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Fisuras de la eficiencia

Evgeny Morozov en su último libro, La locura del solucionismo tecnológico (Katz Editores, 2015), arrincona la utopía digital de Silicon Valley

Gráfico de Silicon Valley, cuna de las empresas punteras digitales. información

Con un libro sobre el panorama digital que ya en su segunda página se refiere a las conferencias TED como el «Woodstock de la decadencia intelectual» (sic), se sabe que va a haber gresca. La carga contra estas famosas conferencias, en principio tan idealizadas entre la comunidad en red como Apple, Amazon, Google y otros baluartes de Silicon Valley a los que el autor también castiga el hígado, es solo el preludio de un embiste mucho mayor contra el que Morozov señala como el peor de los males actuales: el solucionismo tecnológico. Muchos de los gurús que participan en las charlas TED o que asesoran a las citadas empresas en la vanguardia digital, son partícipes de esta corriente cuya sencilla teoría encierra, muchas veces, un peligroso desdén hacia las ambigüedades de los problemas complejos.

La corriente solucionista se inclina por interpretar cada uno de los problemas del mundo como enigmas que tienen solución a través de la eficacia y la transparencia que ofrecen las herramientas digitales. Es decir, confiando en que las capacidades de la tecnología actual para computar cantidades ingentes de datos nos lleven a soluciones más potentes y motivadoras para el cambio social.

Según Morozov, queda poco para que este movimiento alcance su zénit e imponga definitivamente el uso de lo digital como una «pócima mágica» capaz de solventar cualquiera de los macro-problemas que afectan al mundo. En breve, compañías como Google, Amazon o Kickstarter serán capaces de aligerar los embudos políticos, ambientales, culturales, etc. gestionando con transparencia los votos y las donaciones a partidos a través de la web, la eficacia de nuestro reciclaje digitalizando cada una de nuestras basuras o el mecenazgo cultural al margen de las ayudas estamentales gracias a las donaciones colectivas online.

Ahora bien, esta sofisticada manera de interpretar los problemas desde la colectividad en red y desde la perspectiva abstracta de las cifras y la computación, implica pasar por encima de muchas de las habituales tonalidades grises de cualquier dilema ¿Qué cabida tienen las ambigüedades, las imperfecciones y las aleatoriedades de la naturaleza humana en el altar de los algoritmos programados para el bien común? La «reordenación» tecnológica es una idea original y seductora pero al mismo tiempo engañosa: ni todos los fallos de la sociedad pueden considerarse errores (algunas son, simplemente, características), ni todo lo que puede arreglarse debe repararse a través de la transparencia y la «certeza» que ofrece la tecnología digital.

Para demostrarlo, Morozov examina y cataloga una larga serie de «lastres» incluidos en el pensamiento solucionista. Desde los equívocos que desata la filosofía «aperturista» de Internet y su defensa a ultranza de la transparencia, a los tropiezos del reduccionismo de la información que practican asiduamente los media, pasando por el «tecnoescapismo» (a favor de los tecnócratas) que muchos usuarios imponen frente a la política tradicional. Hay para todos, pero con fundamento.

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