Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jaime Pascual

«Presentarse a estas elecciones era un acto de heroísmo por el desprestigio de los políticos»

Fue el alcalde más joven de España con tan sólo 23 años cuando en las primeras elecciones democráticas de 1979 se presentó como candidato socialista en l'Alqueria d'Asnar, un municipio de la comarca de El Comtat que en la actualidad cuenta con 525 habitantes

«Presentarse a estas elecciones era un acto de heroísmo por el desprestigio de los políticos» VALIENTE VERDE

Jaume Pascual es uno de los cuatro alcaldes de la provincia de Alicante que llevan en el cargo ininterrumpidamente desde las primeras elecciones democráticas. Los otros son el también socialista Felipe Miralles, de Benimantell, y los populares José Luis Seguí, de Almudaina, y José Rocamora, de Granja de Rocamora. Los tres primeros tienen aseguradas las alcaldías tras los últimos resultados electorales, mientras que el último está pendiente de los pactos. En el caso de José Luis Seguí hay que señalar que lleva más años como alcalde, concretamente 43, toda vez que fue nombrado en 1972 por el gobernador civil. La particularidad de Jaume Pascual es que en su primer mandato fue el alcalde más joven de España, y también que desde hace 20 años comparte este cargo con el de diputado provincial. Asimismo, es secretario general del PSOE en La Montaña.

Empecemos por el principio. Se convirtió en alcalde en 1979, pero ya militaba en el PSOE desde cinco años antes. ¿Qué le impulsó a integrarse en las filas socialistas?

En mi casa, en las noches de invierno, se reunían hombres y mujeres al calor del fuego y los escuchaba hablar muy bajito. Hablaban de libertad, igualdad y democracia, y también de una palabra como el socialismo, cuyo significado yo no conocía. Al final se lo pregunté al tío Batiste Fullana, un hombre que estuvo toda la vida exiliado y que fue alcalde de Muro. La respuesta que me dio fue muy simple: cuando cualquier persona tiene un problema, ese problema pasa también a ser el tuyo y tienes que ayudar a solucionarlo. Fue ahí cuando empecé a participar de forma activa en la política.

Y de ahí, a candidato a la Alcaldía...

En la agrupación socialista había dos tipos de militantes. Hombres mayores que sufrieron la guerra, la posguerra y el exilio, y después un grupo formado por gente de entre 40 y 50 años. Yo era el «xicón», e iba a escuchar a estas personas que para mí eran auténticos sabios en la política. Llegó el momento de las elecciones y, mientras se debatía, el tío Batiste señaló que si había que pasar página en el país y aquí, el único que podía ser candidato era yo, el más joven. Al final salí elegido por unanimidad.

¿Cómo fue la campaña?

En aquel momento sólo estaba UCD, que salvo algunas excepciones eran herederos del franquismo con caras nuevas, el Partido Comunista y nosotros. De hecho, en aquellos tiempos a l'Alqueria se la conocía como la pequeña Rusia, porque había mucha gente de izquierdas como consecuencia principalmente de de la importancia que tenía la clase trabajadora en la industria papelera del municipio. Y sí, sí que hubo campaña, y además desagradable, porque el pueblo se llenó de pintadas en las que se metían conmigo y con mi edad, porque pensaban que era demasiado joven para ser alcalde.

Y sin embargo, accedió al cargo...

Nadie sacó mayoría y los concejales que integraban la corporación me eligieron también por unanimidad como alcalde.

¿Qué recuerdos guarda de su primer mandato al frente del Ayuntamiento?

Sinceramente, fue horrible. Estábamos en una época muy ilusionante porque era el tránsito de la dictadura a la democracia, pero pasamos dos gotas frías y encima cerró la papelera, sin olvidar el 23-F, que fue el día más complicado de mi vida.

¿Qué fue lo peor?

Sin lugar a dudas, el cierre de la papelera. La fábrica daba trabajo a 400 personas y aquello fue un auténtico drama social. Prácticamente todo el mundo dependía de esta industria, y, de la noche a la mañana, se desmoronó todo.

Aunque al final tuvo un final feliz...

Poco a poco, con mucho sacrificio, se logró salvar la situación. Industriales como Rafael Pascual, Pascual Botella y Rafael Richart, así como los políticos que estaban en la Generalitat, caso de Joan Lerma, Antonio Birlanga, Juan Antonio Gisbert o Miguel Doménech, pusieron mucho empeño en que la industria no se desmantelara y permaneciese aquí. También los sindicalistas Paco Valor y Armando García Miralles, y sobre todo los trabajadores, que hicieron un sacrificio impensable. Todo ello ofreció sus frutos y hoy podemos decir que volvemos a contar con una industria papelera potente y además con muchas perspectivas de futuro. Prácticamente somos el último reducto del sector papelero en la Comunidad Valenciana.

¿El municipio ha evolucionado mucho en estos 36 años?

En 1979 hicimos un diagnóstico de las prioridades del pueblo, y evidentemente a lo primero que nos pusimos fue a mejorar los servicios básicos, como la red de agua potable y el alcantarillado. A partir de ahí hemos acometido un plan muy ambicioso que nos ha llevado a tener, sin exagerar, los mejores servicios públicos de la comarca. Contamos con contenedores de basura subterráneos, una piscina climatizada que es todo un referente, y todo ello sin pedir un sólo euro a los vecinos.

¿Y eso cómo se hace?

Cuando nadie hablaba de la crisis, nosotros ya la veíamos venir. Estábamos inmersos en un «boom» inmobiliario y nos hacían creer a todos que éramos ricos. Eso no podía tener un buen final, así que diseñamos un plan para gestionar los servicios al menor coste posible. Cambiamos el alumbrado, entre otras muchas medidas, y el dinero ahorrado lo destinamos a otras cuestiones como la escuela de música. Todo ello, además, nos ha permitido mantener congelados los impuestos desde 2012, en una situación que esperamos mantener hasta final de mandato.

Hablemos de política. En los pequeños pueblos las siglas de los partidos no significaban mucho, pero de un tiempo a esta parte parece que la politización también se ha adueñado del ámbito rural...

Aquí en la comarca había históricamente una relación buena. Primero eran las personas y después lo demás. Y fue así hasta la irrupción en la escena política del que fue alcalde de Alcoy y después conseller Miguel Peralta, que basó toda su andadura política en el conflicto y la ruptura de las relaciones humanas. Afortunadamente, parece que la situación empieza a reconducirse, y en ese sentido la Mancomunidad de l'Alcoià y El Comtat está desempeñando un papel fundamental. Hay muchos proyectos que podemos abordar de forma conjunta y en los que todos estamos de acuerdo, como el acceso desde la autovía al hospital, la carretera entre Alcoy, Cocentaina y Benidorm o la modernización del tren Alcoy-Xàtiva.

Usted comparte su cargo de alcalde con el de diputado provincial...

Efectivamente, hace 20 años, y siempre en la oposición. Espero algún día estar en el gobierno, y vamos a ver si esta vez tenemos suerte.

Sin embargo, hay formaciones políticas que apuestan por la desaparición de las diputaciones. ¿Qué opinión le merece?

Los que dicen que las diputaciones tienen que desaparecer no aportan ningún argumento de peso, y además, cuando obtienen representación no renuncian a ella, lo cual es toda una contradicción. Las diputaciones nacen para ser ese punto de solidaridad entre las grandes ciudades y los municipios pequeños, y hoy, más que nunca, resultan necesarias. Me pregunto qué hubiera sido de los pueblos pequeños en estos años de despilfarro y robos de la Generalitat si no hubiese estado la Diputación.

¿Y qué opina sobre su funcionamiento?

Estos últimos años la Diputación ha empezado a cambiar y a funcionar mejor que nunca gracias al consenso de la presidenta Luisa Pastor y el portavoz socialista David Cerdán.Se ha logrado que por encima de las batallas de partidos esté la provincia de Alicante y sus municipios. Con todo, me gustaría que la Diputación estuviese todavía más al servicio de los ayuntamientos, que se abarataran los servicios y que funcionase de manera menos burocratizada.

De cualquier forma, no es nada extraño escuchar a alcaldes quejándose de que las administraciones los tienen abandonados...

Se quejan más de la Generalitat que de la Diputación. A la gente le gusta venir a disfrutar de los pueblos, de sus calles y de sus parajes, pero todo eso hay que mantenerlo. Y es ahí donde hay que poner más énfasis, en invertir para realizar obras, pero al mismo tiempo tener ya una previsión económica en materia de mantenimiento.

También hay quienes abogan por suprimir los ayuntamientos de las poblaciones con menos habitantes.

La supresión de los ayuntamientos pequeños es una de las políticas más fascistas que he escuchado. Sin pedir opinión a los implicados, quieren cargarse de un plumazo la tradición, la cultura, los sentimientos y el patrimonio de municipios que funcionan como tales desde hace 400 años. Y todo con la excusa de que resultaría más económico, cuando sería al revés. Ahora son UPyD y Ciudadanos los que plantean esta atrocidad, pero no hay que olvidar que el PP también lo llegó a proponer.

¿Qué opina del desprestigio sufrido por los grandes partidos y la irrupción de nuevas formaciones políticas?

Podemos puede vanagloriarse, gracias también a una campaña mediática, de haber sabido despertar la conciencia de la gente, algo que no ha sabido hacer el PSOE. En Ciudadanos, sin embargo, van por la vida de vírgenes e inmaculados, cuando para confeccionar sus listas se han dotado en muchos casos de desechos de corral, hablando en términos taurinos. Pero al final, el desprestigio tiene su principal causa en la putrefacción de un partido como el PP, sus políticas de recortes y la corrupción.

¿Está de acuerdo en que el desprestigio se haya generalizado?

Ha habido una campaña mediática que lo ha querido dar a entender así, pero sólo hay un 10% de sinvergüenzas. El resto son gente honrada que se desvive por servir a los demás. Y lo peor es que ese desprestigio, sobre todo en el caso de los pueblos pequeños, ha propiciado que presentarse a estas elecciones fuese un acto de heroísmo. Ha costado más que nunca confeccionar las listas y sobre todo convencer a los candidatos. Se preguntaban los motivos por los que los acusaban de robar, cuando hablamos de personas que después de trabajar con su tractor en el campo se van al Ayuntamiento a solucionar los problemas de sus vecinos. En mi caso soy un privilegiado porque percibo un sueldo de la Diputación, pero en la inmensa mayoría de los pueblos pequeños no cobran nada.

Hay quienes apuestan por renovar a los políticos y cargos públicos...

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, dice que sólo pueden ejercer los de su generación, y cuando lo oigo pienso que este hombre no está capacitado para liderar nada. Yo admiraba la capacidad de mis mayores para hacer política y aportar ideas, y no tolero que nadie pueda desprestigiarles por muchos votos que saque.

¿Hasta cuándo?

Hasta siempre. Mi compromiso con l'Alqueria estará hasta el día que me muera. El tiempo y las circunstancias dirán, pero cuando ya no esté en primera línea, seguiré dando mi opinión a quien me la pida.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats