Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sobre écfrasis o el noble oficio de describir la pintura

Luis Bagué se adentra en La Menina ante el espejo. Visita al museo 3.0 en la relación poesía - pintura

El escritor Luis Bagué.

La Menina ante el espejo. Visita al Museo 3.0 es un brillante ensayo de Luis Bagué que nos transporta a un museo que solo existe en las páginas de este libro, donde poetas de diferentes épocas, estéticas y proyección miden sus versos con algunas de las más grandes obras pictóricas que en el mundo han sido, aunque mejor sería decir que es un investigador llamado Luis Bagué el que rastrea los parecidos razonables, las coincidencias temáticas y las visiones convergentes. Y es que, no en vano, las páginas de La Menina ante el espejo configuran una guía para recorrer este museo de papel en el que dialogan diferentes artes.

Luis Bagué es doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Alicante y autor de los ensayos La poesía de Víctor Botas (2004), Poesía en pie de paz. Modos del compromiso hacia el tercer milenio (2006, premio Internacional de Investigación Literaria Gerardo Diego) y Un espejo en el camino: formas discursivas y representaciones estéticas para el siglo XXI (2012). Es, sin duda, uno de los nombres de referencia cuando se habla de poesía española reciente, tanto desde el punto de vista de la creación como de la investigación. Hasta el momento, Luis Bagué ha publicado cinco libros de poemas en solitario: Telón de sombras (2002, Premio Antonio Carvajal y el Premio Ojo Crítico), El rencor de la luz (2006, Premio Joaquín Benito de Lucas), Un jardín olvidado (2007, Premio Hiperión), Página en construcción (2011, Premio Unicaja) y Paseo de la identidad (2014, Premio Emilio Alarcos).

Si hay algo que La Menina ante el espejo comparte con su poesía, además de la querencia por motivos pictóricos, es la estructura perfectamente trabada, e incluso un mismo paisaje, el de los países del Cono Sur, que aparecían ya como motivo poético en Paseo de la identidad, volumen que presentaba cierta tendencia al discurso fragmentario y hacia la disolución de las fronteras entre los géneros, características que también podemos encontrar en algunos de los textos de La Menina ante el espejo.

La lectura de La Menina ante el espejo no responde a una estructura tradicional de ensayo, sino a una lectura perfectamente guiada por las distintas salas del museo 3.0. Bagué ha dispuesto el volumen de manera que todas las referencias bibliográficas y la bibliografía quedan al final, en los apartados A pie de lienzo y La biblioteca del museo, seguidos de un imprescindible índice onomástico. Esos apartados funcionan al modo de títulos de crédito, de manera que no interrumpen la lectura pero, en un momento dado, dan la indicación exacta de una fuente. No hay museo que se precie que no ofrezca servicio de Audioguía, así es como el autor titula el prólogo: «¿Qué hallarán, entonces, en estas páginas? Un merodeo en torno a la poética del vacío a la que se asoman la visión artística y la visión literaria en la cultura global».

El museo 3.0 se organiza en doce salas, repartidas en cuatro espacios expositivos de tres salas cada uno: tres espacios forman parte de la colección permanente y el último es una instalación temporal. En la colección permanente Luis Bagué establece relaciones entre la pintura y la poesía, mientras que en la instalación temporal la pintura deja paso al cine. Las primeras tres salas de la colección permanente se conocen con el nombre de Zona 0, y en ellas encontramos los poemas aéreos de Raúl Zurita y los Cristos famélicos de Antonio Berni, pero también la soledad de los personajes de Hopper y la figura de Paolo Uccello en diálogo constante con las diferentes representaciones de Ícaro.

El segundo de los espacios de la colección permanente está dedicado al retrato, y la sala 4 la ocupa Las Meninas, la 5, el Autorretrato en espejo convexo de Parmigianino, y la 6, La Derelitta y algunos cuadros de Vermeer. En realidad, lo que hace Luis es practicar el noble oficio de la écfrasis, la escritura sobre los cuadros, lo que le lleva a hablar sobre los pintores, los modelos, el motivo e incluso sobre la historia oculta que hay detrás de algunos lienzos. Algo más miscelánea es la tercera de las secciones de la colección permanente, Objetos encontrados, que va desde la ventana de Chagall en la sala 7 hasta el abrigo de Magritte en la 9, pasando por la linterna de Picasso en la sala 7.

El último espacio expositivo es una instalación temporal llamada Cine ficción, y allí nos encontramos con tres salas: la primera está dedicada a dos grandes museos, el Hermitage y el Prado, y en ella se hace imprescindible la referencia a El arca rusa, de Sokúrov; la segunda, en cambio, está dedicada a La mujer del cuadro, entrevista en películas como Jennie, Vértigo y La piel que habito; y en la última sala, la 12, nos esperan Antonio López y Víctor Erice para mostrarnos El sol del membrillo. Con estos seis brochazos y cincuenta pinceladas acaba la visita, pero, antes de regresar a nuestras vidas cotidianas, debemos pasar por la tienda del museo, donde nos espera el pensamiento del siglo XX.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats