Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Leonardo Padura: «Hay escritores cubanos que han hecho de la política su medio de vida»

Su última novela, La transparencia del tiempo, ha llevado a Leonardo Padura (Premio Princesa de Asturias de las Letras, 2015) a recorrer España

El escritor cubano Leonardo Padura.

- Acudí a la primera edición de la Semana Negra en 1988. Mi objetivo era realizar un reportaje para un diario mexicano que me lo había encargado. En esos días, en los astilleros de Gijón conocí a los escritores más relevantes en aquellos momentos del género negro de habla castellana: Manuel Vázquez Montalbán, Juan Madrid, Andreu Martín, José Luis Muñoz, Jorge Martínez Reverte, Paco Ignacio Taibo II? Eso me animó y comencé a adentrarme en el género. Tres años más tarde ya tenía en el mercado la primera aventura de mi teniente de la policía de La Habana, Mario Conde, con el título de Pasado Perfecto.

Un policía inverosímil, que no se guía por ningún método científico, sino por premoniciones; sin embargo, lo que más nos ha llamado la atención en España es su nombre: Mario Conde.

No, no tiene nada que ver con el banquero y político español del mismo nombre. A finales de los ochenta, yo tenía un personaje que había empleado en varios relatos, su nombre era Mario Lamar, pero no me gustaba porque el apellido Lamar rimaba con todo. Al mismo tiempo mi padre tenía un pariente al que llamábamos, sin saber el porqué, Manolo El Conde. Y así nació el teniente Mario Conde en mi primera novela Pasado Perfecto: del cruce del nombre de mi personaje y de apellido el sobrenombre de ese pariente de mi padre.

Terry Eagleton suele decir que cuando hay algo que desconoce, inmediatamente se pone a escribir sobre ello. Usted, en el caso concreto de El hombre que amaba a los perros , también dijo que había escrito esa novela por ignorancia.

Efectivamente, yo desconocía quién había sido Leon Trotsky más allá de la consigna repetida por la dirección y los miembros del Partido Comunista Cubano, de «gran traidor a la clase obrera». Cuando comencé mi investigación, me encontré que sobre su persona solo había dos libros en la biblioteca central de La Habana. Y ambos escritos por autores soviéticos en editoriales soviéticas que profundizaban aún más en esa consigna. Es decir, no tenía muchos conocimientos ni sobre Trotsky ni sobre lo que había rodeado su vida, tampoco de su asesinato a manos de Ramón Mercader. Y de éste, de su asesino, Ramón Mercader, me encontraba en la misma situación, salvo que había vivido en Cuba los últimos años de su vida. Esa ignorancia provocó que me pusiera a investigar, el resultado fue la novela El hombre que amaba a los perros. Lo mismo me ocurrió con la novela Herejes, la escribí al descubrir la existencia de un carguero de nombre Saint Louis que, en 1939, salió de Alemania con novecientos judíos huyendo de los nazis y llegó al puerto de La Habana. Cuando ya se hizo patente que las autoridades cubanas no le iban a conceder el permiso para desembarcar, el barco tuvo que regresar a Alemania con los novecientos judíos.

Usted escribió en Yo quisiera ser Paul Auster que desearía ser como él, sobre todo, para que le preguntaran sobre las cosas que a usted le gustan: el beisbol, el cine italiano, la literatura? Pues nunca ha leído una entrevista a Auster en la que le preguntasen por Guantánamo, las medidas económicas de su país, el control de los ciudadanos por la Agencia de Seguridad Nacional?

Ya tengo muy asumido que he de desdoblarme en dos oficios: Leonardo Padura, el escritor, y Leonardo Padura, el cubano. Hay veces que me toca ejercer el oficio de escritor y otras veces el de cubano. Fíjese que hay turistas en Cuba que han intentado explicarme cómo es mi patria. Es así, no me queda más remedio que desdoblarme, es lo que toca. Estoy condenado a responder preguntas muy diferentes a las que suelen hacerle a él, preguntas que, en mi caso, por demás, casi siempre son muy parecidas. Un escritor cubano con un mínimo sentido de su papel intelectual y ciudadano, está obligado a tener algunas ideas sobre la sociedad, la economía y la política de la Isla. Hay escritores cubanos que, han hecho de la política un medio de vida. Unos acusan al régimen de ser un infierno, otros exaltan las virtudes y bondades del sistema, pero unos y otros extraen de la política no solo materia literaria, sino estilos de vida, estatus económicos más o menos rentables, y representatividad.

Sin embargo, le decía, que si ahora tuviéramos a Paul Auster delante, seguro que, en primer lugar, ya no le preguntaríamos de beisbol o de literatura, sino de los Estados Unidos y de Trump.

(Risas) Es mi venganza.

Con motivo del IV Centenario de la muerte de El Greco, se realizó una exposición de su obra y escuela con el título El Greco: Arte y Oficio . Usted, en su última novela, emplea los términos «riesgo», como sinónimo de «arte», y «oficio» al referirse a los grandes maestros.

Sí, me estoy refiriendo a que yo puedo escribir una novela cada seis meses de Mario Conde, pero no arriesgaría nada, no crearía nada nuevo, sería solo oficio, no arte. Es lo que le ha ocurrido a Philip Roth, que ha dejado de escribir al considerar que ya no iba a aportar nada nuevo a la literatura que había escrito hasta ahora.

La Transición española se entiende leyendo las novelas de Vázquez Montalbán; la crisis de la socialdemocracia sueca, leyendo a Mankell; la Sicilia actual, con Camilleri; y la Grecia de la crisis, con Márkaris. ¿Ocurre lo mismo con Padura y la Cuba de la utopía perdida?

¿Se da usted cuenta de lo que le decía antes? Para responder a esa pregunta he de ponerme las ropas y ejercer el oficio de Leonardo Padura cubano.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats