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Desinterés por la cultura

La desganada actitud oficial ante el centenario de la muerte de Cervantes refleja a nuestra sociedad

No debería extrañarnos que la respuesta oficial al centenario de Cervantes se produzca con tanta desgana. A mí, desde luego, no me sorprende. Nunca me ha parecido que a nuestros gobernantes les preocuparan los asuntos de la cultura de un modo sincero. Es verdad que los socialistas mostraron un mayor interés cuando gobernaron, pero su problema fue pensar que todo podía solucionarse con dinero. Es cierto que la cultura necesita dinero pero, en contra de lo que tanta gente piensa, no es este su ingrediente principal. Cuando el dinero -el dinero oficial, el que procede de los presupuestos- abunda en la cultura, atrae a miles de inútiles y espabilados que sólo aspiran a vivir de la subvención. La derecha ha sido más práctica en estas cuestiones, y sólo se ha interesado por la cultura cuando podía obtener algún beneficio de ella. Pero, no nos ensañemos con nuestros políticos: socialistas y populares son, a fin de cuentas, un reflejo del país, es decir, de nosotros mismos.

A propósito de la actitud oficial ante el centenario de Cervantes, se ha hablado de ingratitud. El novelista Javier Marías publicó en la prensa un artículo en el que denunciaba la ingratitud con la que España ha tratado a sus mejores artistas. Es cierto, no queremos a nuestros artistas. Nos encontramos muy lejos de la consideración que otros países -pienso en Francia, en Gran Bretaña- dispensan a sus creadores. Pero este desagradecimiento, ¿de dónde nace? Yo creo que procede del desinterés que sentimos por la cultura cuando esta no nos ofrece provecho o alguna diversión. Es el mismo menoscabo con que tratamos, desde hace tiempo, a las humanidades y que nos lleva a «la muerte de la vida universitaria», como acaba de denunciar Emilio Lledó. Desinterés por Cervantes, sí, pero aquí, entre nosotros, más próximo, desinterés por Esplá, por Miró, por Azorín. ¡Pobre Azorín, utilizado como reclamo en un premio comercial que no interesa más que a sus promotores!

¿Queréis otro ejemplo del trato que nuestro país dispensa a la cultura? Hace unos días, la prensa publicaba la fotografía de Consuelo Ciscar, saludada afectuosamente por Santiago Grisolía. El encuentro se producía en la sede del Consell Valencià de Cultura y Ciscar acababa de ser imputada por su conducta escandalosa al frente del IVAM. La foto -no hace falta decirlo- producía sonrojo. Pero, ¿acaso no produce vergüenza la propia situación del Consell Valencià de Cultura? ¿Qué es hoy ese órgano consultivo de la Generalidad? Yo os lo diré: un organismo muy caro de mantener, lleno de políticos que poco o nada saben de cultura, y con dos de sus miembros investigados por la Justicia. Si pensamos en cómo hemos llegado a este punto, podemos hacernos una idea del papel que nuestros gobernantes -de izquierda y de derecha- asisgnan a la cultura. Esa es nuestra realidad. Yo, al menos, no conozco otra.

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