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79 maneras de decir «te quiero»

El primer libro de Irela Perea, El amor y las leyes de Newton, es un volumen bellamente ilustrado por Lady Desidia

Ilustración de Lady Desidia.

La obra de Irela Perea (Madrid, 1973) llega ahora por primera vez a las librerías con el deslumbrante título de El amor y las leyes de Newton, pero lo cierto es que hace ya algunos años que la autora se viene prodigando en las redes sociales, especialmente en Facebook, donde, al igual que otros poetas urbanos, tiene una legión de seguidores (más de 100.000). Este volumen recopila parte de las composiciones, tanto en verso como en prosa, que Irela ha ido publicando en ese medio.

Si bien Irela Perea comparte con otros poetas de la redes la emanación confesional y la expresión de sentimientos, hay algo en su escritura que no suele ser común en la mayoría de ellos: una firme voluntad de estilo. Es una autora en la que encontramos una auténtica preocupación formal, tanto a la hora de componer como a la de ordenar sus escritos. Es verdad que estamos, fundamentalmente, ante un tipo de escritura de cariz amoroso, y eso explica que, en muchas ocasiones, la obra de estos autores, denominados con frecuencia «poetas urbanos», se publique en editoriales y colecciones diseñadas para un público juvenil. La explicación es sencilla: a la mayoría de adolescentes le interesa la poesía porque expresa sentimientos, e incluso muchos jóvenes escriben poemas, diarios y textos en los que dan cuenta de sus emociones, sus dudas y sus impresiones frente a un mundo incierto, hostil, adulto y gris.

El gran éxito de esta poesía urbana es que ha creado un público lector que antes no existía y, por primera vez en muchas décadas, hay libros de poemas en las listas de los más vendidos. Creo que este salto de las redes a la edición ha sido un fenómeno favorable para la poesía y ha visibilizado un género que, aunque nunca había perdido su prestigio, parecía limitado a unos cuantos cientos de lectores. Habrá quien plantee dudas sobre la calidad de muchos de estos poetas e incluso quien llegue a decir que lo que escriben no es poesía. Mi intención ahora no es polemizar, ni mucho menos (aunque debo confesar que me encanta que haya una polémica abierta, sea cual sea, en torno a la poesía), sino presentar a una poeta que viene de esa línea y que no ha renunciado en ningún momento a un prurito de estilo.

El amor y las leyes de Newton es un libro perfectamente armado que utiliza como eje algunas leyes de la Física. No solo el título es muy sugerente y un gran hallazgo de la autora, sino que plantea ya desde un principio una dicotomía a la que todo ser humano se ha de enfrentar: ¿razón o corazón? ¿sentimiento o pensamiento? Pues bien, esto le sirve a la autora para contar el amor, para presentar su evolución a lo largo de setenta y nueve composiciones, tanto en verso como en prosa, que se reparten en cinco apartados, todos ellos introducidos por una alusión a las leyes de Newton. Así, la primera parte, Distancia entre tú y yo: 10.000 Km., que consta de veinte composiciones, se abre con I nstrucciones para encontrar un amor conveniente, un texto que bebe a partes iguales de Cortázar y de los manifiestos dadaístas. En este apartado, los diferentes poemas y relatos suponen una celebración de la plenitud del amor, como podemos leer en Propuesta nº 1: «Podríamos amarnos en todos los tiempos verbales (excluyendo siempre el modo condicional y el aspecto imperfecto). Y después incluso enamorarnos en latín (ego te amo). Viajaríamos por los mundos posibles, tú serías mi universo y yo el tuyo, y encontraríamos nuestro país».

En las otras cuatro partes (de 17, 13, 13 y 16 composiciones, respectivamente), Irela Perea ofrece un inventario de las diversas formas de amor, ya sea en la distancia o en la memoria. Entre todas, destacan el neopopularismo de Soy de savia («Porque amores que vuelan / solo cuando hay cielo, / esos, cariño, / yo ya no los quiero»), la brevedad de Pequeños detalles, la sugerente imagen de Seré lluvia, el ejercicio memorialístico de La mecánica de los recuerdos, la belleza de Sirena, la certeza de El sur, las referencias literarias de Un adiós desde Nunca Jamás, el homenaje a Girondo de Principio para un cuento y la rotundidad de Fin: «Yo valgo demasiado para vivir de tu olvido. / Vive tú de mi recuerdo». Y todo ello, no lo olvidemos, acompañado por las magníficas ilustraciones de Lady Desidia, que dialogan de forma brillante con los versos y las prosas de Irela Perea, a quien muchos lectores conocían ya a través de las redes.

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