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Benidorm, ciudad de cine

De Bigas Luna a Jesús Franco, pasando por Pedro Lazaga o Joaquín Oristrell. Todos quedaron fascinados por el imaginario de Benidorm y eligieron esta ciudad como plató o como protagonista. Esta relación entre ciudad y cine, y su retroalimentación para el desarrollo turístico y sociocultural, es el hilo conductor de la tesis que esta misma semana ha defendido el periodista e investigador Jordi Navas en la Universidad de Alicante.

Benidorm, ciudad de cine

Entre el modelo turístico y el desarrollo sociocultural de Benidorm hay un largo trecho por el que transita, a modo de travelling, la imagen que ha ofrecido el cine sobre la ciudad y, al contrario, la influencia que ha tenido la irrupción de las cámaras en el devenir de su concepción arquitectónica y la transformación de la sociedad. Esto que puede parecer una acepción sencilla y dentro de la lógica rompe moldes y vuelve a ser una característica más dentro de la idiosincrasia de una ciudad que funciona al margen de estereotipos, y gracias a ellos, y crece, bien o mal, pero con un indiscutible estilo propio.

Este pasado convertido en presente y con miras al futuro ha sido el objeto de estudio de la tesis El trasvase de elementos significantes entre la ciudad turística de Benidorm y la ficción audiovisual. El cine español como caso de estudio, realizada por Jordi Navas, periodista y licenciado en Historia del Arte, que defendió esta misma semana en la Universidad de Alicante, bajo la dirección del profesor John Sanderson.

Si el crecimiento arquitectónico de Benidorm -tanto por la altura como por la extensión- ha sido analizado en profundidad por investigadores, sociólogos o arquitectos, no ha ocurrido lo mismo con las producciones de cine, tanto las que han tomado la ciudad como plató como las que la han convertido en un protagonista más de la película, «y cuyos mensajes han podido incidir en la percepción y construcción del imaginario benidormí», asegura el autor.

«De la innovación de la felicidad a través del ocio del Festival de Benidorm al juego simbólico y posmoderno de Huevos de oro (Bigas Luna, 1993) pasando por el subgénero de comedias castizas o de tercera vía que explotaron el imaginario turístico como marco dialéctico», hay un recorrido que Navas transita para demostrar su influencia en el imaginario de esta ciudad. Un camino que en los últimos años se ha trasladado a las cámaras de televisión con la serie británica Benidorm, de Derren Litten, ganadora en 2008 del National TV Award for Best Comedy del Reino Unido.

En esta tesis se han registrado 25 títulos de películas que abordan la ciudad desde diferentes niveles y se analizan ocho producciones en las que Benidorm deja de ser decorado para convertirse en parte del reparto. El estudio demuestra que la comedia se alza como el género por excelencia, porque, según el autor de este trabajo, «la ciudad turística carece de los ingredientes pasionales que conducen al drama; no hay violencia, ni drogas, ni grandes tragedias humanas. Por ello, su territorio base, el bizcocho que da sustento a la tarta, es básicamente humorístico». Como ejemplo, Huevos de oro, «donde el autor se vale del exceso y la procacidad a la que invita el imaginario urbano para superponer a un personaje rabelesco y destructivo, con el que se crea un proceso de identificación, tanto en lo personal como en lo sociocultural». También ¡A por el oro! (Lucián Segura, 1997) en la que bajo la apariencia del humor absurdo «se oculta un mensaje de desencanto».

La lista incluye también cintas como Molokai, Festival en Benidorm, Cateto a babor, Un beso en el puerto, El turismo es un gran invento, Justino, 3 suecas para tres Rodríguez, Los pajaritos o Las cincas del tanga.

Pese a que el reino de la serie B y de productos de evasión ha ganado el terreno en esta ciudad, la investigación deja patente la consideración que se debe tener ante las producciones con vocación de autor, «siendo tal vez el cine de Jesús Franco, a pesar de sus limitaciones asumidas, la síntesis bizarra y provocadora de esta dualidad». De hecho, «sus febriles rodajes durante casi dos décadas dejaron en la ciudad una impronta que no ha pasado desapercibida a su legión de seguidores y que flota como una brisa por todo el ámbito de la representación». El caso es que este péndulo que se mueve entre el plano comercial y el autoral se ha convertido en una de las características del cine rodado en Benidorm y a la vez en otra de las paradojas de esta ciudad.

