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Teatro o cine, esa es la opción

El Instituto Gil-Albert o la Cinemateca del Mediterráneo ofrecen charlas sobre la fusión de ambos

Cuando ustedes lean esto, servidor habrá intervenido ya en dos actos. Uno en el ciclo Inmersión en textos de Shakespeare y Cervantes, que organiza el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, y el otro en la Cinemateca del Mediterráneo sobre El cine y el teatro: hombres de teatro hablan de cine. En el primero, mi intención, bajo el título de Ser o no ser. Las dudas de un traductor de Shakespeare y con la presencia del escritor ilicitano Vicente Molina Foix, es la de que los asistentes comprueben el nivel de vigencia e intemporalidad y las posibilidades escénicas y literarias del dramaturgo, del que se cumple, como en el caso de Cervantes, también homenajeado estos días, el IV Centenario de su fallecimiento.

El objetivo es ahondar en el trabajo del traductor frente al autor con todo lo que conlleva en cuanto a dificultades y a la minuciosa labor que supone traducir un texto dramático, además de las diferentes adaptaciones con tendencias muy variadas a la hora de ser representado. No olvidemos que Molina Foix ha traducido Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia, trío con el juego de las pasiones, que pueden extremarse y conducir a la tragedia, y los problemas universales que Shakespeare acoge siempre. «El teatro es un espejo del alma humana», escribió Cervantes. Espejo que coloca igualmente el autor inglés, mediante la poesía teatral, para que se vean reflejados los espectadores. Con respecto al acto de la Cinemateca, supongo que al leer ustedes estas líneas ya habré participado junto a Juan Luis Mira y al director del Teatro Principal de Alicante, Francesc Sanguino. Evidentemente, el cine y el teatro tienen diferencias y similitudes. La pantalla se inunda de planos, escenas, secuencias? En el escenario vemos un gran plano general de los personajes y del ámbito escenográfico. Eso sí, cada espectador puede organizar su propio enfoque con la ayuda de los intérpretes y de las diversas luces. No hay cámara, sino que son los ojos quienes seleccionan los planos de las imágenes o dan preferencia a una imagen u otra. Lenguajes distintos y distintas interpretaciones. El actor y la actriz no necesitan proyectar la voz como en el teatro, y la fotogenia es imprescindible. Mejor o peor, muchas piezas se han adaptado al cine desde los tiempos del cinematógrafo mudo, incluyendo a nuestro país, como 12 hombres sin piedad, aquella obra y película sobre un jurado popular, con Henry Fonda, que delibera detalladamente si un muchacho es culpable o no de asesinar a su padre. Con obras de Shakespeare, por cierto, se han realizado numerosas versiones. Otra versión fílmica extraordinaria es la de La huella, donde la idea del crimen perfecto se convierte en recíprocos engaños entre Laurence Olivier y Michael Caine. Quizá no lo sepan. El clásico de los clásicos, Casablanca, se apoya en una obra teatral no estrenada. Segunda Guerra Mundial, el mítico café de Rick y los antiguos amantes, Bogart y Bergman. El tiempo pasará, y el valor del filme crece a medida que pasa el tiempo. Pocos son los guiones cinematográficos adaptados teatralmente? En el Principal vimos Maridos y mujeres, de Woody Allen, con las problemáticas relaciones de pareja. Hay más cosas. Pero el espacio termina.

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