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Semana y media

«Españoleando»

LUNESSIN PALABRAS

El mascarón de la portada de ayer era la fotografía de una despedida de soltero en Benidorm. En ella aparecía un hombre desnudo maniatado a un poste al que rodeaba gente risueña sentada en sillas de playa. Me pregunté qué interés podía tener desayunarse un domingo con la imagen de un tipo desnudo, erecto y borracho. La noticia explicaba que algunos turistas británicos celebran así sus despedidas de soltero y añadía innecesariamente que el mamarracho en pelota picada era el novio y los babeantes espectadores sus invitados. Tal vez en una premonición matrimonial, el novio parecía arrepentido. Pero creí intuir cierto aroma escandalizado en la elección de una noticia tan promiscua y esto me desconcertó. Tratándose de promiscuidad escandalosa, el periódico podría haber optado por el instante del sábado en que Artur Mas firmaba la convocatoria de su referéndum como si fuera Mirabeau en el juego de la pelota. Comparada con esta sesión de heroísmo tramposo, la orgía del adán con hoja de parra destilada es un prodigio de pudor y sensatez.

MARTESLOS DUELISTAS

La trama se está desarrollando tan previsiblemente como uno de esos westerns polvorientos en los que el sheriff y el villano se encaran a las puertas del «saloon». Con algunas peculiaridades del Torrente más casposo: ambos pistoleros han desenfundado con desgana y ninguno parece dispuesto a disparar. Es cierto que Mas convocó su referéndum y el Tribunal Constitucional lo ha paralizado en la millonésima fracción de un segundo procesal, pero ni Mas se encaramó al balcón como su predecesor Companys ni Rajoy ha enviado a Espartero a bombardear Barcelona. La quermés es por ahora tan respetablemente florentina como incontrolable porque nadie garantiza que la bestia azuzada por la Generalitat acceda a volver al redil con el señuelo de una reforma constitucional, un régimen financiero privilegiado o cariñosos gestos lingüísticos y demás parafernalia nacionalista. Si Mas ha ignorado a la autoridad legítima, ¿por qué no puede ocurrirle lo mismo a él con su cuadrilla?.

MIÉRCOLESABRACADABRA

Montoro ha presentado los presupuestos de 2015 en un cacharro de última generación que se ha negado a funcionar. Mientras el ministro pulsaba botones con el desconcierto propio de un contable sin ábaco, la pantalla permanecía prudentemente ajena a la previsión de gastos e ingresos, como una Casandra con aspecto de minichip escéptico. Montoro no se ha amilanado y asegura que creceremos hasta el infinito y más allá. Este es un vaticinio imprescindible en año electoral y por esa urna se deslizan algunos acertijos: los pensionistas ganarán el 0´25 % de poder adquisitivo gracias a que la inflación será del 0%, la recaudación fiscal aumentará sin necesidad de incrementar los impuestos e incluso «quizá» puedan reducirse, tibia sonrisa del ministro ante la enormidad de la trola, y el presupuesto de la seguridad social disminuye porque habrá menos parados y no porque muchos parados de larga duración agotarán su prestación. Como el vigía en la tempestad, el ministro no ha avistado tierra pero saluda al amanecer.

JUEVESDE ESPAÑA VENGO

El diccionario de Casares recoge una treintena de sinónimos de «robar», aunque ninguno se ajusta fonética ni estéticamente a lo ocurrido con las tarjetas vip de los consejeros de Cajamadrid. No se trata de que técnicamente tal vez no exista delito ni siquiera un abuso de confianza dado que con toda probabilidad la juerga fue aprobada por los órganos sociales mientras el Banco de España y Hacienda jugaban a la gallinita ciega, sino de algo tan intangible como una escena tenebrosa y pestilente, la de miles de estafados junto a una reata de desinhibidos que tenían a su disposición 4.000 euros mensuales para irse de compras con cargo a preferentes. Nadie sabe exactamente si hablamos de cinco millones de euros, de siete o de quince; en cambio, sí sabemos que el desvalijamiento se perpetró mientras Cajamadrid estaba gloriosamente quebrada y en las oficinas se pescaba con arpón a los clientes incautos. No es birlar, ni arramblar, ni sisar, ni mangar ni garbear. Ya lo tengo: es «españolear» y disculpen el neologismo.

VIERNESDE ESPAÑA SOY

Mientras siguen apareciendo los nombres de compatriotas que «españolearon» en cajas, ayuntamientos, gobiernos autonómicos y diputaciones, las autoridades deportivas han completado el círculo patriótico enfrascándose en la persecución de los partidos de fútbol amañados. Es una investigación mucho más laboriosa que la del asesinato de Kennedy que además mezcla el asunto de las apuestas con la tradicional compra de un partido para eludir el descenso, algo que viene ocurriendo en España desde mucho antes de que los ingleses inventaran el fútbol. Lo primero chirría fácilmente si se detecta a varios miles de vecinos de Pekín apostando por el resultado de un apasionante Levante-Gijón; lo segundo introduce el agravio comparativo entre clubes exentos de cualquier sospecha en aplicación del artículo 29 (en España siempre se cita un inexistente artículo 29 para justificar la arbitrariedad) y otros normalmente menos pudientes y también normalmente más chapuceros que dejan sus huellas dactilares en el maletín. Otra forma de «españolear».

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