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Horror creepypasta

Las creepypasta, las leyendas urbanas que circulan por internet, aterrizan en la televisión con la serie Channel Zero

Skin Taker en el relato Candle Cove de la serie Channel Zero.

Preguntándole a la muchachada sobre las creepypastas, ganaron por goleada las historias protagonizadas por Slender man, Jeff the Killer y Skin Taker. Es decir, y siguiendo el mismo orden, los relatos que circulan sobre el hombre delgado y sin rostro que acecha a los niños con sus tentáculos; los fábulas sobre el adolescente auto-desfigurado que mató a toda su familia; y los relatos sobre el engendro recubierto por millares de dientes con igual gusto por los infantes.

Es lo bueno de tener algunos estudiantes teenagers, en pocos minutos te ponen al día del plantel de «bizarradas» que alimentan internet. En este caso, mi intención era tomarle el pulso a las susodichas creepypasta, las historias de terror que se transmiten por la red y las plataformas sociales a modo de texto, de video o, incluso, de videojuego. Un formato, para entendernos, semejante al de las clásicas leyendas urbanas, con los añadidos particulares que aportan los nuevos medios digitales.

La idea ha resultado exitosa (llevan muchos años circulando por la red) y el nombre tiene pegada: se trata de la suma de «lo oscuro», creepy (horripilante), más»lo copiable», pasta (un derivado del anglicismo copypaste, que se refiere al uso de los comandos «copiar y pegar» en el ordenador). Además, si uno acierta con la historia, ésta se expande como la pólvora entre los usuarios mientras los frikis le dan cuerpo en foros online, en videojuegos, en documentales falsos para Youtube o, incluso, en antologías de libros cuentos ( Candle Cove y Otras Historias, Kris Straub, 215). Con todo, era cuestión de tiempo que alguna productora le hincase el diente a las creepypasta para trasladarlas en la pantalla de TV. Es el caso de Channel Zero, la serie producida por tal Nick Antosca ( Hannibal, El bosque de los suicidios) y Max Landis ( Chronicle) que se estrena en el canal SyFy con el relato Candle Cove. Una historia protagonizada, como se pueden imaginar, por uno de los inefables anteriormente citados, mr. Skin Taker (arranca pieles).

La sinopsis de partida promete sustos: cuenta la leyenda que un grupo de usuarios de internet comenzaron a recordar un peculiar programa de su juventud llamado Candle Cove. Un espectáculo para niños protagonizado por perturbadoras marionetas -Skin Taker entre ellas- que aún les provoca pesadillas y extrañas visiones. La historia se cierra cuando el usuario mike_painter65 publica que, tras comentarlo con su madre, ésta le revela que tal espectáculo nunca se emitió y que, en aquellos días, lo único que él (y sus compañeros) hacia era contemplar la chisporroteante estática de la TV.

Otra cosa es el resultado en pantalla. Difícilmente la serie puede llegar a contentar a todo espectador primerizo o a todo fan de las creepypasta, puesto que esta temporada inicial, ni sigue al pie de la letra la narración original, ni ofrece los espectáculos barrocos a los que nos tiene acostumbrados las series actuales de terror como, por ejemplo, American Horror Story (FX, 2011) o The Strain (FX, 2014). Al contrario, contra todo pronóstico, Channel Zero comienza jugando a la contención, sin espectáculos viscerales, ni impactantes escenas de acción. Más bien enfoca su «contemporaneidad estética» a través de los recursos del montaje (sincopado, con inserciones espontaneas y saltos bruscos) y la cámara (planos intencionadamente desestructurados), y empleando un estilismo cinematográfico más propio del cine independiente que del blockbuster de Hollywood. Tampoco oculta su deuda con Stephen King y con las, siempre bien recibidas por la audiencia, adaptaciones fílmicas de sus relatos. Especialmente, aquellas que se centran en «grupos de amigos de pequeños pueblos con infancias truncadas por el mal» ( It, V erano de Corrupción, El cazador de sueños, Christine).

Channel Zero lo que hace, en resumen, es darle un cuerpo más sólido, más adulto, a las creepypasta. Al mismo tiempo, uno más tramposo e inflado de engañosos giros para rellenar la temporada en base a un cuento demasiado corto. Por el camino, es normal que se pierdan algunas de las improntas de su hábitat natural, y que la serie, para aquellos que hemos disfrutado de las majaderías de las creepypasta originales, caiga en un poco en lo anecdótico o lo tedioso. Pero no nos van a dejar siempre ser teenagers.

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