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El dilema entre el trabajo y ser madre

Planes de vida congelados

La vitrificación de los óvulos permite a las mujeres aplazar la maternidad - La edad media a la que una mujer acude a un centro de fertilidad a informarse es de 38 años

La vitrificación de los óvulos permite a las mujeres aplazar la maternidad. INFORMACIÓN

En la veintena pocas mujeres planean ser madres. Siempre queda tiempo. El problema es que con el paso de los años las posibilidades de concebir se van desvaneciendo y a los 38 años, con el último cartucho, muchas mujeres se ven obligadas a recurrir a métodos alternativos para lograr un embarazo. La maternidad ha dejado de ser una prioridad en la sociedad en la que vivimos y la mujer tiene que lidiar con un entorno hostil agravado, en el caso de España, por la crisis. En este contexto suena cada vez con más fuerza la vitrificación de óvulos como una forma de detener el reloj biológico para volver a ponerlo en marcha cuando quieras. Esta técnica nació para que las pacientes diagnosticadas de cáncer tuvieran la oportunidad de ser madres tras el tratamiento de quimioterapia, aunque el número de mujeres que ha recurrido a la congelación por motivos sociales ya duplica en España a las que lo han hecho por cuestiones oncológicas. El perfil suele ser el de una mujer de entre 35-38 años, sin pareja estable, con trabajo e independencia económica, que prefiere posponer la maternidad por cuestiones sociales.

La decisión de Apple y Facebook de financiar el tratamiento a las empleadas que lo soliciten no ha hecho más que aflorar un debate con muchas aristas, pero con pocas soluciones. Estas compañías, punteras y referentes a nivel mundial, lo hacen, según han señalado, como una medida para atraer y mantener el talento femenino, pero, ¿acaso la maternidad acaba con el talento de las mujeres?

La conciliación familiar y laboral para el sector femenino no termina de cuajar y los intereses empresariales, como de costumbre, están por encima de todo.

«En España ser madre no hubiera sido tan fácil como en Dinamarca», cuenta Mette Monfort. Esta mujer, madre y trabajadora al mismo tiempo, nació en España, aunque hace seis años se marchó a vivir a Dinamarca. Entonces tenía 35 años, estaba soltera y contaba con varias experiencias traumáticas de parejas de su entorno que, por la edad, tuvieron muchos problemas para ser padres. Ella no lo dudó y decidió someterse a una estimulación de óvulos para poder vitrificar. «Eso me hizo decidirme, vi en mis amigos mucho sufrimiento, yo no quería pasar por eso. Ahora estoy tranquila, aunque tengo 41 años, puedo tener un embarazo con unos óvulos de 35», explica.

Una chica nace con una cantidad de óvulos cercana a los 2-3 millones, cuando llega la pubertad esa cantidad está en torno a 300.000 y hasta la menopausia, que se quedan a cero, van perdiendo el resto. Cada mujer cuenta con una reserva ovárica propia, en cada ciclo menstrual se pierden unos 1.000, de forma que a los 35 años queda sólo el 10% de la reserva total. Por este motivo no todas las mujeres encuentran las mismas dificultades a la hora de concebir. La parte positiva es que este número se puede saber en una simple revisión ginecológica, aunque el problema no es sólo que con los años quedan menos óvulos, sino que su calidad empeora.

La vitrificación no significa que necesariamente la mujer tenga que esperar para ser madre. Mette tuvo su primer hijo de forma natural dos años después de someterse al tratamiento. «En ese momento lo hice porque no tenía pareja y no tanto por motivos laborales, pero hay que ser realista y ver que lo que está ocurriendo en nuestra sociedad es algo antinatural y muchas veces egoísta. La presión que sufren las mujeres existe en todos los países, pero España se lleva la palma con horarios imposibles y empleos donde no hay hora de salida. Aquí en Dinamarca nadie espera de mí que trabaje fuera de mi horario laboral», confiesa Mette Monfort.

En los planes de Mette está volver a ser madre, y esta vez sí lo hará con los óvulos que tiene congelados. A principios de año vendrá a Alicante para someterse a un tratamiento de fecundación que bien se podría parecer a un viaje al pasado, a los fértiles 35 años.

Los motivos

Las estadísticas de las clínicas que trabajan en reproducción asistida revelan que el motivo social -«indicación no médica», en terminología oficial- para la vitrificación de óvulos gana al motivo médico por más del doble. En el centro que el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) tiene en Alicante actualmente hay trece mujeres que han vitrificado por razones oncológicas y 103 por motivos sociales. En 2013 sólo se realizó un tratamiento de preservación por motivos oncológicos y 19 por razones no médicas. En la Comunidad Valenciana, este mismo año se realizaron tres tratamientos de preservación por motivos oncológicos y 118 por el contexto sociales. Los datos que maneja el IVI a nivel nacional vuelven a confirmar esta tendencia, ya que el año pasado se contabilizaron 76 tratamientos de preservación de la fertilidad en pacientes de oncología, mientras que fueron más de 363 las mujeres que lo hicieron por decisión personal.

