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No le ocurre nada a su pantalla...

La serie Dimension 404 homenajea a los primeros seriales de ciencia ficción, añadiendo su propia dosis de redes sociales e internet

No le ocurre nada a su pantalla...

«No le ocurre nada a su televisor. No intente ajustar la imagen. Ahora somos nosotros quienes controlamos la transmisión...» Perfecto, toda vuestra, no pienso moverme del sofá. Una de las mejores cosas de las series de suspense y ciencia ficción es esta habitual invitación a lo weird (a lo raro, a lo extraño), que dirige una solemne voz en off, mientras los objetos dan vueltas por la pantalla hasta ser engullidos por una espiral.

La frase anterior pertenece, precisamente, a la iniciática The Outer Limits (Leslie Stevens, 1963). Una serie que, junto a The Twilight Zone (Rod Serling, 1959), y desde el comienzo mismo de su peculiares cabeceras, marcaron el estilo y el formato episódico de producciones posteriores como Cuentos asombrosos (NBC/Steven Spielberg, 1985) o Historias de la Cripta (1989).

Se trata de series compuestas por relatos pulp (de consumo rápido y sin pretensiones elevadas), donde el misterio y la ciencia ficción surgen de un presupuesto barato y de las grandes dosis de inventiva de sus guionistas. En ellas, otra de las pautas más peculiares siempre ha sido el «efecto espejo» provocado por la época de su estreno: cómo los episodios de cada temporada contienen, no solo la impronta del estilo y la estética audiovisual imperantes de su tiempo, sino también el testigo de las preocupaciones y temores que angustiaban al espectador durante su emisión. La sombra del desastre nuclear, por ejemplo, revoloteaba por muchos de los episodios de estas series durante las décadas de los 60, 70 y 80. De esta fecha en delante, lo digital se ganaría un importante hueco entre las filas de entidades maléficas, y los videojuegos y las computadoras se convertirían en el sinónimo de perdición y de final de nuestra especie.

Quien hoy -y más recientemente- recoge este testigo de la serie de fantasía pulp, es Dimension 404. El proyecto creado por Dan Johnson, David Welch y Dolly y Will Campos (2017) que pretende añadir a la fórmula habitual de misterios y paradojas, la perspectiva actualizada de las redes sociales e Internet, con todos los cambios sociales que conllevan estas herramientas de comunicación virtual.

A algunos, este planteamiento ya les sonará de la reconocida Black Mirror (Charlie Brooker, 2011), otra serie televisiva que cuestiona la influencia y los «efectos secundarios» de las nuevas tecnologías en la sociedad. La diferencia principal es que donde Black Mirror pretende inquietar con lo plausible y lo serio de sus planteamientos, Dimension 404 prefiere reconducir su ficción hacia el homenaje friki y revivir con desenfado las extravagancias de los seriales precursores del género. Para que me entiendan: como si los personajes de la serie The Big Bang Theory (Chuck Lorre, 2007) se hiciesen con el control de la citada The Twilight Zone y la rellenasen de referencias a fenómenos de Internet, cómics de superhéroes, juegos digitales y otros actores de la cultura popular actual. El que la voz en off del actor Mark Hamill (Luke Skywalker en La guerra de las galaxias, George Lucas, 1977) narre la cabecera de la serie, supone ya un aviso del ambiente pulp que nos espera en cada relato.

Lástima que todo ello no asegure la resistencia de la serie, y que a sus autores, tantas alusiones y «bizarra», se les atraganten entre sus propias historias. Es fácil pasar de momentos hilarantes como la depresión de Bob, el cerebro gigante que trabaja para el FBI (episodio Bob), o la imposible convivencia entre los clones rechazados por una mujer adicta a buscar pareja por Internet (episodio Matchmaker); a momentos erráticos y poco inspirados como los de los episodios Cinethrax o Polybius. Las comparaciones son odiosas, pero mucho le queda a Dimension 404 para alcanzar a sus mayores.

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