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Hora de levantarse

Desafíos a la igualdad

Es frecuente el deseo de que la descendencia tenga la carga genética de los progenitores

Es frecuente el deseo de que la descendencia tenga la carga genética de los progenitores. No es asunto este del que me vaya a ocupar aquí, pero es una premisa de la que voy a partir para plantear alguna duda sobre los desafíos a la igualdad que plantean ciertos avances científicos respecto de la reproducción humana y que últimamente están siendo noticia. Me refiero a las técnicas de criopreservación de ovocitos y a la denominada «gestación por sustitución» o «vientres de alquiler».

El que unas grandes empresas ofrezcan a sus empleadas la criopreservación de ovocitos a fin de favorecer la conciliación entre el trabajo y la maternidad retrasando ésta me parece una perversión. Este sistema capitalista sin controles que sufrimos antepone en cualquier caso la producción a la reproducción y, por tanto, exige a las mujeres que ellas mismas se autocontrolen si no quieren ser penalizadas profesionalmente. Obviamente, no estoy a favor de esta técnica en este caso. Por mucho que se hable de libertad de opción de las mujeres y a favor de una pretendida igualdad de oportunidades.

El que una pareja en la que ninguno de sus integrantes pueda o quiera gestar o una persona sola que tampoco pueda o quiera hacerlo recurra, pagando, a la gestación por sustitución, no lo veo nada claro. ¿Acaso todo se puede comprar? ¿No hay límites? ¿Qué impedirá que una mujer consienta en gestar un bebé para otras personas si eso le supone unos ingresos que necesita? ¿Apelamos a la libertad de esa mujer para convertirse en una incubadora? Mi respuesta es no, aunque cada vez es legal en más países la denominada «maternidad comercial».

Se podría concluir que mi posición es contraria a esas técnicas y, sin embargo, no es así de tajante mi postura. Les contaré algo. En plena lucha contra el cáncer, mi mejor amiga se atrevió a hacerme la pregunta a la que tantas vueltas le había dado: «¿Gestarías por mí?». Ella había pensado congelar sus óvulos y, en caso de no poder gestar más adelante ante los estragos de los agresivos tratamientos médicos, que ello no fuera obstáculo para tener descendencia biológica. Fecundados sus óvulos con el semen de su pareja, requería mi útero para la implantación del embrión. Le dije que sí sin dudarlo ni un segundo, a pesar de saber que en España es ilegal. Eso permitiría concluir que estoy claramente a favor tanto de la criopreservación de ovocitos como de los «vientres de alquiler». ¿Entonces, estoy a favor o en contra? Pues depende. Creo que el ejemplo que he contado sintetiza ese «depende», que equivaldría a muchos matices entre el blanco y el negro. Pero ¿acaso el mercado admite matices?

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