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Un nuevo ciclo de «La mesa del arquitecto»

Hoy, jueves, a las siete de la tarde, se celebra en la biblioteca del MACA la segunda de las charlas de La mesa del arquitecto, que este año alcanza su cuarta edición. En la sesión de hoy, hablarán los arquitectos Alfonso Navarro y Antonio Fernández Alba. En las próximas sesiones -como siempre, el último jueves de cada mes-, lo harán María Langarita, María José Aranguren, Izaskun Chinchilla, y los directores de Bombas Gens y del Museo de Bellas Artes de Valencia, Nuria Enguita y José Ignacio Casar. El jueves 31 de mayo, Juan Navarro Baldeweg cerrará un ciclo que merece el calificativo de excelente, dada la calidad de los conferenciantes.

En una ciudad donde los proyectos culturales suelen tener, por lo general, un recorrido breve, sorprende que una propuesta como La mesa del arquitecto llegue a su cuarta edición. Ello se debe, en buena medida -al menos, así lo creo yo-, al empeño de Santiago Varela, su organizador, y, por supuesto, al apoyo que prestan el MACA y la Concejalía de Cultura. He escrito muchas veces que sin dinero es imposible hacer cultura; pero también es cierto que el dinero, por sí mismo, no asegura el éxito de una empresa. Para que este se produzca, se precisa algo más: entusiasmo, trabajo, perseverancia, y un buen conocimiento de la materia a abordar. Estas son los atributos que Santiago Varela ha mostrado durante este tiempo y que explican el éxito del ciclo.

De La mesa del arquitecto, yo destacaría, sobre todo, su disposición a reflexionar sobre el presente, es decir, sobre los problemas del mundo actual. Las charlas previstas este año son un ejemplo de lo que digo. El lector puede consultar los programas de mano y estoy seguro de que me dará la razón. En la programación cultural que se oferta en Alicante, uno suele echar en falta una mayor presencia de la actualidad. Es difícil que las cosas sean de otra manera, cuando buena parte de lo que se ofrece al ciudadano es simple espectáculo, destinado a la distracción. La consecuencia de esta política es que, en un mundo que se mueve con rapidez, Alicante ocupa una posición puramente marginal que se acentúa cada día.

Hay otra peculiaridad de La mesa del arquitecto que debo destacar, y es su esfuerzo para situar a la arquitectura en el plano de la realidad. En la locura de los pasados años, se difundió entre el público una idea de la arquitectura bastante falsa. Los medios de comunicación, siempre dispuestos a poner el foco de la atención sobre lo extravagante y lo insólito, en su afán de atraer a la audiencia, fueron sus promotores. El resultado fue que vimos la arquitectura como un espectáculo, y convertimos a algunos arquitectos en estrellas mediáticas. Todo ello, claro está, tiene poco que ver con la arquitectura, que es un arte mucho más serio que esa imagen que nos han ofrecido los medios de comunicación. Devolverle a la arquitectura y al trabajo del arquitecto esa seriedad perdida ha sido otro de los objetivos que ha logrado el ciclo. No es poca cosa.

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