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La pantalla múltiple

Películas como Open Windows (Nacho Vigalondo, 2014) vaticinan una nueva forma de interpretar el cine: la visión multipantalla

La pantalla múltiple

Hace unos días, saldé una cuenta pendiente con la modernidad y con esta misma columna: Delito tenía no haber visto Open Windows, el thriller de Nacho Vigalondo que se desarrolla, en su totalidad, entre las ventanas que se abren y se cierran del escritorio de un ordenador. Una suerte de Ventana indiscreta (Hitchcock, 1964), donde el espectador en lugar de guiarse por los prismáticos del fotógrafo L.B. Jefferies (James Stewart), se deja llevar por el puntero del ratón y los ventanales de Internet que va abriendo su protagonista, Nick (Elijah Wood).

Resulta difícil olvidarse de esa absorbente «multipantalla» por la que se hilvana la trama. Vigalondo no es Hitchcock, pero el experimento visual, a pesar de sus excesos y de cierta deriva hollywoodiense, se desenvuelve con la suficiente fluidez como para sentar precedentes. Me vienen a la cabeza anteriores tentativas como Time Code (Mike Figgis, 2000) o Las maletas de Tulse Luper (Peter Greenaway, 2003). Películas que también exigen al espectador una visión múltiple de los acontecimientos para completar la historia, ya sea en la propia pantalla fraccionada, o ya sea invitándolo a consultar otras plataformas anexas al film (web, series, etc.).

De igual modo (y como posiblemente influiría al autor), pienso en esta nueva forma de contemplar las películas, las series, los partidos y demás entretenimientos audiovisuales en compañía de otras pantallas. Cuando, por el rabillo del ojo, o directamente y sin pudor alguno, consultamos la «cuarta pantalla» del móvil, la tablet o el reloj digital, mientras estamos consumiendo otros productos.

¿Puede esta visión múltiple y fragmentada, ser parte del futuro cinematográfico? ¿Nos van a llegar más films del estilo de Open Windows? Sin duda, una de las respuestas más acertadas la encontraremos en La pantalla global: Cultura mediática y cine en la era hipermoderna de Gilles Lipovestky y Jean Serroy (Anagrama, 2009). Un texto indispensable para comprender los desvíos y los cambios que están ocurriendo, no solo en la sala de cine, sino también en otros medios audiovisuales como Internet, los videojuegos, la publicidad, etc.

Lipovestky y Serroy, señalan al capitalismo global y a sus imparable ansias de beneficios y modernización, como los principales artífices de la «pantallocracia»: un estado provocado por la multitudinaria convergencia de pantallas que rigen nuestra vida social. Esto es, una «pantallaesfera», una «todopantalla» y otros mil nombres que le han dado en sus páginas, para describir una sociedad de consumo donde el cine cumple, junto a las otras pantallas citadas, una función narrativa que no sólo mueve conciencias, sino que se convierte en un modelo de interpretación global: El «estilo-cine que ha invadido el mundo».

Si este «estilo-cine», directamente conectado a los cambios tecnológicos y sociales, va asimilando la celeridad con la que consumimos los videos en Internet y la atención diversificada con la que consultamos varias pantallas a la vez, todo parece dar la razón a Open Windows. En un futuro próximo, ya sea en las salas de cine o en los proyectores del salón, deglutiremos más de una proyección en la misma pantalla. Si no me creen, échenle un ojo a la nueva utilidad de videos de Facebook. Ahora, en lugar de cerrarlos para continuar leyendo noticias, puedes dejarlos en funcionamiento en una esquina de la pantalla. Una idea nada descabellada para nuestros tiempos.

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