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Poesía urbana

Treinta años después, por fin podemos disfrutar de la edición íntegra de la obra fundamental de José María Fonollosa

Como tantos otros, la primera vez que escuché el nombre de José María Fonollosa (Barcelona, 1922-1991) fue gracias a Albert Pla, quien en 1995 publicó un disco iconoclasta, polémico y fabuloso como todos los suyos: Albert Pla Supone Fonollosa, donde puso voz y música a los versos de este poeta maldito.

Fonollosa representa como pocos el arquetipo de poeta marginal. La mayor parte de su obra, la más importante, fue escrita al margen de las modas y tendencias y del ambiente literario de su época. Tan marginal fue que, con excepción de algún poemario primerizo y olvidado en los 40 y 50, no fue hasta pocos meses antes de su muerte que pudo ver publicados algunos de los poemas de esta, su gran obra.

Esta Ciudad del hombre, su proyecto poético más ambicioso y en el que el autor estuvo trabajando durante cuatro décadas, entre 1948 y 1985, no ha conocido una edición íntegra hasta hoy, 25 años después de su muerte. Conocíamos ediciones parciales y hoy imposibles de conseguir, que con los títulos de Ciudad del hombre: New York, y Ciudad del hombre: Barcelona, contenían respectivamente 97 y 82 poemas de este ciclo. La obra completa, que ya podemos disfrutar en esta cuidadísima edición preparada por José Ángel Cilleruelo, uno de los mayores expertos en el poeta, consta de 236 poemas en endecasílabos blancos con su título, su orden y su estructura.

Desde el propio título del poemario, reverso irónico de la Ciudad de Dios de San Agustín, asistimos a un desfile de personajes, situaciones y emociones que nos muestran la cara más sórdida y cruel de la gran ciudad. Mediante breves monólogos interiores, escuchamos las historias de decenas de personajes, habitantes de esta gris y opresiva urbe que en esta ocasión es Barcelona, pero que puede ser tantas otras, pues como dice el autor al presentar el libro «todas las ciudades tienen un barrio modesto, pobre pero razonablemente honrado (Poble Sec); un barrio bajo tenderloin (el Raval); una calle Mayor o zona muy transitada (Aglomeració urbana); un barrio antiguo, su núcleo inicial, una ciudad dentro de la gran ciudad (Casc Antic) y un barrio rico y sofisticado (L'Eixample)».

Uno de los intereses de esta edición, además de que podamos disfrutar de un buen número de poemas inéditos, es que por fin entendemos el conjunto de esta obra como lo que el autor pretendió: no solo unos cuantos poemas agrupados, sino un recorrido espaciotemporal por las calles de Barcelona, de 9:30 de la noche a 3:00 de la mañana, donde el argumento viene dado por las repetidas obsesiones (sexo, muerte, soledad) de cada uno de los más de doscientos personajes que el poeta va haciendo a lo largo de estas páginas.

La ciudad nos es presentada como un lugar inhóspito y amenazante, pero a la vez el único escenario donde tiene sentido la vida del hombre de hoy. ("Me siento a gusto aquí, en esta ciudad. / Estoy en plena selva. Un duro bosque / de cemento con cuevas de ladrillos / donde seres mezquinos y cobardes / se esconden con sus bienes más preciados»). Son muchos los poemas donde se hace patente la confrontación entre lo natural y lo urbano, decantándose siempre los personajes (el autor), por esto último: «El aire de los valles y montañas, / de los llanos feraces y desérticos / es aire para plantas y animales / (?) / No es, en verdad, el aire para el hombre / (?) / El aire de ciudad es aire fuerte / (?) / Aire civilizado. Respirable / con orgullo y placer. Es obra suya, / arreglado por él y a él adaptado».

Nos identifiquemos o no con estos versos, es innegable que pocos creadores han profundizado tanto en la esencia del ser urbano como Fonollosa, a quien por fin, tres décadas después de su muerte, podemos leer de manera fiable y completa.

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