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De amistad, filosofía y bricolaje

Un recorrido por los caminos cruzados de dos maestros de la filosofía española contemporánea

De amistad, filosofía y bricolaje rafa arjones

En su libro El pensamiento salvaje, el antropólogo Claude Lévi-Strauss hablaba de «bricolaje» para referirse a un modus operandi propio del pensamiento mítico, frente al científico. El bricoleur hace su trabajo manual, sin tregua, desprovisto de teoría y arreglándose con lo que tiene hasta encontrar un sentido a lo que hace. El catedrático de antropología y filosofía Tomás Pollán (Valdespino, León, 1948) escribió unas aquilatadas variaciones sobre este asunto hace más de una década, donde demostraba el carácter fragmentario y tentativo de las operaciones que daban lugar a estructuras culturales tan sobrevaloradas como la identidad. María del Olmo escoge este texto, entre otros, para reconstruir una obra, académica y editorialmente singular. Y es que Pollán, cuyo magisterio ha seducido a varias generaciones de discípulos, es autor de una bibliografía brevísima, aunque guarde consigo innumerables textos inéditos. Su trayectoria es inseparable de la de otro profesor de filosofía ciertamente mucho más publicado y mediático, Javier Sádaba (Portugalete, 1940), a quien la autora dedicó su reciente tesis doctoral. En buena medida este libro es el resultado de su empeño por armar una exposición coherente del pensamiento de Pollán, cuya presencia termina por imponerse al lector tras recorrer su magisterio y su escritura esquiva, revelados como momentos de una constante y discreta conversación. La obra de Sádaba, desde los textos sobre filosofía de la religión a sus ensayos de bioética, sea en libros, artículos o en intervenciones periodísticas, comparece aquí como privilegiada interlocutora. Del Olmo reexpone las conferencias y artículos de Pollán a la luz de los textos de Sádaba y viceversa. Su misión parece, así, doble: reconstruir la escritura de un autor en apariencia ágrafo, reinterpretando la voz de otro en apariencia grafómano. Para ello disciplina su trabajo en una transcripción-traducción, minuciosa y apasionada, de los cruces, contrastes, divergencias y confluencias de dos pensadores en marcha, que exploran las estructuras de los mitos, el lenguaje, la historia, la estética o la ética. En su desarrollo, la tarea se convierte en un relato fragmentario, que de manera oblicua, casi como un bricoleur, va desgranando y recomponiendo episodios, imágenes, pistas, en fin, de la historia reciente de nuestra filosofía; una historia que, como la del pensamiento español en general parece condenada a no terminar de escribirse nunca. Testimonios de los protagonistas del libro, pero también de amigos y conocidos, de periodistas, teólogos y filósofos, nos aproximan a la complejidad social e ideológica en la que se fueron formando y truncando corrientes intelectuales en tiempos poco propicios. No es nuevo, aunque siga sorprendiendo a los más olvidadizos, el papel de las instituciones jesuitas en la formación de las élites del pensamiento laico. Por diferentes caminos, esa formación se gestó sobre un trasfondo cultural ideológicamente complejo y cambiante, bajo la hegemonía del nacionalcatolicismo y su larga estela de mutaciones y transiciones hasta nuestros días. En el caso de los filósofos y en particular de los que son objeto de este libro, la teología desempeñó un determinante papel formativo. Pero también las estancias en universidades extranjeras (siempre Alemania) y, por encima de todo, el cultivo de una amistad de pensamiento, forjada en estrechos marcos académicos y, probablemente en muchas ocasiones, a pesar de ellos. Baste este relato de ilustres vidas perpendiculares y paralelas para darle la razón a la etimología y suscribir que, en efecto, la filosofía ha sido y ha de ser siempre cosa de amigos.

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