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Ángel Masip, trayectoria institucional

En la sala A de la Lonja, podemos ver el trabajo seleccionado en la II convocatoria para las exposiciones de las salas municipales, organizada y subvencionada por la Concejalía de Cultura de Alicante, con 10.000 euros por proyecto. Ángel Masip también fue seleccionado en la I edición de esta convocatoria y en una de las diferentes convocatorias programadas por el Consorcio de Museos de la Generalitat Valenciana, que pudimos ver en el Centre del Carme hasta hace muy poco tiempo. Por lo que podemos hablar de una presencia privilegiada de un único artista en nuestras salas públicas, así como de una evolución en su trabajo que pocos pueden tener la oportunidad de desarrollar y mostrar con este apoyo en medios y en dinero.

En la sala A de la Lonja nos encontramos con que la propuesta presentada por este artista se basa en el acoplamiento, revisión, de tres instalaciones realizadas para otros espacios expositivos y producto de otros premios, becas, convocatorias: Escaparitismo Salvaje, de 2013, trabajo expuesto en la galería de Madrid, La New Galery, a través del proyecto Jugada a 3 bandas, una imagen de grandes dimensiones, una palmera en negativo, y la instalación de diferentes materiales de deshecho de construcción, expuestos sobre la superficie del plano pictórico; Domesticidades fantasmas, de 2016, producto de la beca concedida por el MAC, unas residencias artísticas, 16.000 euros; y Two and a half minutes to midnight, convocatoria 365 DIES VLC, Consorcio de Museos, dotada con el 15% del presupuesto total de 78.000 euros, como honorario de artista, más los gastos de producción, montaje, transporte, seguros? Pero así como las dos primeras instalaciones conservan su espíritu de investigación original, prácticamente como se concibieron para su instalación en el primer espacio, en esta última instalación se ha variado radicalmente su concepto.

Si en València, bajo la idea de mostrar un museo apocalíptico, buscó romper las convenciones, los principios de exposición y de recepción tradicionales de la obra, en Alicante, hay un regodeo en estos mismos principios. Masip, como ya hemos observado en otras criticas de su trabajo, aunque domina el discurso de la instalación, su vivencia y comprensión del arte se basa en la pintura, en el Barroco y el esteticismo. Si en València buscaba la transgresión y todos los elementos de la instalación se componían a la contra de una recepción directa, integral, buscando la fragmentación, la desproporción en la disposición de los muebles de madera, jugando con una oscuridad casi total y una iluminación agresiva donde el protagonismo estaba en esa dificultad, en esa agresión al espectador; en Alicante la imagen es otra totalmente distinta, radicalmente opuesta. Los 17 metros de expositores, mesas, están colocados de manera lineal a lo largo de toda la sala, sin interrupción, con una iluminación plena cenital, los objetos reivindican su lugar en el espacio, como una serie de bodegones que nos recuerdan el barroco más riguroso de Zurbarán. Masip nos muestra su deuda con la historia del arte. Nos plantea un recorrido convencional con múltiples guiños a esta historia, pero desde el discurso arraigado en la demostración de una estética asimilada que no desagrada a nadie.

La instalación artística depende en gran parte del espacio en el que se ubica, con el que establece un diálogo esencial. Pero si en València buscaba romper con todo aquello que el artista cree dominar, en Alicante ha sacado su verdadera personalidad, Masip es un esteta.

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