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Retratos urbanos

Josema Martínez, el tatuador tatuado

Aprendió a tatuar en su propio pellejo. De chavalín. Avanzó haciendo bocetos sobre pieles de cerdo, de manzana o de plátano

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La gente se tatúa en cualquier parte de la epidermis de su cuerpo, incluso en zonas poco visibles; las motivaciones suelen ser siempre pasiones relativas a particulares formas de entender la vida. Representa algo diferente para cada persona. Los tatuajes de Josema Martínez Zaragoza son de estilo «old school» con un toque personal. Grabados de línea gruesa y de intenso colorido.

Josema, un adolescente creativo, como lo sigue siendo, dejó los estudios de Bachillerato en el instituto de San Blas y, como autodidacta, empezó a formarse en el dibujo. Pronto descubrió que la piel suponía un excelente soporte para plasmar sobre ella su forma de entender la vida. Empezó a grabarse él solo, en sus brazos, y a practicar sobre pieles de cerdo, manzanas o plátanos con agujas mojadas en pigmentos.

El primer tatuaje que se hizo ya está cubierto. Lo tapó con otro años más tarde. Josema conoció las técnicas de este oficio artesanal de su amigo Jony, tatuador como él. Ahora el láser, a través del método «cover» permite eliminar tatuajes. «Antes era imposible. Si alguna persona quería que despareciera de su cuerpo no había más remedio que grabar otro dibujo encima», explica Josema.

A los 25 años empezó a desarrollar esta actividad como profesional. Antes tuvo que realizar un curso sobre higiene y sanidad en el Colegio de Enfermería: primero para trabajar sin riesgos para la salud de los participantes en las sesiones y, también, para conocer la forma de almacenar los desechables.

Josema se identifica con los grabados «old school», el estilo más tradicional. Después de trabajar durante dos años con Jony se estableció por cuenta propia en un localito de la calle Pintor Velázquez, donde trabaja junto a otros tres profesionales.

Reciben encargos desde 40 euros hasta precios desorbitados, pues algunos clientes llegan a rellenar todo su cuerpo de dibujos. Josema detecta igual demanda de hombres que de mujeres y de edades comprendidas entre los 18 y los 45 años.

La historia del tatuaje se remonta a la Edad de Piedra. La persona tatuada más antigua es, que se sepa, la sacerdotisa egipcia Amunet, diosa del amor y la fertilidad. Los antiguos pobladores de la Polinesia fueron los primeros en grabarse motivos en la piel. Los hombres se tatuaban hasta tal punto que no quedaba un trozo de piel desnuda en su cuerpo. El término tatuaje (tatoo en inglés) tiene un origen polinesio.

El tatuaje descubre un submundo de significados ocultos. Los presos, por ejemplo, usaron los tatuajes para diferenciarse del resto de la sociedad: motivos místicos, con imágenes de santos y vírgenes, cruces o figuras de Cristo y de demonios.

En las últimas décadas, los tatuajes han abandonado la marginalidad en la que se alojaron en el último siglo. Ahora están de moda. En opinión de Josema, «ha aumentado la gente interesada en tatuarse, personas de cualquier tipo social que se sienten atraídas por reflejar en su cuerpo determinados elementos, desde pequeños detalles a grandes dibujos».

Josema Martínez tiene casi todo su cuerpo ilustrado. Se siente cómodo. Admira como maestros al italiano Samuele Brigantiy a los españoles Gonzalo Muñoz y Hugo Carrasco. También le gusta el rap y el rock and roll. Para relajarse practica el «fit box», una forma de mantenerse en forma frente a un saco de arena.

¡Que corra la tinta!

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