Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Historias del otro lado

Andrés Ibáñez publica en Atalanta una antología de relatos sobre espejos

Hace escasas semanas escribía en estas mismas páginas que los espejos son de los pocos objetos cotidianos en los que aún podemos encontrar un halo de misterio, de magia y por los que sentimos hasta un respetuoso temor, y es que jamás sabremos qué es exactamente lo que pasa al otro lado. Ya el ciego Borges (que se ocupó obsesivamente del tema) se mostraba aterrado en su poema Al espejo, de 1975, por la insistencia inútil del cristal por reproducir y devolverle hasta el mínimo movimiento de su mano, aun sabiendo que jamás podría verlo («El hecho de no verte y de saberte / te agrega horror, cosa de magia que osas / multiplicar la cifra de las cosas / que somos y que abarcan nuestra suerte»)

Todo esto viene a colación porque el espejo es, precisamente, el eje en torno al cual gira esta extraordinaria antología. Confieso que me fascinan las antologías temáticas. En las últimas décadas editoriales como Siruela y Valdemar han ido ofreciéndonos jugosas colecciones de relatos y textos en torno a temas e iconos concretos del imaginario fantástico (la sombra, el vampiro, la metamorfosis, el sabio loco?). Desde hace relativamente poco, con un ritmo más sosegado y heredera natural de la primera, Atalanta continúa ofreciendo a los fieles material para saciar nuestras ansias, como este A través del espejo que, por similitud temática, podemos colocar en la estantería junto a aquel Álter Ego. Cuentos de dobles, publicado por Siruela hace diez años a cargo de Juan Antonio Molina Foix.

En esta ocasión ha sido Andrés Ibáñez -escritor, crítico literario y pianista de jazz- quien se ha encargado de la búsqueda y selección de estos casi 30 textos que comprenden 2.000 años de fascinación del hombre por su propio reflejo. Desde Ovidio hasta el serbio Goran Petrovic desfilan por estas páginas mitos e historias bien conocidos así como autores por descubrir o recuperar. El único requisito tenido en cuenta por antólogo y editor parece haber sido el interés y la calidad literaria de los textos.

Entre los espejos conocidos por todos no podía faltar aquel reflejo de agua en el que Narciso perdió la vida, o el de la madrastra de esa historia tremendamente cruel protagonizada por Blancanieves y a la que dieron forma definitiva los hermanos Grimm. No aparece la Alicia de Carroll, porque una de las normas del antólogo ha sido la de ofrecer solamente textos íntegros (norma felizmente rota por la inclusión de un capítulo de la novela El regreso, de Walter de la Mare). Entre los textos de ficción disfrutamos de relatos de autores imprescindibles en cualquier antología que se precie como Hoffmann, Poe, Lovecraft o -cómo no- Borges. Quizá más interesante aún me ha parecido la inclusión de nombres hoy algo olvidados (Juan Valera, Giovanni Papini, Leopoldo Lugones) o el descubrimiento de otros como el japonés Edogawa Rampo, autor de uno de los relatos más terroríficos que componen el volumen, y es que puestos a inventar terrores extremos, nadie como los orientales? Se rescatan también textos de no ficción, a veces más maravillosos e increíbles que los que nacieron con vocación fantástica, como las Señales que aparecieron antes de la llegada de los españoles, de Fray Bernardino de Sahagún, o los textos de Otto Rank, Willy Ley o Jurgis Baltrusaitis (me encanta este nombre) sobre creencias, leyendas y costumbres en torno a estos objetos tan físicos como metafísicos.

No falta ni sobra nada en este libro donde destaca con luz propia el extenso prólogo (casi cien páginas) de Andrés Ibáñez, donde además de hacer un completo recorrido por los espejos literarios con los que se ha encontrado en su vida como lector, también nos comparte aquellos con los que se ha ido topando durante su trayectoria vital, de Madrid a Nueva York pasando por México. Por poner una mínima pega (más bien, una debilidad personal) echo de menos alguna mención a uno de mis autores favoritos, el catalán Juan Perucho, que dedicó al menos dos de sus títulos al tema que nos ocupa (Galería de espejos sin fondo, 1963 y Detrás del espejo, 1990).

Para terminar, volvemos con quien hemos comenzado, con Jorge Luis Borges. En uno de sus más memorables cuentos (Tlön, Uqbar, Orbis Tertius) escribió el maestro que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres. Tras disfrutar hasta el exceso estas lecturas, es imposible estar de acuerdo ni con la mitad de la frase.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats