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Un espía andaluz

Con Eva (Alfaguara, 2017) Arturo Pérez Reverte, en su empeño por afirmarse como un novelista de amplio espectro temático, sólido, ameno y asequible a todos los públicos en nuestras librerías y parte del extranjero, abunda en una nueva línea narrativa iniciada en su novela Falcó (2016). Maestro de la novela y el relato histórico ( Alatriste, El asedio, Un día de cólera), avezado en el asunto del misterio y la aventura ( El club Dumas, La carta esférica) atento a los impactos de la actualidad ( Territorio Comanche, La reina del sur), Pérez Reverte se introduce, ahora, en la elaboración de una saga detectivesca que combina su pericia en la indagación del pasado con la intriga propia del noir más clásico: las andanzas de un espía jerezano, Alfonso Falcó, en el ambiente más sórdido y oculto de nuestra Guerra Civil. Una saga que, a juzgar por sus dos primeras entregas, se acerca al precedente de las aventuras del Bernie Gunther de Philip Kerr trasladando a España, el empeño del escritor británico por desbrozar el submundo de la Alemania nazi desde la sucia atalaya de la policía y el espionaje de aquel tenebroso régimen. Reverte, provocador, insobornablemente crítico, sin ánimo de hacer amigos, con su patente de corso, clava su bisturí en los tejemanejes del bando nacional, en su lucha cainita por imponer el franquismo y en los no menos negocios turbios del bando republicano fraccionado por las ideologías de la izquierda. Un territorio novelesco, balcanizado, propicio a combinar ficción y realidad, donde la sombra de Dimitros planea por el solar hispánico y sus países fronterizos.

Eva es, sin excesivos reparos, una continuación de Falcó, que, tras concluir su primera aventura centrada en el intento frustrado de salvar a José Antonio Primo de Rivera de su prisión de Alicante, se cuela en el asunto del «oro de la República», internacionaliza la intriga y nos lleva desde la «Salamanca burgalizada» de Umbral y Juan Madrid, ( Leyenda del César visionario y Perros que duermen) a la Lisboa de Salazar y la Sevilla de Queipo de Llano, hasta ese nido de espías que fue el Tanger real y literario. Si Falcó era un relato más breve, funcional, casi un prólogo de las andanzas del agente andaluz ?un señorito rufianesco, cínico y mujeriego, implacablemente profesional en su condición de mercenario, aunque con un toque romántico, como mandan los cánones- Eva se abre a una trama más compleja en la que crecen los personajes presentados en la primera entrega (el Almirante, Paquito Araña, la propia Eva) y aparecen otros nuevos salidos de un catálogo de secundarios de Casablanca, endurecidos por la pluma de Reverte: los capitanes Quirós y Navia, el gordo Rexach, la melancólica Moira o el achulado capitán de regulares Pepín Gorguel (memorable el capítulo de su venganza frustrada por una cuestión de cuernos). Una amplia galería de tipos ?donde no falta ese guiño del «cameo» de Philby- cuya sabia descripción ensancha las subtramas y otorga una mayor consistencia emocional una historia plena de acción.

Reverte no se llevará el premio Nobel, sin duda, con las andanzas de Falcó, pero nos abre una nueva puerta al relato de aventuras, bien escrito, sumamente entretenido y, como siempre, ausente de mojigaterías, que molestará ?y bien que me alegro- a cuantos piensan que el mundo se divide entre el Bien inmaculado y la Maldad tenebrosa, a cuantos rechazan lo «políticamente incorrecto», que, a fin de cuentas, es la vida misma, con o sin espías.

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