Hola hijos míos. Hoy estoy contento. Me he levantado esta mañana con la noticia de que en Corellia -un planeta grande y muy agradable de la constelación de Géminis, al lado justo de Pólux- han declarado obligatoria la asignatura de Religión hasta los 67 años.
Bueno, es verdad que los Corellianos viven hasta 700 años, pero el detalle me ha emocionado. No como en Andraj que hace unos siglos se declararon ateos oficialmente. Sí, desde entonces el andrajoso más guapo que ha nacido se parece a Pepiño Blanco. Pero ellos lo han querido? ¡haber elegido a los buenos!
Eso me recuerda al líder de los Andrajosos, un tipo llamado Palo Ermitas. Un pájaro de cuidado éste. Me engatusó a los Andrajosos a base de trolas de lo más variado, apuntando precisamente adonde duele. Recuerdo que les decía cosas como estas:
-Dios es casposo. Nosotros tenemos champú.
¿Caspa yo? Pero si yo inventé el Zincpiritione, cretino.
-El cielo no se toma por consenso, se asalta.
Sí, hombretón. ¿Tú y cuantos más? ¿Por qué te crees que tengo yo aquí a los arcángeles armados hasta los dientes? ¿Sabías que el jefe de las legiones es el general Kalashnikov? ¿Y que Franco asciende dos veces por semana desde allá abajo para asesorarnos en asuntos de organización y valles de caídos? ¡A ver si tienes lo que hay que tener, salao!
Cuando yo envié a un capataz dialogante, con margen para algunas rebajillas: Ir a misa solo una vez en la vida, permitir el fornicio entre el clero -chicos con chicas, que aún no soy tan moderno-, derecho a una renta básica de milagros: uno cada 50 años a elegir entre un completo catálogo, el muchacho ocurrente lanzó otra de sus perlas:
-Dios imita a la Coca-Cola: Primero sacó la religión light y ahora la religión zero.
Ese no lo sabe. Pero ya le tengo reservado un lugar muy especial en casa de mi amigo Peter Botero. Una suite con el aire acondicionado a ochocientos grados atendida por un mayordomo llamado Luis Bárcenas. Se lo va a pasar en grande... ¡el muy piojoso!
Ay, ay hijos míos. ¡Qué berrinches me dan los políticos! Aunque ha sido así desde siempre. Yo los inventé con la idea de que me ayudaran a apacentar el rebaño. Al principio no fue mal la cosa, sí es verdad que eran pocos, aquello de los elegidos de Dios...
Pero ya se sabe, le pones un galoncito a un humano y se te sube a las barbas. Y no me despellejan porque cuando me visto de palomo vuelo más rápido que Fernando Alonso.
Me pasó con Moisés, que se me retorció. Y eso que le avisé quemando una zarza: Moi, -le dije- si sigues con ese carácter te vas a quemar. Pero nada, ni por esas, ni con las tablas de los mandamientos, no hubo manera de meterlo en vereda. Resultado: 40 años de paseo por la arena. Bueno, al menos lo cansé.
Luego vino el tal Poncio Pilatos. Le encargo que me cuide al chico y me lo crucifica. Y encima se lava las manos. Recochineo le llamo yo a eso. Pero él se lo buscó: ni imagináis a donde lo envié. ¿Conocéis la Moncloa?
Lo cierto es que ha habido muchos, muchos rebeldes. Todos comienzan muy bien, muy honrados con el puesto, «Señor yo siempre te serviré» y cosas similares. Y en cuanto pueden me invaden Polonia, le suben los impuestos a la Iglesia o me fundan la Iglesia Anglicana.
Pero lo que ya no tiene nombre es lo de ahora. Es que ya ni con la Inquisición, Paco predicando, la corriente del niño ni el calentamiento global os mantengo a raya. Ha surgido un movimiento que me recuerda mucho al de Andraj. Con un tipo que lleva coleta... ¡en público! Y se viste en Carrefour (¿¡!?) Y que dice que si gobierna me va a enviar a las mazmorras de la historia.
Pues bien, hijos míos. Sabed que tengo preparado lo que yo llamo la triple corona: Un efecto invernadero de doce grados centígrados, un aumento del paro del 80% de la población y una plaga de lombrices intestinales que os vais a ca...
Ya sabéis, hijos... el que avisa no es traidor... ¡es Dios!
Y ahora id... id y votad al que lleva la coleta en público...
