La torre espectrógrafo de observación de la luz y la gravedad se encuentra en terrenos del Instituto Astrofísico de Potsdam. El proyecto de arquitectura para su construcción se debe al arquitecto Erich Mendelsohn. Su origen se aprecia en el interés científico por demostrar en la práctica la Teoría General de la Relatividad, enunciada por Albert Einstein durante el mes de noviembre de 1915 y que fue publicada en febrero del año siguiente. Aquella edificación fue el centro pionero de investigación relativista.
Mendelsohn, que conocía al físico colaborador directo y, más adelante, al propio Einstein, quedó entusiasmado por el contenido científico expuesto en dicha Teoría. Esa admiración la exteriorizó en diversos escritos, manifestando que «una sola ley regula todo: la unión cósmica entre materia y energía», buscando una significación de carácter religioso.
El arquitecto realizó los primeros bocetos durante el año 1917, en los cuales quedaba de manifiesto presentar una torre, a modo de chimenea, que empieza a adquirir la forma definitiva en los diseños desarrollados durante los dos años posteriores, y la manifestación plástica orgánica de las superficies exteriores a comienzos de 1920. La solución realizada tuve presente la necesidad de aislar el interior respecto del medio exterior, con la finalidad de evitar distorsiones en la trayectoria de la luz solar que, por reflexión desde la cúpula del remate y a través de espejos, desciende por el hueco de la escalera que discurre por su interior del fuste y alcanza el espectrógrafo del laboratorio situado en el sótano, por completo aislado.
El dinamismo reflejado por esta pieza de arquitectura encuentra sus correlativos conceptuales y, en particular, formales en diferentes precursores. Los artistas futuristas no resultarían ajenos, que también se sintieron muy influidos, interesados e impactados por los enunciados relativistas. A tal efecto, recordemos las obras de Umberto Boccioni, entre ellas el dibujo que denominó formas únicas de la continuidad en el espacio, del año 1913 en la que pretendía representar tanto el tiempo como el movimiento de una figura en su desplazamiento, si bien se trata de un boceto en disposición bidimensional.
Aunque sobre todo del mismo artista es una obra del año anterior Desarrollo de botella en el espacio. El dibujo es ahora en perspectiva, reforzando las tres dimensiones. Su base de apoyo ocupa mucha superficie, también la tiene la torre del espectrógrafo se sustenta sobre una base amplia, necesaria para asegurar su estabilidad estructural e incluido el acceso a su interior. La botella gana altura por medio de huecos ojos, o posiblemente ventanas, rasgados y orgánicos. Su remate se descompone en varias superficies de cilindro, que se orientan en diversas direcciones, sentidos y radios de giro diferentes, a modo del remate de un faro. O el caso de la torre de Mendelsohn que aparenta la forma de un casco, el que es propio de todo observatorio celeste.
Pocos años después, Moholy-Nagy durante sus cursos impartidos en la Bauhaus, donde dirigía el curso preliminar en aquella escuela de diseño, también a través de la influencia relativista, incorporó el movimiento mediante el recurso plástico de la espiral y la hélice, ambas son la manifestación de un fuerte dinamismo.
Lo cierto, en la actualidad sus formas orgánicas de la torre todavía resultan inquietantes y, en especial, son atrayentes por su expresionismo, cuando el blanco nos remite a recursos cromáticos propios de aquellas décadas, pues fue el usual del Movimiento Moderno, a pesar de la diferencia de conceptos entre ambas arquitecturas. Cierto que el terreno ocupado por el Instituto Potsdam, con otros varios telescopios, tiene el mayor número de visitantes, peregrinos laicos, a la torre mendelsohniana. Los demás pasan desapercibidos a cuantos interesados en la arquitectura se acercan por aquel territorio de la ciencia.
