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Memoria de Alicante

El Archivo de la Democracia, cuyo artífice fue el fallecido Josep Bevià, protege del paso del tiempo documentos de la historia reciente española

Borges escribió una vez: «Somos nuestra memoria. Somos ese quimérico museo de formas inconstantes». De preservar esa memoria se encarga, en el caso de Alicante, el Archivo de la Democracia. El archivo es el guardián de la memoria de toda una comunidad, el lugar donde los años perviven, donde la memoria colectiva se encuentra a salvo de los olvidos infatigables ocasionados por el tiempo. El fallecido Josep Bevià Pastor fue el artífice del proyecto del Archivo de la Democracia y, hasta el momento de su muerte el año pasado, ejerció como Presidente Honorífico de su Consejo Asesor.

El Archivo, que es una iniciativa apoyada por el Vicerrectorado de Cultura, Deporte y Lenguas de la Universidad de Alicante, lleva en funcionamiento desde enero de 2004 y ha recibido donaciones de los fondos documentales del ex diputado Manuel Alcaraz Ramos y del primer Conseller de Cultura, ex Senador y ex Vicepresidente del Congreso de los Diputados, Josep Bevià Pastor, entre otros. Su labor es la de recoger los fondos documentales escritos, gráficos y sonoros de personas o entidades destacadas en el mundo de la política, la cultura o la economía alicantinas, sobre todo en la etapa que comienza tras la dictadura franquista. De este modo, el Archivo asegura la conservación de la memoria documental de la transición política y la consolidación de la democracia en Alicante.

Para que los ciudadanos tengan acceso a los fondos y puedan recuperar la historia de su ciudad, que es la historia de su pasado reciente, el Archivo cuenta con procesos de catalogación y digitalización. Gracias a ello, los especialistas y la población en general pueden encontrar la información deseada en un breve lapso de tiempo.

Este proyecto se nutre directamente de las donaciones de archivos y publicaciones de particulares, es decir, se encuentra abierto a la participación ciudadana. De este modo, el archivo pretende estimular el conocimiento de nuestra historia reciente a través de acciones divulgativas y publicaciones, promoviendo el fortalecimiento de una memoria colectiva democrática y cívica. En este momento cuenta con más de 112 subfondos de interés general entre los que destacan las colecciones de pegatinas, folletos, audiovisuales, revistas y carteles del período de la transición en la provincia de Alicante.

En concreto, el volumen del archivo asciende a 150 metros lineales, 1.300 carteles, 700 pegatinas, 35.000 fotografías y 295 audiovisuales. Estos fondos documentales provienen de donaciones de particulares y asociaciones, conformando un conjunto documental heterogéneo, formado por manuscritos, documentos originales, copias, documentos inéditos, publicaciones impresas, recortes de prensa, folletos, carteles, fotografías, dossieres (MIAU) temáticos, entre otros.

Pero en el Archivo no sólo encontraremos la historia oficial de la ciudad de Alicante en la época de la transición y de la democratización, sino que cuenta con una riqueza única: aquellos fondos que remiten a historias particulares y personales de los que vivieron una época oscura en la que ya se comenzaba a atisbar ciertos centelleos de luz. Es la historia de los que combatieron la dictadura, de aquellos que escondieron las cuartillas bajo su almohada o en el doble fondo de armario, de los que alzaron su voz por encima de la represión, de todos aquellos que, aunque ya no estén, ayudaron a edificar los cimientos de la democracia.

Cuéntame cómo pasó

En el Archivo de la Democracia podemos encontrar una amplia colección de cartelería política, así como la presencia de publicaciones ya desaparecidas, como Cuadernos para el diálogo o Cambio 16. La calidad del contenido salvaguardado por este archivo es tal que incluso la famosa serie televisiva Cuéntame ha solicitado en varias ocasiones el préstamo de carteles para el rodaje de sus capítulos. También el historiador y escritor Paul Preston se valió de archivos del departamento para redactar su edición actualizada de La Guerra Civil española (2016).

Además, el Archivo ha elaborado una serie de exposiciones sobre sus fondos documentales y se siguen presentando en las sedes de la UA en varias localidades provinciales, así como en los centros culturales de los Ayuntamientos. Algunas de estas exposiciones han generado publicaciones, de forma que, entre octubre de 2016 y noviembre de 2017, se registraron catorce exposiciones en doce localidades alicantinas. Algunos de los temas tratados han sido «Nosaltres, 30 anys de l’Estatut d’Autonomia», «Mujeres de la Transición», «Constituciones Españolas, 1812-1978», «El final de la Guerra Civil en Alicante: represión y exilio», entre otros. José María Perea nos adelanta que hay un calendario similar para el curso actual, «que culminará con la exposición y actividades que estamos preparando por los cincuenta años del CEU».