El cáncer de mama es uno de los principales motivos que llevan a muchas pacientes a preservar su fertilidad. Para estas mujeres la Fundación Bernabeu, dependiente del Instituto Bernabeu, sufraga todo el proceso de estimulación de ovarios, recogida de ovocitos y preservación.

«Lo ideal es gestar a los 25 años con tu pareja y en tu casa. Pero este no es un mundo ideal. Hay una hostilidad laboral sangrante hacia la maternidad. A mi clínica vienen mujeres de 38 años a informarse y a esa edad tendrían que ser madres. No quiere decir que no puedan vitrificar sus óvulos, pero evidentemente lo ideal es hacerlo antes de los 35», lamenta el director del Instituto Bernabeu, Rafael Bernabeu.

«El americano piensa que la persona va a progresar profesionalmente y esto es un signo de respeto. Con iniciativas como la de Facebook y Apple no se está obligando a nadie a que retrase su maternidad, dan una opción y luego está lo que cada mujer quiera hacer», afirma el ginecólogo José López Gálvez, director de la Unidad de Reproducción del Hospital Vistahermosa.

Libertad para decidir

«Hace treinta años esto parecía de ciencia ficción, pero hoy en día se hace de forma ambulatoria. La revolución que aporta en este siglo la vitrificación es la libertad que da a una pareja o a una mujer tener descendientes cuando quiera. Podemos establecer un paralelismo con lo que supuso la aparición de la píldora en los años 50-60. La prioridad que tenían las mujeres en mitad del siglo XX era tener una familia e hijos cuanto antes y hoy en día es todo lo contrario. Es, en definitiva, dar expectativas de cara a un futuro no muy lejano», explica el director de IVI Alicante, Manuel Muñoz.

Por su despacho pasan cada año decenas de parejas y mujeres buscando soluciones para conseguir un embarazo. El problema es la edad media a la que una mujer se plantea ser madre. Congelar óvulos tiene un precio medio en España que oscila entre los 2.500 y los 3.000 euros. Además muchas clínicas también establecen un precio anual por mantener los óvulos, una especie de alquiler.

Los óvulos congelados no tienen fecha de caducidad, se conservan en el mismo estado en el que se congelaron para siempre. En este caso, el límite lo marca el deseo de la mujer.

«Tengo 41 años, pero todavía no quiero ser madre. No tengo ese instinto ni tampoco pareja», explica Patricia Sanfilippo. Tras su divorcio decidió someterse al tratamiento de vitrificación y reconoce que fue la mejor decisión que pudo tomar. «Cuando tenía 36 años no quería ser madre, pero tampoco perder la oportunidad de serlo algún día. Esto me ha permitido realizarme profesionalmente con mucha tranquilidad», afirma Patricia.

Las mujeres que se han sometido a este tratamiento ponen el acento en la falta de información.

«Muchas veces este tratamiento no se conoce, y en una sociedad como la nuestra se le debería dar más difusión», insiste Patricia.

Si no hay instinto maternal, no hay embarazo, pero hay un límite que escapa al control de la ciencia y la mujer, es la daga del tiempo. La Sociedad Española de Fertilidad desaconseja la fecundación a partir de los 50 años y los expertos insisten en que de los 40 en adelante los riesgos en el embarazo se multiplican.

«A partir de los 40 años las posibilidades de que aparezcan anomalías cromosómicas, como las que dan lugar a un Síndrome de Down, aumentan. Es importante concienciar a la mujer y en ese proceso lo que debemos hacer es ser más sensibles y respetar sus decisiones para que puedan desarrollar su trayectoria profesional sin la angustia de pensar que el reloj juega en su contra. Hoy en día tienen unas ambiciones personales, sociales y profesionales que la hacen retrasar la maternidad», explica López Gálvez.

Con este panorama muchas parejas terminan recurriendo a la donación de ovocitos como último billete para lograr la ansiada paternidad. Un 60% de los ciclos de reproducción que se realizan en el Instituto Bernabeu se hacen a través de donación.

«A los 40 años, se asumen muchos riesgos en el embarazo y al final para muchas parejas la única alternativa es la donación, o como último recurso la adopción», explica el doctor Bernabeu.

En el caso de que la mujer decida prescindir de sus ovocitos congelados, estos pueden ser donados para otra mujer o simplemente destruidos según el deseo manifestado por la paciente.