Un tercer nivel cinematográfico se encuentra en la elección de Benidorm como localización descontextualizada, que ha convertido esta localidad en el Nuevo Mundo de Colón, Hawai o incluso China. Aunque, para Jordi Navas, «resulta triste renunciar a que la ciudad forme parte de procesos complejos».

Cuando el celuloide ha convertido esta ciudad en coprotagonista, la arquitectura ha adquirido un valor notable en el desarrollo del guión. Hoteles, apartamentos, comercios, locales de ocio nocturno y chiringuitos forman parte del paisaje y del paisanaje como un foco fundamental que da significado a la trama. Lo que sucede, sucede porque sucede en Benidorm. «Cuando está presente en la película, lo hace de manera indeleble y decisiva», apunta.

De hecho, la estética de Benidorm como destino para turismo de masas se convirtió en un icono que ha acompañado su imagen, como «el deseo subyacente de una modernidad asequible que arraigó en el imaginario de los turistas nacionales que emprendían camino en sus Seat 600 espoleados por un marco soñado para salir del casticismo mesetario». Y a través de la «iconicidad contagiosa» de los folletos turísticos y la publicidad, se extendió al cine.

«Esta estética de lo privado ha emprendido procesos de renovación periódicamente. Los espacios públicos no han corrido idéntica suerte y el cine ha renunciado a su representación y se ha refugiado sistemáticamente en las playas y el perfil marítimo».

El autor de esta tesis mira al futuro. «Benidorm necesita ser reescrita para poder seguir desarrollando su potencialidad; de lo contrario, aquella idea de ciudad, que tan brillantemente ha coexistido con una materialización exitosa del producto turístico, se irá consumiendo poco a poco hasta acabar sepultada por la inanidad o la nostalgia, dejará de tener algo que decir».

Recuperar su liderazgo como imaginario en todos los sentidos supone que Benidorm involucre a todos los agentes sociales públicos y privados. «Aunque la escenografía de la ciudad siga atrayendo algunos rodajes basados en la nostalgia o en la apropiación descontextualizante y la televisión británica haya consolidado un marco para sus sitcom y sus reality, el futuro de la ciudad turística depende también de la capacidad de seguir generando nuevas representaciones que canalicen la autoalteración instituyente. Porque el día en que Benidorm pierda su condición cinemática, habrá perdido esa magia que la hace especial». Y avisa de la necesidad de crear «un marco de negociación entre productoras y organismos de promoción turística», ya que «la inclusión de localización propicia la visibilidad, pero en ningún caso existe una relación lineal entre los planos del destino emitidos en prime time o estrenados en las salas comerciales de todo el mundo y la configuración de un espacio simbólico de representación de la realidad. Hay mucho que recorrer». Y como ejemplo, «el nulo efecto que las numerosas producciones internacionales filmadas en Benidorm durante la etapa de rodajes subvencionados por los estudios Ciudad de la Luz, ha tenido sobre el conocimiento del destino y su proyección turística».

El trabajo de Jordi Navas se completa con una serie de extensas entrevistas a personalidades del mundo del cine que han trabajado en Benidorm: Mario Gaviria, sociólogo, Premio Nacional de Medio Ambiente y autor de Benidorm, ciudad nueva; Pedro Masó Postigo, productor audiovisual, hijo de Pedro Masó Paulet; Antonio Mayans, actor, productor, guionista y director ocasional, mano derecha de Jesús Franco, sobre todo durante los años 70 y 80 en los rodajes realizados en esa ciudad; Antxón Gómez, director artístico de Huevos de oro, entre otras muchas películas, y Pere Agulló, director de Filming Spain y productor de la serie británica Benidorm.

«El éxito pasado y presente de la ciudad turística descrita como una Coca-Cola de dos litros no solo remite al diseño de un producto refrescante y apto para todos, sino a la idea que ha permitido que esa ciudad material se viaje y se proyecte. Una idea construida de sueños de hormigón, pero revestida con la purpurina de las imágenes, las palabras y la música». Eso es Benidorm y el cine. Y el Benidorm de cine.

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