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Otra vez Sorolla

La capacidad crítica de la sociedad es la imagen más poderosa que puede proyectar la cultura

Exposición Sorolla íntimo que se puede contemplar actualmente en el Museo de Bellas Artes Gravina (Mubag). pilar cortés

Este conocimiento es la imagen más poderosa que puede proyectar la cultura. Pero la realidad de la gestión que estamos viendo en nuestro entorno, en las instituciones culturales más activas como las que dependen de la Generalitat Valenciana, es la repetición constante de obras y autores de determinados momentos históricos. Joaquín Sorolla (Valencia 1863-Cercedilla 1923) se ha convertido en la bandera de estas instituciones, y por lo tanto en la imagen de la cultura valenciana. O al menos esta es la que más llega a Alicante, que situada en un nivel inferior, solo es receptora de esta sucesión constante de exposiciones, sin una gestión propia de los valores del arte y la cultura.

La actual exposición en el Mubag, Sorolla íntimo, nos muestra los bocetos realizados por el pintor valenciano para una de sus mayores obras, el encargo de la Hispanic Society. Obra en la que además de desplegar generosamente su habilidad como dibujante, concreta una visión de la España de principio de siglo XX, años veinte, una imagen populista, folclórica, la fiesta y el trabajo de las clases humildes de la época, sin matices. Este mosaico de imágenes, bastante repetitivo en cuanto a la composición y los caracteres de los personajes, ha creado, según para quien, la imagen de un artista poderoso capaz de enfrentarse a obras de gran tamaño, podríamos decir que constituye la capilla Sixtina de Sorolla, la obra que le dio una imagen internacional, al tiempo que proyectó una imagen de España. La Generalitat gastó millones de euros en traerlas y divulgarlas, y ahora para que no decaiga su revalorización nos muestran los bocetos, el proceso por el que el artista se enfrenta a la creación de una imagen. El boceto preparatorio siempre implica una mayor libertad, un trabajo menos impostado en el sentido de que el artista está investigando, experimentando, y el error, la duda, se convierten en elementos vivos que definen el proceso en la creación de un lenguaje, con la confirmación o el descarte de los estereotipos asumidos, en la búsqueda de una visión propia de la realidad. En los bocetos, ni la ejecución y ni el resultado son concluyentes, solo el desarrollo de un orden que luego se verá en la obra definitiva.

No cabe duda de que Sorolla siempre ha tenido el apoyo del público mayoritario, y que su exposición es un reclamo de visitantes para el museo, pero no por el valor en sí de la obra de arte, sino por la promoción constante de la imagen más populista del autor. Tal afán populista del museo simplifica la complejidad intrínseca del arte, haciendo de uso común lo que no lo es, por lo que el espectador cada vez entiende menos o se siente engañado ante el arte contemporáneo. Pero es que no ha recibido la información para poder entenderlo. Así también Sorolla en su momento, ante la incomprensión que pudiera acarrear una visión de España en tierras americanas, optó por simplificar no solo la imagen también la pintura. Sorolla se convierte en un ilustrador y no pretende otra cosa que la reproducción de unas escenas estereotipadas por el folletín decimonónico, con su trazo virtuoso, rayando el realismo caricaturesco en algún momento. Podemos pensar que el tema lo condicionó, como también a Miguel Ángel, en la capilla Sixtina, pero éste supo sin embargo desarrollar toda una invención, una creación de espacios que trasmiten una reflexión sobre la naturaleza y el pensamiento humano. El Guernica de Picasso queriendo ser una representación de los desastres de la guerra también es una invención, un concepto nuevo, no hay aviones tirando bombas, pero vemos el drama de la guerra, enmarcado dentro de una visón cubista. En esta última obra, Sorolla tiende hacia un abigarramiento barroco pero sin contundencia en la invención del orden compositivo. Se obsesiona por los pequeños gestos de sus personajes, en una acumulación de anécdotas siempre resuelta con el mismo gesto virtuoso que más tienen que ver con una idea decimonónica costumbrista de la pintura. El concepto plástico contemporáneo, tal como lo expresó Gauguin no está, la pintura como la búsqueda de un orden de las formas y colores en una superficie. Goya al igual que Ensor también recogen el concepto de la masa popular, una concentración de gente, de gestos, pero el espacio está visto con un concepto plástico diferente al realismo de Sorolla. Ensor con el gesto acumulativo del pincel marca la investigación plástica. Goya, Picasso, Siqueiros, inventan soluciones espaciales, algo que la pintura ha realizado siempre. Todos en mayor o menor medida se enfrentan a la representación de la realidad, pero cuando esta reproducción figurativa pierde protagonismo aparecen otros elementos que siempre han estado allí: la visión espacial.

Cuando varias personas se enfrentan a una misma obra, cada uno de ellos va a ver cosas muy diferentes. Unos van a valorar lo virtuoso de la definición de las formas, reconocer lo representado con fidelidad, otros van a apreciar sus valores pictóricos, como está compuesta, como están distribuidos los planos de color. Van a recibir sensaciones diferentes en función del conocimiento que tengan de la pintura. La pintura es un cúmulo de conocimientos, se crea en función de la percepción y el dominio del dibujo, del concepto de la estructura, el color, el gesto, la pincelada, un conjunto de conocimientos que el artista tiene que conjugar en su cabeza y en el lienzo, para realizar una obra que en sí tiene todas las referencias de esta información recibida y entendida. Por lo que el espectador también necesita de este conocimiento para valorar los aspectos plásticos. Nunca va a apreciar la composición cubista de Picasso, si no ha entendido la evolución de la pintura en el s. XX.

Sorolla ignora conscientemente muchas de las conquistas plásticas de final del XIX y principios del XX, y eso le hacer perder la relación crítica con la contemporaneidad del arte. Utiliza ciertas referencias a Velázquez, Goya, pero no va más allá en la investigación, porque ante todo busca la admiración mayoritaria, que se resuelve en el virtuosismo de los adornos de un caballo, los vestidos de los aldeanos?. En ese afán de realismo se olvida de que la impresión de realidad se debe crear a través de la pintura, de la creación de lenguajes, incluso en la fotografía. La impresión de realidad en el único boceto que se conserva de Velázquez tiene más verdad que la propia realidad. Los desnudos de Velázquez, de Tiziano, de Goya, de Lucien Freud son más desnudos que los fotográficos, tienen que ver con la naturaleza humana, son más reales, pues la idea, el concepto, a través del cual miramos, solo la produce el arte.

La gestión cultural debe tener esto en cuenta y hacer espectadores críticos, formados, no consumistas de estereotipos, si no corre el peligro de convertirse en propaganda de una ideología o clase social.

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