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Magritte en el MACA

La pieza invitada en el MACA es La Belle Société de René Magritte (1898-1967), cedida temporalmente por la Colección Telefónica, una de las últimas obras realizadas por este autor, y parte de esta gran colección de arte en cuya ya larga trayectoria de adquisiciones hemos comprobado cómo ha ido depurando y haciendo cada vez más exigente su criterio de selección, con exposiciones inolvidables de Chillida, Picasso?, en su sede de Madrid.

El MACA intenta establecer el diálogo entre la pieza invitada y la imagen fija de la colección que agrupa una gran variedad de tendencias y personalidades distintas. Una solución que nos permite, si no realizar una conexión existente con las otras piezas de museo, sí dejarnos impactar por la fuerza de la imagen de la obra invitada.

¿Por qué nos impacta tanto esta pieza de René Magritte, de 1965-66, una imagen, ya un icono, que pertenece al imaginario común del siglo XX, que todos hemos visto en reproducciones, asimilada por los lenguajes de la publicidad? ¿Por qué nos impacta tanto el original? Magritte es un auténtico creador de imágenes. Qué quiere decir esto. Todos los artistas beben de otros autores, crean a partir de otras influencias que se reflejan en sus obras, pero a partir de un momento el verdadero creador de formas es el que no solamente reelabora sino que crea nuevos arquetipos, a veces, difícilmente imitables. Magritte es capaz de hacernos ver la realidad y cambiarle el sentido que le damos convencionalmente, haciéndonos reflexionar sobre el lenguaje de la pintura, sobre qué representa una imagen pictórica, su realidad o ficción. Utiliza la metáfora como un rodeo o atajo para llegar a una verdad, a otra realidad más real, más íntima. La silueta de un hombre no transparenta un paisaje, el retrato en pintura no es una silueta. Pero quizá no haya representación más incuestionable que esta, en la que utiliza los recursos de la gran pintura al óleo, donde nos hemos visto idealizados, representados, durante siglos. Se basa en esos elementos de la realidad exterior, nubes, horizonte, hojas, la síntesis de una silueta de hombre con bombín, para hacernos ver, a través de esa imagen, la relación entre forma y contenido.

Magritte reinventa la forma mediante un ejercicio mental, hace que la intuición, que siempre es referencial, recurra a la obtención de nuevas fórmulas. El autor lo ha visto primero en su cabeza y luego lo ha pasado al lienzo. No busca emocionar con su técnica plástica sino con la imagen que tiene una realidad material pictórica, una manera de resolver y crear esa invención óptica que juega a lo ilusorio, y que nos sigue inquietando más que su imagen impresa.

Imitar a Magritte es complicado, pero el Pop, la publicidad, se han valido de su capacidad de creador de formas para hacernos ver algunas de las imágenes más transgresoras del siglo XX. Un juego del intelecto entre la visión y la idea que sueña con mostrarnos la verdad del arte.

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