Tasa de éxito

La vitrificación nace de la mejora de la congelación lenta. Esta técnica no funcionaba bien porque una buena parte de los óvulos que se congelaban o no sobrevivían al proceso de descongelación, o si llegaban a la fecundación, proporcionaban embriones aberrantes. Al contrario de lo que ocurría hace años, la tasa de supervivencia de los óvulos con la vitrificación supera de media el 95%, por lo que guardando 10 óvulos hay muchas posibilidades de lograr un embarazo.

La tasa media de éxito de un proceso de fecundación es de un 50% de embarazo por transferencia. El dato no está nada mal si consideramos que la probabilidad de embarazo que tiene una pareja heterosexual en condiciones idóneas no supera el 25% por ciclo.

El tratamiento comienza cuando se aproxima el ciclo menstrual, entonces la mujer debe pincharse vía subcutánea inyecciones de hormonas naturales. El tiempo medio de estimulación de los ovarios dura diez días y después el proceso para extraer los óvulos consiste en una punción vía vaginal.

«Para esta segunda parte utilizamos la misma sonda de las ecografías vaginales, a la cual le aplicamos una guía por la que pasamos una aguja para acceder a los folículos y aspiramos el líquido folicular que es donde se encuentran los óvulos», explica el doctor Muñoz.

Esta pequeña intervención se hace con sedación y apenas dura diez minutos. Después la paciente se va a casa y puede seguir haciendo vida normal. En cada ciclo se pueden lograr entre ocho y diez óvulos aproximadamente. El doctor Muñoz explica que muchas mujeres creen que actuando de esta forma no tendrán reserva ovárica en el futuro, pero no es cierto, «cada ciclo tiene sus óvulos», afirma. Al terminar, los óvulos se vitrifican y quedan almacenados en un tanque de nitrógeno líquido a -196ºC.

Críticas

No todo el mundo laboral ve la idea de Facebook y de Apple con los ojos de estos tres ginecólogos referentes en reproducción asistida. Sindicatos y asociaciones de mujeres encuentran esta oferta como la reproducción a la carta en un modelo patriarcal de entender la economía. Una forma de entender la maternidad como una interrupción.

Tampoco desde el Ministerio de Igualdad están muy por la labor de fomentar que las empresas costeen la congelación de óvulos de sus empleadas. La secretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Susana Camarero, estima que lo que tiene que hacer la Administración es dar las condiciones para que las mujeres puedan trabajar «sin renunciar a nada» y añade que la apuesta pasa por la conciliación, ello a pesar de que poco se ha logrado en los últimos años, cuando además han sido las mujeres el colectivo que más ha sufrido la destrucción de empleo.

En cuestión de legislaciones las diferencias entre algunos países de Europa hacen que muchas veces conseguir un embarazo sea un auténtico milagro. Por ejemplo, en el caso de Alemania no está permitida la donación de semen. Una mujer en este país podría preservar su fertilidad, pero en caso de no tener pareja masculina, no podría someterse a una fecundación in vitro. Frente a una legislación tan cerrada como la alemana, está el lado opuesto, el caso de Reino Unido, donde la donación de esperma está permitida, pero el Gobierno tiene la obligación de informar a los progenitores de que cuando su hijo cumpla la mayoría de edad tendrá derecho a saber la identidad del hombre que donó el esperma con el que se realizó la fecundación. Un sistema que, según los expertos, no hace más que ahuyentar a los donantes varones.

La preservación de la fertilidad no es sólo cosa de mujeres. El cáncer de testículos es el gran enemigo de la fertilidad masculina y preservar el esperma se ha convertido en un seguro de paternidad. Así lo cuenta Juan Pedro Miralles. Tiene 30 años, es profesor de educación física en un instituto de Rojales y le apasiona el deporte. Siempre se ha cuidado tanto que nunca imaginó que el cáncer podía tocarle a él. En diciembre del año pasado se sometió a una operación por un tumor en los testículos.

Paternidad asegurada

«Estaba nadando cuando me noté un pequeño dolor en un testículo. No esperé, fui al médico, y menos mal. Me detectaron un tumor que había que extirpar urgentemente. De un día para otro me vi recibiendo tanta información que no me lo creía, aunque al final es una operación muy sencilla, te operan y ese día ya duermes en casa», explica Juan Pedro. Todavía no tiene hijos, aunque asegura que quiere ser padre, y más le vale, porque su pareja ya avisa de que quiere familia numerosa.

«El médico me recomendó que congelara el esperma, porque tras la quimioterapia podía quedar dañado. En ese momento entras en una dinámica muy negativa, sólo podía pensar en curarme y salir de ahí. Si no fuera por mi pareja no hubiera ido, pero me animó y ella misma me llevó a Valencia, al hospital La Fe», recuerda Juan Pedro. Tras un año desde su operación asegura que para mayo quiere empezar a buscar un embarazo con su pareja.

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