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Recuerdo de lo vivido, memoria de lo soñado

Torregrosa reúne en Concierto de contrarios una serie de composiciones que dialogan con obras literarias y recrean diferentes geografías

Juan Ramón Torregrosa.

No sé si es el mejor de sus libros, pero, desde luego, Concierto de contrarios es el más ambicioso y abarcador proyecto poético de Juan Ramón Torregrosa (Guardamar del Segura, 1955), que ha dado a las prensas un volumen cuidado hasta el extremo, bien planificado, bien distribuido y, sobre todo, perfectamente articulado. No resulta extraño en este profesor de lengua y literatura, licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Barcelona y doctor en Teoría de la Literatura y el Arte por la de Granada, que, además, ha escrito obras de teatro, editado y adaptado numerosos textos, en muchas ocasiones destinados a un público infantil y juvenil. Somos muchos los que aprendimos a amar la poesía gracias a su Antología de la lírica amorosa publicada por Vicens-Vives.

Como poeta, Juan Ramón Torregrosa ya había publicado anteriormente El estanque triangular (1975), Sol de siesta (1996), Sombras del olvido (2003), La soledad siguiendo (2008) y Cancela insomne (2013), volúmenes en los que exploraba los límites y funciones de la memoria, que vuelve a estar presente en esta nueva entrega, bellamente editada por la editorial granadina Entorno Gráfico dentro de su colección El torno gráfico. La ilustración de la sobrecubierta es un detalle de La caída de los ángeles rebeldes, de Pieter Brueghel el Viejo, y envuelve un libro que, de alguna manera, traza un recorrido por buena parte de la cultura occidental, con ciertos guiños a la oriental.

En cierto modo, Concierto de contrarios continúa la senda iniciada en Cancela insomne, sobre todo en lo referente al empleo de versos endecasílabos y heptasílabos, cuidadosamente mimados por el poeta. El volumen, que se abre con una cita de Fernando de Rojas, reúne un total de cuarenta y una composiciones breves, todas ellas con título, distribuidas en cinco partes bien diferenciadas, si bien la última, «Coda», solo incluye una pieza. Fernando Parra, en el prólogo que precede a los poemas, «La mirada demiúrgica», ofrece al lector algunas de las claves de lectura: la contemplación de la naturaleza, la presencia constante de opuestos, la importancia de la mirada, el paso del tiempo... Y es que, no en vano, Juan Ramón Torregrosa, al nombrar todo cuanto le rodea, lo hace existir, lo particulariza, lo subraya.

Cada una de las cinco partes de Concierto de contrarios, salvo la última, tiene una cita inicial. Así, la primera, titulada «Sucesión de los días», la inaugura Agustín de Hipona, cuyas palabras actúan de pórtico para nueve poemas que se recrean en la contemplación de una naturaleza de ambiente otoñal, que va del surtidor del poema inicial, «El agua y la mirada», hasta los flamencos del poema homónimo, pasando por las mimosas, el sol, los lirios o la tormenta. En cambio, las ocho composiciones de la segunda parte, «La piedra y la palabra», van precedidas por una cita de Quevedo y están repletas de referencias clásicas y geografías culturales, como Venecia, París o Praga, si bien me quedo con los versos finales de «Templo en ruinas» («Solo la voz, / la palabra intangible, fugitiva, / infunde vida y forma / a lo que en su nombrar de nuevo existe»), que apuntan ya al contenido de la tercera parte, centrada en la literatura y en la escritura.

Diez son los poemas que se dan cita en la tercera parte, «Voces y gestos», inaugurada por esta genial cita de Unamuno: «Leer, leer, leer, vivir la vida / que otros soñaron». Por estas páginas desfilan, entre otros, Lázaro de Tormes, Robinson Crusoe, Gulliver, Cándido, Bartleby y Kafka. Todas estas referencias componen, por así decirlo, la memoria de lo leído, frente a las trece composiciones de La luz desde la sombra, precedidas por una cita de Jorge Guillén. Estos poemas son acaso los más personales de todo el conjunto y en ellos se incorpora también la memoria de lo vivido. Resultan imprescindibles composiciones como Antes y ahora y La luz, sin olvidar las reescrituras clásicas de «Inferno» o «Manriqueña»: «aquel alardear, aquella fuerza / inagotable, aquel soñar despierto, // estos ojos y miembros fatigados, / ¿qué se hicieron, qué son y fuiste y eres?».

Concierto de contrarios se cierra con el poema «Dos vidas», un buen ejemplo de esa lucha de opuestos, de esa sucesión de contradicciones que es siempre la vida. Los últimos versos del libro así lo confirman: «Ambas buscas y en lucha permanente / las dos en ti conviven y combaten: / la vida activa que a la acción te empuja, / la vida ociosa que la paz te ofrece».

Juan Ramón Torregrosa

Concierto de contrarios

Entorno Gráfico Ediciones

2017

80 páginas

10€

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