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Victoria Díaz: «Las fronteras entre diferentes medios se han diluido»

Su práctica artística bascula entre la escultura, principalmente, y el grabado y la ilustración en otro plano

Victoria Díaz: «Las fronteras entre diferentes medios se han diluido»

En los tiempos de Bernini, la escultura era un arte marginal respecto de la pintura. ¿Cuál crees que es la situación de la misma actualmente? ¿En qué plano la ves respecto de otras técnicas?

En la antigüedad la escultura se entendió subordinada a la arquitectura, pero también se entiende como un medio independiente de expresión artística. Se han diluido las fronteras entre los diferentes medios y ya no importa tanto la distinción entre pintura, escultura, grabado, fotografía, videoarte? o cualquiera de los medios híbridos que ahora existen. La escultura es un medio que utiliza el espacio físico como uno de sus recursos lingüísticos, pero no es el único ni es exclusivo. Fuera del ámbito lingüístico, los más relevante de la escultura respecto de otros medios, desde el punto de vista comercial, es que es algo que ocupa más espacio generalmente, y puede llegar a ser más caro por los procesos de elaboración y fabricación, lo cual puede plantear la dificultad para estar en el mercado más que la pintura o el grabado, por ejemplo.

La escultura no ha sido un espacio en el que la mujer se haya visto muy representada, o probablemente la historia la haya silenciado ¿A qué crees que se debe esto?

Que la obra de las mujeres ha sido silenciada en los libros de historia es un hecho. Numerosos estudios críticos reescriben esa historia e incluyen la obra de multitud de mujeres artistas que muchas veces en su época sí fueron reconocidas y luego han sido ocultadas. Las sociedades patriarcales tienden a intentar apartar a las mujeres del espacio público y la producción y confinarlas en el espacio privado. No siempre lo consiguen.

¿Por qué tu deseo de ser escultora?

En mi caso personal, cuando me inicié en los estudios artísticos, enseguida me di cuenta de la afinidad personal y material hacia los procesos escultóricos. La escultura define espacios, y esa definición concreta del espacio modifica nuestro movimiento y nuestro sentir de ese espacio mismo. Desde muy pronto me interesó mucho la diferenciación entre el espacio interior y el exterior, y cómo el proceso de construcción de la escultura en sí va dibujando el espacio que la contiene.

¿Son el grabado y la ilustración complementarios en tu obra, u otras vías?

En mi caso sí, los he utilizado en momentos puntuales para explorar en dos dimensiones la expresión de la transparencia y el volumen, de las superposiciones, de lo oculto, de lo íntimo, dentro del discurso sobre lo interior y lo exterior que es una constante en mis esculturas.

Tu trabajo investiga captar el sentimiento de la forma y el sentimiento que generan los espacios arquitectónicos, por decirlo resumidamente. ¿Qué difícil, no?

El entorno influye enormemente en nuestro estado de ánimo y en las ideas que desarrollamos, seamos conscientes o no de ello, y por esto mismo, podemos desentrañar ese lenguaje espacial y usarlo para expresar y provocar ideas y sentimientos, tanto en la escultura como en la arquitectura. En este sentido, ambas se diferencian básicamente en la escala y en la habitabilidad. En mis esculturas trato de expresar espacialmente sentimientos como la angustia de la lucha, la fuerza que impulsa la supervivencia, el extrañamiento de uno mismo, el crecimiento personal? expresado en superficies osmóticas que se retuercen, que crecen, que se abren, se comprimen o que se dan la vuelta. Esas pieles abstractas crean espacios viscerales que se interpretan y complementan con los títulos que son micro poemas, y entre ambos recrean el sentimiento que los hizo nacer.

La malla de alambre es tu principal material de trabajo. Poco habitual en el medio. ¿Qué acometes al utilizar ese material humilde?

Comencé a utilizarla en los años 90, me atrapó su geometría y la transparencia, la posibilidad de trabajar escultóricamente pieles osmóticas que rompían la barrera entre el interior y el exterior de la escultura, con lo que pude describir «lo que pasaba en el interior de los cuerpos». Me enamoró la geometría de los fulerenos y durante una década aprendí a tejer la malla metálica, un material tan humilde, para crear esculturas «correctas» geométricamente hablando, que a la vez fueran orgánicas y trasmitieran en sentir que me animaba. El tejido del alambre es lento y cuidadoso, y se impregna del espíritu de esa labor milenaria de las tejedoras neolíticas, y las horas de trabajo son horas de ensimismamiento en la idea que impulsa la construcción de esas formas que al final del proceso contienen toda esa energía.

Estamos ante un cambio de paradigma. Inmersos en una revolución tecnológica de la que no podemos tener todavía perspectiva. Sin embargo, parece que nuestro futuro va a pasar inexorablemente por las impresoras 3-D ¿Cómo ves tú este tema?

Las impresoras 3D son una herramienta más, como lo fue la fotografía, y de la misma forma, llegará a ser un arte en sí mismo en manos de artistas que vean en ello un nuevo medio de expresión. No es ni mejor ni peor, es un medio más.

¿El inicio de tus estudios de arquitectura aplaza proyectos futuros?

Al contrario, creo que es el avance necesario para mi trayectoria. Mis dos últimas esculturas ya en 2010 apuntaban hacia el espacio arquitectónico. Ahí tuve claro que mi evolución pasaba por llevar mi trabajo a otra escala y a otros medios. Ahora he encontrado el tiempo y la energía para acometer tamaña empresa, que de una forma u otra irá de la mano de mi trabajo escultórico.

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