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El premio Turner vuelve a sorprender

Desde sus comienzos, en 1984, el premio Turner ha logrado mantener la expectación en cada convocatoria. Los medios de comunicación de medio mundo publican cada año la noticia con el nombre del ganador, junto con los detalles de la obra galardonada. El Turner es un premio que ha sabido dosificar la polémica, lo que le ha permitido mantenerse en el candelero edición tras edición. Y es que nada gusta tanto al público como escandalizarse ante una obra de arte. De Damien Hirst a Martin Creed, sin olvidar la cama de Tracy Emin -un verdadero hit, pese a no resultar ganadora-, puede afirmarse que el Turner no falla. Si el propósito del premio era -como se dijo en su momento- llamar la atención sobre el nuevo arte que se hacía en el Reino Unido, no hay duda de que ha cumplido su objetivo.

Este año, el Turner se ha mantenido fiel a la tradición, pero lo ha hecho de una manera ligeramente distinta a las anteriores ocasiones. A la vista del resultado, uno no puede por menos que descubrirse ante la inteligencia del jurado. Cuando todo el mundo esperaba que el galardón recayera en alguna de las obras más polémicas que habían sido seleccionadas, ha sido un desconocido colectivo de arte, diseño y arquitectura, Assemble, quien se ha alzado con el triunfo. Y lo ha hecho con una obra peculiar: la regeneración de un grupo de viviendas sociales en la ciudad de Liverpool. En un momento de crisis económica, el Turner da la espalda al escándalo y premia una actuación de carácter social, con lo que sorprende a todo el mundo. Además, al elegir la arquitectura, el jurado muestra las sutiles fronteras de lo que llamamos arte contemporáneo. ¿Se puede pedir mas?

Gurús digitales

Si se hubieran cumplido las predicciones de los expertos, el libro en papel sería a estas alturas una rareza del pasado. En el mejor de los casos, se encontraría a punto de desaparecer y sólo unos pocos centenares de lectores continuarían interesados en un soporte tan arcaico. Aunque en la actualidad las cifras de ventas apuntan en sentido contrario, y ha vuelto la confianza al papel, en el pasado hubo momentos en que los propios editores creyeron las advertencias de los gurús digitales. Una encuesta entre los expositores presentes en la Feria de Francfort del año 2008, daba por hecho que el libro digital desplazaría totalmente al papel en unos años. Hoy, sin embargo, nadie espera que vayan a cumplirse los pronósticos de los especialistas. Los gurús digitales han dado demasiadas pruebas de que su trabajo busca más llamar la atención que perseguir la verdad.

El consultor suele ser un profesional que finge saber mucho sobre un asunto del que lo ignora prácticamente todo. El secreto de su éxito no es otro que la perseverancia, es decir, mantener el tipo y no rendirse jamás. Es lo que hace Javier Celaya, uno de estos especialistas, cuando, pese a la evidencia de las cifras, continua insistiendo y alerta a los editores: «Como sector me preocuparía por no estar ampliando la demanda digital, que va a ser una forma de crecer. Son potenciales lectores que se están escapando por otras vías, como las apps para móviles, los contenidos en abierto de alta calidad y la autoedición». Así es, si así os conviene.

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