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Libros para un siglo crítico

La filosofía en castellano no deja de ofrecer libros excelentes. He aquí una muestra

Leer y entender libros filosóficos, además de disfrutarlos, podría ser un buen argumento frente a la acusadora pregunta ¿para qué sirve?, que persigue con risa de muchacha tracia a quienes dedican buena parte de su tiempo a la filosofía. Pero si uno hojea los cánones al uso y, lo que es peor, los programas de estudios de filosofía, comprobará que figuran muy pocas obras en castellano, y no digamos nada en las restantes lenguas del Estado. Con la excepción de Ortega, casi un acontecimiento, y de María Zambrano, se suelen descuidar figuras anteriores y posteriores imprescindibles. Desde los años setenta del siglo pasado una sucesión de obras magistrales consolidaron a la filosofía en el sistema educativo y en el debate intelectual contemporáneos. Algunos de sus responsables, como Gustavo Bueno, Emilio Lledó, Carlos París, Martínez Marzoa, Eugenio Trías, Victoria Camps, Fernando Savater y un amplio etcétera, en el que habría que incluir las figuras periféricas de Sánchez Ferlosio y García Calvo, determinaron el modo de leer y escribir filosofía en nuestro país. En la década y media que llevamos de siglo, muchos de estos pensadores y otros bastante más jóvenes han seguido abordando de manera rigurosa y hasta brillante los temas de nuestro tiempo, en constante diálogo con la tradición filosófica y a contracorriente de exigencias institucionales y comerciales. Por rápida y sesgada que sea, una mirada por los estantes de las novedades editoriales de los últimos años descubrirá textos muy recomendables.

Ética radical. Los abismos de la actual civilización (Tecnos, 2012) fue la última obra publicada en vida por Carlos París, renovando la pasión y la firmeza de sus convicciones. La muerte de Eugenio Trías, probablemente la mejor escritura filosófica en español, ha sido ocasión para reediciones tan necesarias como El hilo de la verdad (Galaxia Gutenberg, 2014). Con noventa años a sus espaldas, el incombustible Gustavo Bueno sigue interviniendo en los combates de la filosofía después de su último libro, El fundamentalismo democrático (Temas de Hoy, 2010), y Emilio Lledó no se ha alejado un milímetro de su militancia ética y hermenéutica: Fidelidad a Grecia (Cuatro Ediciones, 2015) y Palabra y Humanidad (KRK, 2015). Celia Amorós continúa su desarrollo filosófico de la crítica feminista en Vetas de ilustración. Reflexiones sobre feminismo e Islam (Cátedra, 2013). Y Martínez Marzoa no deja de instruirnos en el arte de la interpretación con textos aquilatados y densos como Polvo y certeza (Abada, 2014) y No-retornos (Abada, 2015). A pesar de lo que pudiera sugerir el título de su último libro, Misión del ágrafo (Uña rota, 2016), Antonio Valdecantos vive una inagotable fertilidad editorial, con ensayos en los que disecciona los peligros del presente: El saldo del espíritu. Capitalismo, cultura, valores (Herder, 2014) o La excepción permanente (Díaz&Pons, 2014). No menor feracidad demuestra José Luis Villacañas, con su lúcido examen de las posiciones filosóficas que subyacen a las nuevas propuestas políticas en Populismo (Madrid, La Huerta Grande, 2015), al que ha seguido una monumental genealogía de las relaciones entre política y religión, titulada Teología política imperial (Trotta, 2016). Dispuesto a poner orden en el desconcierto intelectual de nuestros días, Fernando Pérez-Herranz acaba de publicar una apasionada reconstrucción crítica del pensamiento español en Lindos y tornadizos. El pensamiento filosófico hispano (Verbum, 2016). Retrocediendo un lustro, conviene recuperar el libro en el que José Luis Pardo compiló sus incisivos ensayos sobre nuestra sociedad estética, bajo el poético título Nunca fue tan hermosa la basura (Galaxia Gutenberg, 2010). Y merece la pena, y el placer, adentrarse en el Infierno horizontal (Plaza y Valdés, 2012) o contemplar La limpidez del mal (PyV, 2014) de la brillante heredera de Schelling, Ana Carrasco Conde. O aproximarse, en fin, a la reciente propuesta de Marina Garcés para entender cómo la filosofía puede realizarse más allá de los lindes académicos e involucrarse en las nuevas formas de hacer política; su título resulta hoy todo un diagnóstico: Filosofía inacabada (Galaxia Gutenberg, 2015). Sigan rebuscando por los estantes de las librerías y no le hagan mucho caso a la muchacha tracia.

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