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Un trato desigual

ACOA se queja del reparto de fondos de la conselleria de Cultura, que marginan a la provincia

Publicaba este periódico, hace unos días, las quejas de la Asociación de Artistas Contemporáneos (ACOA) por los presupuestos que ha elaborado la Consejería de Cultura. Los presupuestos, venía a decir ACOA, marginan a la provincia de Alicante, se desentienden de ella. Para sostener su denuncia, aportaba una serie de datos que, a estas alturas, todavía no he visto rebatidos. La Asociación de Artistas Contemporáneos viene mostrando, en los últimos tiempos, una notable actividad. No hay asunto relacionado con el arte en la provincia de Alicante en el que ACOA no tenga algo que decir. No siempre ha estado uno de acuerdo con sus intervenciones, que alguna vez nos han parecido excesivamente interesadas, pero estas críticas a la Consejería de Cultura las compartimos por completo. Cualquier persona interesada en los asuntos de la cultura sabe que Alicante recibe un trato desigual por parte de la Consejería. Durante veinte años, el Partido Popular nos impuso una miseria cultural que, pese a su magnitud, los alicantinos aceptamos con resignación. Ahora, al producirse un cambio en la Generalidad, esperábamos que las cosas fueran diferentes. Por lo que veo, quienes pensamos de ese modo, pecamos de ingenuos. Pasan los días, transcurren las semanas, se suceden los meses y todo sigue igual. El clima cultural, sin embargo, es muy distinto en Valencia. Lee uno las noticias que publica la prensa de aquella ciudad, las compara con lo que aquí sucede y encuentra que las diferencias son enormes. En Valencia hay actividad, se toman decisiones, cambian las formas de gobernar la cultura... Pero esa fiebre, ese calor, ese dinamismo, no llega hasta Alicante.

Ximo Puig ha dicho en varias ocasiones que su intención es romper con el centralismo valenciano. No dudo de las intenciones del presidente de la Generalidad, que me parece un hombre serio y voluntarioso, pero lo cierto es que, de momento, no hemos pasado del nivel de las palabras. Y, sin los hechos que las acompañen, que las lleven a la práctica, las palabras son bien poca cosa. ¿Por qué no acaba de superarse esa barrera? Porque -en mi opinión- la fuerza centrípeta que ejerce Valencia es muy fuerte, y la concentración tan absoluta del poder político en aquella ciudad no hace sino aumentarla. Cuando gobiernas desde un despacho de Valencia, pierdes perspectiva y mirar más allá de Sueca resulta muy difícil. Para vencer esta resistencia se necesitaría un cambio de sensibilidad que no se ha producido y, me temo, que no se producirá. El problema es que esta conducta de los políticos erosiona la idea de Comunidad y la reduce a un mero asunto administrativo. ¿Cómo se rompe esa tendencia? Sinceramente, no lo sé. Pero mientras perdure, el sentimiento de lo valenciano seguirá siendo muy débil, casi nulo, en Alicante. Es cierto que Alicante tampoco hace mucho para remediar la situación, pero si durante varias décadas el Alacant, a part pudo servir como excusa a los gobiernos, el tiempo ha dejado obsoletas las palabras de Josevicente Mateo: las nuevas generaciones ya no se reconocen en ellas. Quienes disponen del poder deberían actuar.

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