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Centenario de Dada

Resulta de interés la relación entre el artista rupturista Tristán Tzara y el arquitecto Adolf Loos

Casos de T. Tzara en Paris SVB

Durante el año 1916 Hugo Ball creó en Zúrich el Cabaret Voltaire, donde se reunían personajes de la más diversa tipología: políticos, artistas, músicos y escritores, huyendo de las consecuencias funestas y los desastres de la guerra que destrozaba Europa. Incluso pululaban agentes secretos de las potencias implicadas en el conflicto bélico. En aquel local nació DADA, y dos años más tarde el rumano Tristan Tzara, nacido Samuel Rosenstock, lanzó el primer manifiesto con carácter rupturista, al que con posterioridad siguieron otros seis. Pese a los contenidos de toda la literatura que se manifiesta, valga la expresión, en los propios manifiestos y las interpretaciones de los críticos y estudiosos al carácter de este movimiento, el propio creador llegó a afirmar en el primero de sus documentos que «Dada no significa nada». De ahí que DADA, enfrentado a lo que denominaban las academias cubistas y futuristas, constituía una rebelión, una negación a todo. De igual modo los espectáculos también resultaron ser provocativos y de un marcado atributo esperpéntico. En realidad, una manifestación de comportamiento vital.

Por su parte, el arquitecto Adolf Loos nació en Brno, Moravia. Se estableció en Viena, donde ejerció la arquitectura, con escasa obra materializada. También destaca como autor prolífico de innumerables escritos editados en la prensa, sobre temas diversos poniendo de manifiesto su buen gusto en crítica de arquitectura. Muchos resultaron polémicos, entre ellos, el que lleva por título Ornamento y Delito (1908) en un contexto arquitectónico local dominado como estaba por el academicismo y una tardía formalización barroquizante. También se refirió a la moda en el vestir masculino y femenino, la decoración, y un amplio etcétera. Su viaje a Chicago y la pujante escuela existente en aquella ciudad le dejó una profunda huella. Desarrolló sus principios teóricos aplicados a la edificación masiva de viviendas.

Sin embargo, la obra de mayor singularidad tiene mayor relevancia en las viviendas familiares burguesas, muchas construidas en Viena, con resultados paradigmáticos, espacialmente desarrolladas a partir de la aplicación de los volúmenes cúbicos, articulados por medio de la realización de sucesivas terrazas, anticipando con estas soluciones los principios corbuserianos, en lo interiores aplicando acabados de particular exquisitez y materiales que ofrecen gran calidez.

Qué vinculación pudo existir entre aquel artista tan rupturista y su comportamiento anti artístico, conforme a la divulgación tal como ponía de manifiesto en sus actuaciones, y un arquitecto eminentemente burgués, crítico con la Secession, convencido de que el recorrido de la arquitectura, tanto en la teoría y en las realizaciones, debería discurrir por nuevos presupuestos. Así, durante el año 1922 Loos se trasladó a París al aceptar la invitación del poeta Tzara. Aquella estancia de escasos años le permitió entrar en contacto de nuevo con los círculos de la alta burguesía. Para Tzara proyectó y realizó su casa parisina en 1926.

Situada en un solar de fachada estrecha, considerable profundidad y desarrollado vertical en seis plantas, de la que la última no llegó a construirse, dejando así desvirtuado el esquema compositivo de un alzado por completo plano. Según el proyecto, la obra comprende un potente zócalo con piedra vista englobando la altura de las dos plantas inferiores cuyo remate sirve, a su vez, como antepecho de protección a los reducidos huecos del piso intermedio. El esquema similar queda repetido en la mitad superior, con un esbelto hueco de composición vertical muy rasgada que comprende un vacio hacia el interior de las plantas cuarta y quinta, con un remate anómalo, sin la última planta del proyecto. Paradójicamente, la distribución y los acabados interiores están resueltos conforme a planteamientos muy similares a las viviendas de sus clientes burgueses vieneses.

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