Que la memoria no nos sea efímera

La Ley de la Memoria Histórica (2007) fue la iniciativa legal que reconoció a quienes habían sufrido la represión franquista varios derechos fundamentales que se hicieron esperar demasiados años: extendió las ayudas financieras a las familias de las víctimas del franquismo, aprobó la exhumación de las fosas comunes, retiró los símbolos franquistas de las calles y otorgó la nacionalidad española a los descendientes de exiliados, entre otros logros.

A pesar de que esta ley impulsó la recuperación de nuestra memoria histórica, según Perea, «careció de medios económicos para cumplir todos sus objetivos, además de la oposición de ciertas formaciones políticas o la inhibición de sectores de la Justicia».

Aún es largo camino que se ha de recorrer hasta la recuperación total de la historia no-oficial, aquella que la dictadura consiguió silenciar durante años, pero que sobrevive en los relatos individuales, en los núcleos familiares, en las cartas de los esposos, en la memoria de los nietos que hoy pueden acudir al Archivo de la Democracia para conocer o recordar la historia de su familia.

Los fondos documentales del Archivo se organizan en dos grandes secciones. En primer lugar, encontramos los denominados fondos por procedencia, que se identifican por el nombre del productor. Dentro de estos fondos, el Archivo se organiza en subfondos, con series documentales que ayuden al usuario a encontrar el material. Cuando se trata de documentos de asociaciones, estas series se plantean según sus funciones y actividades. Por otro lado, los subfondos que provienen de particulares se agrupan según cada caso particular, para mejorar la organización del Archivo.

En segundo lugar, el Archivo cuenta con colecciones organizadas según su tipología documental, que puede ser colección de carteles, fotografías, publicaciones periódicas, libros y folletos y audiovisuales, o por contenido temático, es decir, dossieres temáticos.

Los guardianes entre la memoria

El ya mencionado Josep Bevià Pastor, artífice del Archivo, fue un pilar fundamental hasta su fallecimiento. El decano de la facultad de Filosofía y Letras, Juan Mesa, aseguró que «hemos perdido un claro ejemplo de aplicación de los saberes humanísticos a la práctica política y a la defensa de nuestra democracia».

Una de las donaciones más recientes es la de la Asociación de Aviadores de la República, que ha cedido al Archivo los fondos documentales de antiguos aviadores. Entre los materiales donados, encontramos libros de vuelo, revistas, libros, archivos personales, fotografías, cartelería de guerra, memorias de aviadores, documentación sobre procesos judiciales y otros documentos cuya custodia corresponde a la Delegación Catalana Norte-Balear de ADAR, con sede en Barcelona.

La Asociación entregó a la Universidad de Alicante una copia digital de todo el fondo documental para su posterior difusión y utilización en investigaciones, así como para la dinamización cultural de unos bienes cuya relevancia histórica resulta innegable. Por su parte, el Archivo de la Democracia se compromete a conservar los documentos y a divulgarlos garantizando la unidad del legado histórico. Según Perea, se trata de «un legado cuantioso y valioso que durante más de cuarenta años se guardó en Moscú y México hasta su retorno a España con la democracia».

José María Perea y Francisco Moreno son dos de las figuras más trascendentales representativas del Archivo, y su labor de organización, de recaudación de fondos y de dar a conocer la función de esta iniciativa es intachable. Perea ostenta el cargo de coordinador del Consejo Asesor desde hace tres años y considera que el Archivo siempre ha mantenido una doble vertiente: «Catalogar cuantos documentos se reciben para su conservación y custodia en el Archivo, dependiente del Archivo General de la Universidad de Alicante, y ponerlos a disposición de cuantos se interesan por el contenido de los mismos».

Es complicado destacar algún fondo en concreto teniendo en cuenta su inmensa extensión y su elevada calidad. Sin embargo, Perea se atreve a destacar los Diarios de Eliseo Gómez Serrano, diputado a Cortes en la República de Alicante y fusilado al finalizar la Guerra Civil. Su familia conservó estos documentos y los donaron al Archivo. Según Perea, «la edición de los mismos ha ayudado a entender mejor aquellos años de la guerra y lo sucedido en Alicante».

Como novedad, el Archivo ha incorporado una parte del trabajo que está realizando el profesor Moreno Sáez, con la colaboración de otros estudiosos, sobre la represión en la provincia, con los expedientes de miles de ciudadanos o condenados durante los primeros años del franquismo. Este trabajo supone una piedra más en el largo camino para la recuperación de nuestra historia.

«Somos ese montón de espejos rotos», concluía Borges. De recoger las esquirlas de la historia y reconstruir meticulosamente su devenir se encargan, entre otros, Perea, Moreno, y el propio Archivo de la Democracia.

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