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Los Durell en Corfú

Lawrence Durrell (1912-1990) y su hermano Gerald Durrell (1925-1995), fueron dos escritores británicos muy leídos en nuestro país durante las décadas de 1960-70. El primero, autor del llamado Cuarteto de Alejandría, ocupa, además, un lugar privilegiado en la historia de la literatura universal y un recuerdo imborrable en los jóvenes lectores de aquellos años que tuvieron la ocasión de descubrir una obra inteligente, arriesgada y poliédrica, plagada de sensualidad y no exenta de intriga que les permitió, como impagable añadidura, descubrir la existencia del gran poeta Cavaffis. Gerald, por su parte, naturalista y zoólogo, siguiendo los pasos de su hermano, conoció de igual manera el éxito literario, gracias a sus ingeniosos y humorísticos relatos en torno a sus experiencias sobre la cría y cuidado de todo tipo de animales que plasmó en obras como Mi familia y otros animales, Bichos y demás parientes o El jardín de los dioses. Las pleamares de la vida, los caprichos de las modas, aunque mantienen a ambos escritores vigentes en los catálogos de las editoriales, parece que han caído, por lo que uno habla con los jóvenes de hoy en día, en ese bache injusto de silencio y olvido, tan frecuente en la letras y las artes, que uno espera, por el bien de los lectores, que pase pronto y les devuelva al lugar privilegiado que merecen.

Es probable que la serie televisiva británica de la cadena ITV, Los Durrell, dirigida, entre otros, por Steve Barron, y que puede verse en Filmin, contribuya, por empatía, a esa feliz resurrección. Escribo esto porque Los Durrell no es un biopic al uso sobre las tribulaciones creativas de unos escritores, amenizado por los elementos dramáticos de éxitos y fracasos que suelen ser propios de este género de películas. Nada más lejos de la realidad. Los Durrell es la historia parcial de la familia de ambos autores, junto a la de su madre, Louisa, y sus otros dos hermanos, Leslie y Margo, a la largo de su etapa juvenil; cuando allá por 1935, abrumados por problemas económicos, tuvieron que abandonar Inglaterra para trasladarse a la entonces apacible y paradisiaca isla de Corfú.

Inspirada en los escritos de Gerald, Los Durrell es una comedia amable, plagada de humor y de ironía sobre los problemas de adaptación idiomática, cultural y laboral de una familia anglosajona moderna, de talante muy liberal, en una isla mediterránea de saberes tan arcaicos y conservadores como ladinamente pragmáticos. Una comedia donde los dramas de la vida, las trágicas cuitas de los personajes -la soledad de Louisa, la madre viuda; la fiebre creativa de Lawrence escribiendo sus primeros relatos; la voracidad amorosa de la adolescente Margo; la edípica y agresiva personalidad de Leslie; el ensimismamiento infantil de Gerald creando su primer zoológico- se diluyen ante la mirada tierna y comprensiva de una realización y un guión que parecen haber sido inspirados por Berlanga desde ese otro mundo donde todo es posible y en el que Corfú podría confundirse con Calabuig.

Será muy difícil ver Los Durrell y no querer saber más en torno a qué fue de Lawrence y de Gerald a lo largo de sus días y qué demonios escribieron. Como también será muy raro no intentar prolongar el bienestar que provoca esta miniserie de dos temporadas, con seis capítulos cada una, sin desear regresar a ese universo de comedias inglesas como El jardín de la alegría de Nigel Cole, Despertando a Ned de Kirk Jones o El inglés que subió una colina y bajó de una montaña de Christopher Monger, con las que guarda una optimista relación: la de compartir un mundo cordial de relaciones sociales, en el marco de la belleza natural de idílicos paisajes, que solo el cine sabe regalarnos para que no muramos de tedio y angustia ante la realidad que acecha en los noticieros.

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