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Hacia el silencio

María Auxiliadora Álvarez ha ido construyendo una personalísima voz poética

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María Auxiliadora Álvarez (Caracas, Venezuela, 1956) es uno de los nombres imprescindibles de la poesía hispanoamericana actual. Estudió Letras Hispánicas en Estados Unidos y Artes Plásticas en Colombia y Venezuela. Ha dado clases en diversas universidades de Estados Unidos y México y actualmente es profesora en el campus de Ohio de la Miami University. Además de a la docencia, se ha dedicado a la crítica literaria y cultural y ha expuesto en diferentes ocasiones su obra plástica.

Entre sus libros de poemas, destacan Mis pies en el origen (1978), Cuerpo (1985), Ca(z)a (1990), Inmóvil (1996), Pompeya (2003), El eterno aprendiz (2006), Resplandor (2006), Lugar de pasaje (2009), Paréntesis del estupor (2011) y Con poesía hay mañana (2015). Una buena muestra de su obra, incluso de poemarios que todavía permanecen inéditos, la podemos encontrar en Las nadas y las noches, antología publicada por Candaya en 2009 con selección de Mario Campaña y prólogo de Julio Ortega. Además, María Auxiliadora Álvarez es autora del ensayo Experiencia y expresión de lo inefable. La poesía de San Juan de la Cruz (2013) y ha sido incluida en más de medio centenar de antologías y traducida a diferentes lenguas, como el inglés, el francés, el portugués, el rumano y el chino. A su vez, ha traducido a algunos autores portugueses como António Ramos Rosa o Eugénio de Andrade, y a la poeta norteamericana Elaine Fowler Palencia.

La poesía de María Auxiliadora Álvarez, que, con el paso de los años, se ha ido depurando de elementos formales, tipográficos e incluso de palabras, logra efectos máximos con elementos mínimos. Según Julio Ortega, en sus primeros libros, «el cuerpo es su espacio emotivo», pero con Ca(z)a «levanta el umbral de la familia y abre las puertas al significante colectivo». Hay un punto de inflexión en su obra en 1996, cuando, tras la muerte del padre, la autora decide abandonar Venezuela y comenzar una nueva vida en Estados Unidos.

En cierto modo, todo ese proceso creativo culmina con Piedra en :U:, que cuenta con un deslumbrante prólogo de Juan Carlos Abril, quien se refiere a la obra de María Auxiliadora como «una poesía límite, una experiencia abisal del lenguaje». Piedra en :U: reúne poco más de cincuenta poemas, todos ellos breves y con título, y construidos con ese verso tan particular, tan certero, que ya se ha convertido en una de las señas de identidad de la autora. Se trata de un verso mínimo, a veces de dos sílabas, que convive con otros de mayor extensión, pero que en contadas ocasiones sobrepasa las cuatro o cinco sílabas.

En la base de Piedra en :U: se encuentran los sonidos, la palabra, la lengua, como podemos comprobar en los poemas iniciales, el que da título al libro, Piedra en :U:, pero también Palabra de golpe y Hora de silencio: «la lengua / se multiplica / contra el peso / que la sostiene // tensando / la herida / de renacer // latigando / comisuras / resecas // y aquietándose / bajo su cielo / de paladar // como si / hubiera / hora / para / el silencio».

Efectivamente, la poesía de María Auxiliadora Álvarez se encuentra muy próxima al silencio, no solo como motivo recurrente, sino por el hecho de construir composiciones con las palabras mínimas necesarias. La noche y la nada, presentes en el título de su antología, son una presencia constante en Piedra en :U:, cuyos poemas se trasladan, eventualmente, del mundo de las sensaciones, del mundo de la emoción, a la realidad más inmediata, con referencias a Haití, Zagreb o Sarajevo. A veces, es la propia naturaleza la que permite construir una escena, como ocurre con el invierno en el poema Sombras y con la lluvia en la composición Perfumadas.

Hay en Piedra en :U: muchos poemas que están construidos con elementos sencillos pero tienen efectos devastadores, que van más allá de lo que denotan las palabras y se instalan en un territorio habitado únicamente por la más alta poesía. No extraña en absoluto que la autora haya trabajado sobre la poesía de San Juan de la Cruz, porque también en la obra de Juan de Yepes encontramos la expresión de lo inefable.

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