Elda durante cuatro años. De ahí se metió en los fogones de «La Torre», en Agost. Y, meses después, montó su primer negocio: el «Mesón San Antonio», en el municipio de Sant Joan.

Cocinero, artista y noctambulo, Charlie prefirió refugiarse con su recetas y cacharros en el Barrio de Alicante. Abrió «La taberna de Charlie» en un tiempo en el que la zona vivió sus mejores tiempos. «El Barrio entonces estaba mejor y mucha gente acudía a nuestros negocios. Ahora ha cambiado: hay menos seguridad y está poco concurrido durante la semana», asegura.

Prefiere la noche al día. En verano sólo levanta la persiana al atardecer, salvo encargos. Con rastas en el cogote. Charlie se siente un alicantino más. Es uno de los personajes más populares del Barrio. Pasa de la religión y de la política. Va a su aire. Se siente libre. Cree que el Islam enseña para la paz y no para la guerra. Y critica que Europa se esté convirtiendo en un satélite que todo lo controla.

Charlie ha notado en su caja los efectos de la crisis económica: «¿Qué vamos a hacer? Aguantaremos el tipo mientras que podamos sin ponernos demasiado nerviosos».

Llegó del cielo para soportar dificultades y ofrecer a sus clientes la mejor cocina árabe.

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