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Otros mundos posibles

La Felguera nos ofrece en Mundo subterráneo un viaje a las entrañas del planeta

«Hay otros mundos, pero están en este», afirmaba Paul Eluard. Más concretamente, debajo de este, parecen decirnos infinidad de tradiciones. La editorial La Felguera, dirigida por el francotirador Servando Rocha y especialista en desenterrar mitos de la cultura popular más subterránea y combativa, acaba de publicar este precioso Mundo aubterráneo en el que una serie de especialistas abordan de manera erudita y desprejuiciada algunos de nuestros temas favoritos. Como reza el subtítulo, entre otras cosas este libro trata de «puertas secretas, ciudades sumergidas y utopías bajo tierra». Y es que, creamos o no en ellas, haberlas haylas.

Desde que Gilgamesh visitó el Inframundo (y tras él, otros ilustres viajeros como Odiseo, Dante u Orfeo) hasta las más modernas expediciones submarinas y espeleológicas en busca de no se sabe muy bien qué, el hombre ha sentido fascinación por esos mundos que se encuentran bajo nuestros pies. Desde tiempos de Platón hemos tenido noticias de la Atlántida y otras ciudades sumergidas. Sabemos tanto por tradiciones místicas como por novelas pulp de la existencia, en algún lugar perdido del Himalaya, del reino subterráneo de Agartha cuya capital, Shambhala, es el centro espiritual del mundo. El simpar jesuita Athanasius Kircher estudió volcanes y simas en el siglo XVII y nos legó un tratado, Mundus Subterraneus, que aún hoy maravilla por su amenidad, sus deliciosos grabados y sus acertadas intuiciones. El padre Feijoo y otras gentes poco sospechosas de irracionalismo nos contaron las andanzas de humanos anfibios como el Peje Nicolao o el simpático hombre pez de Liérganes.

Novelistas decimonónicos como Verne, Lytton o Wells nos describieron civilizaciones prehumanas que habitan en el subsuelo. Poe, Lovecraft y de nuevo el omnipresente Verne viajaron con su imaginación hasta los abismos polares en un vano y peligroso intento por nombrar lo inefable y vislumbrar lo que no debe ser visto. Cualquier aficionado al esoterismo nazi ha oído hablar de aquellas expediciones antárticas en busca de contactos con los habitantes de la Tierra Hueca. En Madrid existe desde hace décadas la Policía del Subsuelo, cuerpo de seguridad cuyo solo nombre ya nos produce un placer indescriptible a los amantes del ocultismo celtibérico...

Y así podríamos seguir durante horas. Lo oculto, lo telúrico, lo subterráneo, lo sumergido siempre ha estado ahí, como reverso misterioso y necesario de nuestro mundo visible, dando pie a multitud de interpretaciones, fantasías y descubrimientos. No es cuestión de creer o no creer. No todo es blanco o negro. Hallamos sugerentes verdades entre los pliegues de las más delirantes ilusiones. Nos identificamos con las palabras de Josep Lapidario cuando dice en el primer capítulo de este libro: «Soy consciente de que este enfoque me deja en una situación un poco lamentable, despreciado tanto por escépticos como por creyentes. Qué se le va a hacer. No es que busque establecerme en una cómoda equidistancia que niegue cualquier verdad, sino que aspiro a un cierto sincretismo en que coexistan lo físico y lo metafórico, la parte racional del arte y la intuitiva de la ciencia». Se puede y se debe, añadimos nosotros, mezclar alegre y conscientemente ciencia y poesía, realidad e imaginación, razón y delirio. Es la única posición en la que nos sentimos realmente cómodos. Y la que nos permite disfrutar hasta el exceso de libros como este.

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