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Paloma Muñoz: «Los artistas de hoy somos los museos del futuro»

«El mercado del arte en Nueva York es potente», explica la madrileña

Paloma Muñoz: «Los artistas de hoy somos los museos del futuro» joseluismartinezmeseguer@gmail.com

Paloma Muñoz realiza ahora estudios de Filología Inglesa por la UNED. Artista visual con doscientas exposiciones a sus espaldas. Trabaja desde la fotografía a la instalación. También escultura. Desde 1993 forma pareja artística con el artista Walter Martin. A caballo entre El Campello y Pensilvania, pasando por Lavapiés en Madrid.

Tienes tus raíces en Madrid. Desde 1993 radicada en Nueva York, desde donde te proyectas. ¿Te hubiera gustado seguir establecida en España y desde allí proyectarte o ves que tu trayectoria no habría sido la misma?

Me enamoré de Nueva York a los cinco minutos de llegar, la verticalidad de la ciudad me emocionó, es imponente. La luz en un día cristalino de mayo puede ser sublime. Sentí una mezcla de miedo y asombro esos primeros días andando por Brooklyn y Manhattan. La diversidad de la gente, el ritmo de la vida y una sensación acogedora, casi de pueblo a nivel de calle, terminaron por seducirme. Nueva York transformó mi vida. No creo que hubiera podido desarrollarme como artista en Madrid pues en los años noventa España estaba en una crisis profunda y no creo que yo hubiera podido sobrevivir como artista. Nueva York fue difícil pero me permitió desarrollarme y me dio oportunidades.

¿Qué te impulsa a salir de España y radicarte finalmente en Nueva York?

Al principio fue el amor. Después fueron más cosas, el arte y una fascinación por una cultura nueva. Madrid siguió siendo una ciudad importante, para ambos, pero Nueva York ofrecía oportunidades muy importantes. En 1994 hicimos juntos una exposición en la P.P.O.W. Gallery que tuvo bastante éxito, también surgieron obras públicas. Hemos seguido trabajando juntos desde entonces.

¿Qué ansiabas?

Tenía 27 años y ansiaba hacerme como persona adulta y artista, aprender, pero también crear obras, aportar algo al discurso, tener amigos, integrarme en la ciudad, creo que quería muchas cosas a la vez.

¿Lo encontraste?

Sí. Es parte de un proceso continuo, sigo aprendiendo y encontrando oportunidades interesantes en el arte y tengo amigos a los que quiero muchísimo. Ahora vivimos en un bosque en Pensilvania pero no estamos muy lejos de Manhattan. Ha sido muy interesante entrar en un ámbito semi rural y de los exurbs. Este mundo inspiró nuestra serie Travelers, a la que hemos dedicado muchos años de nuestra vida, y más recientemente la serie Casa Ciega/Blind House, que vamos a exhibir el año que viene en el Center for the Humanities en Ann Arbor, Michigan.

¿Qué diferencias fundamentales, debilidades y fortalezas, estableces entre ambos lugares en cuanto al desarrollo de tu práctica artística y al propio sistema del arte?

El mercado del arte en Nueva York es potente. Los coleccionistas tienen mucho más dinero que en los noventa, esto es en parte un reflejo de la gran desigualdad económica que se está desarrollando en los últimos diez años. Compran a precios altos las obras de muy pocos artistas que pertenecen a menos galerías. En unos casos, compran y esperan, dejan que el artista y su galería trabajen; que expongan en museos, que reciban buenas críticas y, si ven que es el momento, venden a precios mucho más altos en subastas. En otros casos, están financiando museos privados en colaboración con algunos conservadores y esto termina de cimentar el valor de sus colecciones. La ascensión económica del mercado del arte ha sido algo vertiginoso, es como la bolsa. Allí existe un mercado secundario, probablemente más fuerte que el primario, y hace que la inversión en arte sea líquida y a veces espectacular. En España apenas existe y el coleccionista tiene por tanto miedo a comprar algo que es muy difícil revender en el futuro.

¿Crees que puede mejorarse algo?

Claro que sí. Algo que me parece muy mal en España es que no se permita a los artistas trabajar y cobrar en la jubilación. Una jubilación que suele ser completamente insuficiente para vivir, pero que ayuda a proteger de la pobreza. Esto es algo que se permite en casi todas las economías avanzadas porque es positivo para el individuo y para la economía de un país.

Eso mismo, ampliado a tu experiencia internacional, ¿qué deberíamos aportar y erradicar en la práctica artística contemporánea?

Ciudades como Madrid se benefician inmensamente del arte. Los grandes museos atraen a millones de personas de todo el mundo año tras año. Una buena colección de arte es vital para la salud económica y mental de una ciudad. Los artistas de hoy somos los museos del futuro, pero a los artistas contemporáneos en España no se les apoya mucho. No existe el dinero para eso. Eso significa que en las colecciones mundiales del futuro habrá muy pocos artistas españoles. Me parece trágico, pues es un país lleno de mentes brillantes y muchas se están desperdiciando.

¿Algún proyecto pendiente a realizar en Alicante?

Walter y yo estamos preparando una exposición en el Centro de Arte Tomás y Valiente de Fuenlabrada que se inaugura el 26 de abril. Estamos probando cosas nuevas y es emocionante.

Un proyecto que cueste arrancar.

Ser artista no es fácil. Te tienes que inventar todo todos los días y además creértelo. A eso de las doce de la mañana está uno ya agotado. Pero los artistas nos entusiasmamos enseguida y con un poquito de apoyo hacemos maravillas.

Un deseo.

Ser mejor artista y mejor persona. Tener el tiempo y la fuerza interna para poder hacerlo.

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