Lo primero que debemos advertir al lector es que Estar no estando no es un libro de viajes al uso. Si entramos en él guiados por el reclamo del subtítulo, Un viaje extremeño, es probable que nos sintamos decepcionados, como les ha ocurrido a algunas personas. Extremadura, la ruta de la Plata, es el territorio que recorre el viajero, pero cualquier otro lugar hubiera servido para sus andanzas. Aunque en ocasiones se describan con detalle, el paisaje, los pueblos, las gentes que desfilan por sus páginas son, en realidad, la circunstancia, el pretexto. Lo que de verdad le importa a Moreno es ese otro viaje que sucede en su interior a medida que se desplaza. «Todo auténtico caminar -escribe- es internarse mundo adentro, por los montes y la gleba; es reconocerse en lo hondo tanto como en el suelo que uno pisa».
A lo largo del viaje, Moreno observa, anota lo que llama su atención, charla con unos u otros, pero lo hace sin pretender en ningún momento una descripción literaria. Frente al narrador que transforma la realidad para realzarla y darle un sentido a través de sus palabras, Moreno opta por acercarse a las cosas sin apenas rozarlas, mostrándolas con una desnudez literal. El resultado es un libro en el que no parece suceder nada relevante y, pese a ello, notamos que la vida respira en sus páginas. «Porque eso es lo que el caminante ha sentido durante el tiempo que ha esperado aquí: cómo sucede la vida. Sería una definición del viaje; también, del más alto estar que puede anhelarse para la conciencia: atender, escuchar las pulsaciones sin desmayos de la vida. Ser su más deslumbrado testigo».
Si no corriera el riesgo de equivocar al lector, diría que Estar no estando es un libro de ejercicios espirituales. Pero hace tiempo que la religión se adueñó de la palabra como para que su empleo no nos provoque confusión. Sin embargo, no se me ocurre una mejor manera de definir el libro de Antonio Moreno. En su esencia, un ejercicio espiritual - Hadot lo ha explicado con detalle- no es más que una disciplina del pensamiento para regresar a uno mismo. Y ¿no es este Estar no estando un continuo volver del autor sobre sí mismo? En un momento determinado, Moreno escribirá: «Él únicamente desea abrir las manos para saludar al mundo, contemplarlo, hablar apenas lo indispensable, vaciar, mientras da sus pasos, la cabeza. Y es que todo verdadero caminar da paso al despojamiento, a donde ya nadie es nadie».
