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Dresde, 1945

Tras las destrucciones de ciudades, muchas reconstrucciones responden a criterios simbólicos y de identidad

Dresde, reconstrucción de la Frauenkirche. SVB

Durante siglos las guerras y las catástrofes naturales han sido las causas fundamentales de la desaparición física de las personas y de numerosas piezas de arte. Las esculturas de bronce de la antigüedad clásica, así como las campanas, fueron fundidas para realizar cañones, en el caso de las últimas para obtener la plata de sus aleaciones. Incendios provocados o de origen espontáneo y natural, propagados con facilidad a través de las estructuras leñosas, destruyeron edificios y poblaciones enteras.

Fue el caso de Londres, o el de Lisboa, en esta ciudad a consecuencia de un terremoto. En ambos casos fueron reconstruidas con la pretensión de realizar nuevas soluciones formales y funcionales, algo que sólo se consiguió plenamente en Lisboa. En Londres el poder de la aristocracia impuso sus privilegios y, en consecuencia, el dominio sobre las posesiones urbanas, haciendo fracasar la propuesta de Wren, con la pretensión de establecer un nuevo modelo en la planta a reconstruir, acorde con su época. En las ciudades la reedificación comenzó por reconstruir las iglesias, auténticos hitos de referencia simbólica y visual en la ciudad.

Durante la Revolución Francesa, actuaciones iconoclastas causaron la desaparición de innumerable imaginería figurativa en los pórticos de las iglesias góticas. El aumento de la potencia de las armas de fuego incrementó el riego para las personas, así como también para las ciudades y edificios.

La paranoia nazi desencadenó la guerra causando cincuenta millones de muertes humanas y el sufrimiento de un sinnúmero de personas. También provocó la devastación de extensos territorios y la destrucción de incalculables obras de arte, así como poblaciones de todo rango y tamaño. Son ejemplos claros Bélgica y Francia durante los primeros meses de guerra y, después, en la Navidad de 1944 en la desesperada e inútil ofensiva de las Ardenas, así como en la costa atlántica tras el desembarco en las playas de Normandía.

La acción de ataque sobre Coventry, al parecer, era conocida por el mando británico y consentida por motivos estratégicos, causó su arrasamiento, dando origen al sustantivo coventrizar, que se ha generalizado para designar la destrucción completa de una ciudad, incluidos sus habitantes. En Londres a consecuencia de los bombardeos aéreos nocturnos y más tarde por la acción de las V1 y V2 los daños fueron incalculables.

En Europa oriental la aniquilación de Stalingrado y el sitio a Leningrado, donde la resistencia al límite de la población, motivó que Shostakovich compusiera su séptima sinfonía, es quizás la pieza orquestal de mayor carácter épico de la centuria, fue interpretada por primera vez en la misma ciudad asediada. Más adelante la destrucción de Varsovia, tarea concienzuda de la Wertmacht y, tras su retirada, completada por los soviéticos, motivó su reconstrucción mimética al original como signo de referencia de identidad nacional.

Entre los días 13 a 15 de febrero de 1945 con ataques aéreos permanentes a cargo de británicos y norteamericanos, con bombas de fósforo e incendiarías, causaron la destrucción de Dresde, sus habitantes y los edificios, en realidad cuando el ejército alemán estaba técnicamente derrotado. Tan solo podía ofrecer la resistencia de fanáticos en la defensa de Berlín un mes más tarde.

En el Pacífico la explosión de la primera bomba nuclear borró del mapa Hiroshima y casi la totalidad de sus habitantes. Aquel relato lo conocemos en diferido a través de las imágenes estáticas y filmadas que se conservan. Estos tristes episodios se han visto reproducidos durante los últimos años, ahora sabidos al instante, cuando los medios de comunicación lo transmiten en directo. Sarajevo y los conflictos árabes reproducen la historia.

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