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Ciencia: instinto más razón

El libro de Melodinow analiza el hecho de que el ser humano no actúe únicamente por instinto

¿Cómo hemos pasado de ser una especie primitiva a viajar en avión? A esta pregunta responde el físico Leonard Mlodinow, colaborador de Stephen Hawking y autor de libros como El arcoiris de Feynman (2004) y Subliminal (2013), con la publicación de Las lagartijas no se hacen preguntas. El apasionante viaje del hombre de vivir en los árboles a comprender el cosmos (Crítica, 2016). Dividido en tres partes, la primera se centra en la evolución del cerebro humano, la segunda explora el nacimiento de las ciencias y el desarrollo de las leyes de la física cuántica (clave para la informática) y la tercera explica los límites de la experiencia.

Mlodinow nos muestra las raíces del pensamiento humano acerca del mundo físico y cómo pensaron los científicos para innovar con ese acercamiento paciente y esa fe en encontrar siempre respuestas mediante un raciocinio flexible. Y es que el progreso de la ciencia actual está vinculado al modo de conocer que tenían los griegos clásicos. Como señala Mlodinow, «los científicos no pueden existir en un vacío. Incluso los más grandes se benefician enormemente de la interacción con otros de su disciplina». Uno de ellos es Copérnico, un «revolucionario ambivalente» que por su sistema heliocéntrico solo quería «arreglar la antigua astronomía griega».

La inclusión de anécdotas aligera la lectura, como la que apunta que, en el siglo XIX, la agencia Reuters usaba palomas mensajeras para enviar entre ciudades cotizaciones bursátiles, la que explica cómo Galileo controlaba el tiempo en sus experimentos mediante un reloj de agua hecho con un cubo o la que indica que en el siglo XV, en la Universidad de Bolonia, los alumnos podían abuchear al profesor si la clase era tediosa o poco interesante. Y precisamente fue el desarrollo de las universidades lo que transformó Europa por su impulso a la evolución de las ciencias, gracias a que eran un lugar de encuentro de estudiosos.

Las nuevas tecnologías cuánticas (microscopio electrónico, láser, ordenador) han multiplicado la velocidad de los avances, creando desde cero nuevos materiales artificiales por citar un ejemplo. No obstante, Mlodinow, quien afirma con razón que nuestro éxito laboral depende de nuestra habilidad para asimilar los progresos tecnológicos, advierte de que no estamos en la cima del conocimiento, porque las teorías actuales serán reemplazadas por otras en el futuro, como le pasó a Newton y a sus leyes del movimiento. Además, son muchas las preguntas (Mlodinow aporta algunas) sin responder. Y esta vez ni siquiera el lector tiene las respuestas.

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