En las décadas finales del siglo XIX y los primeros años de la siguiente centuria los arquitectos españoles llevaban a cabo su trabajo dentro de los límites territoriales de España. En muchas ocasiones resultaba difícil y distante la interrelación con profesionales de otros países, siendo casi impensable la conexión con Estados Unidos. No obstante, tres arquitectos los consiguieron: Antonio Gaudí y los Guastavino, padre e hijo.
La arquitectura de Antonio Gaudí se desarrolló principalmente en Barcelona, si bien algunas otras obras se reparten por Cataluña y otras tres por el resto de España, todas ellas con la peculiaridad de su repertorio formal, que lo hacen único en su momento y, si hemos de encontrar antecedentes, debemos remontarnos a otro autor de obra única como fue la de Francesco Borromini en Roma. En ambos casos, su obra está dotada de singularidad espacial tanto en el repertorio formal y de los significados. Ambos constituyen creadores de hitos notables en la arquitectura de todos los tiempos.
Menos conocido o divulgado es el proyecto de Gaudí para un gran hotel que debería estar ubicado en un rascacielos de nueva planta en Manhattan. Al efecto en 1908 una delegación de empresarios americanos visitó al arquitecto. El programa comprendía habitaciones para alojamiento, en plantas superpuestas seis restaurantes con su iconografía específica en representación de cada uno de los continentes, a los que se añade un teatro y una sala de exposiciones. El exterior se percibe por la adición de volúmenes fusiformes, como elaboraba entonces para las torres de la Sagrada Familia, agrupados en la base con amplia superficie de ocupación del terreno que alcanzan diferentes alturas. El cuerpo central es el de mayor volumen y adquiere mayor dimensión, similar a la torre Eiffel y superando al edificio Chrysler, sin la antena del remate. En la sección vertical se perciben las esbeltas rasgaduras verticales en forma de paraboloides característicos en casi todas sus formalizaciones. Al respecto, Rem Koolhaas escribió en Delirio de Nueva York: «El proyecto de Gaudí es un paradigma de la conquista planta a planta del rascacielos por parte de las actividades sociales».
Con una antelación de varias décadas Rafael Guastavino Moreno y su hijo Rafael Guastavino Expósito trabajaron en Estados Unidos y alcanzaron merecido reconocimiento profesional y triunfaron con sus propuestas constructivas, tal como desde hace algunos años se viene difundiendo a través de trabajos académicos y, en especial, divulgativos de encomiable rigor.
Rafael Guastavino se formó en Barcelona en la Escuela Especial de Maestros de Obras, cuando no se había creado la Escuela de Arquitectura en aquella ciudad. Allí se enseñaba, entre otras materias, albañilería y la construcción de la bóveda realizada con ladrillo plano, un sistema ejemplar muy utilizado en todo el levante español, muy práctico de realización y divulgado para escaleras y bóvedas rebajadas.
En EE UU Guastavino padre no ejerció como técnico, si no como empresario y constructor. Al efecto registrando numerosas patentes con la aplicación de sus investigaciones. En particular de los ladrillos cerámicos y las bóvedas que aligeraban los pesos propios, así como por su excelente comportamiento estructural en los incendios, siempre temibles en los edificios. En épocas pasadas por lo inflamable de las estructuras leñosas y, en su momento, con la aplicación del hierro en la construcción de los edificios cada vez de mayor altura, a consecuencia de la pérdida de capacidad portante de las estructuras de ese metal ante el fuego.
Los Guastavino intervinieron en la construcción de un millar de edificios con excelentes resultados y atractivos resultados formales. Muchos todavía se conservan, entre los que cabe destacar la Biblioteca Pública de Boston, la Corte Suprema de los Estados Unidos, la sala de registros de la isla Ellis, la Gran Estación Central en Nueva York, o el Carnegie Hall, entre otros.
