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«En la escultura es complicado dejarse llevar»

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¿Qué te hizo especializarte en escultura?

La escultura y yo nos encontramos casi por casualidad. No fue una vocación de niño ni algo por el estilo. Cuando estudiaba bachiller no sabía qué hacer después. Sabía que eso de trabajar con las manos se me daba bien y opté por matricularme en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Orihuela. Eso sólo duró un año. Allí encontré el material que me marcaría a partir de entonces: la arcilla. La directora del centro me vió un día trabajar y me dijo que me podría ganar la vida con ello.

Al año siguiente me matriculé en Bellas Artes en Valencia. Entonces ya sabía que me especializaría en escultura, me apasionaba el modelado, copiar las escayolas clásicas y enfrentarme al modelo del natural.

¿Con qué materiales trabajas?

Trabajo bastante por encargo, con lo cual me he enfrentado a multitud de materiales: bronce, mármol, madera, resinas, aluminio? Quizá podría decir que el hierro y yo todavía no nos hemos puesto a trabajar en serio, aunque tengo obra monumental en acero corten. Siempre estoy dispuesto a probar materiales nuevos, si se adaptan a mi lenguaje escultórico, claro.

¿Apego especial a algún material?

Siempre me ha gustado el mármol, aunque ahora no lo utilizo. Es un material sobrio y noble a la vez. Si tienes paciencia y lo trabajas bien, quedan piezas estupendas. Lo malo es que, a la hora de vender, el cliente no piensa en el trabajo que cuesta, no lo aprecia más que a otros materiales

¿Por qué escoges ese material concreto?

Suelo trabajar con dos lengujes diferentes, o por lo menos hay uno de ellos que me resisto a abandonar. El trabajar con la temática del cuerpo se adapta muy bien al mármol, esas superficies lisas y sobrias, sin pulir, inducen a que el público pase la mano por la obra, cosa que a mi me agrada. Ahora trabajo mucho el aluminio, se adapta más a esta línea que sigo ahora. Es un material como más industrial. Además, pienso que el color también forma parte de mi lenguaje, y suelo dejar parte de las piezas con ese color gris que el aluminio da. Por otra parte, me permite obtener los mismos resultados que el bronce, y es más barato. Con el tiempo he ido desarrollando destreza a la hora de colorearlo, si es necesario, es cuestión de investigar e ir equivocándote.

¿Racional o instintivo?

Suelo pensar bastante lo que voy a hacer. En la escultura es complicado dejarse llevar, por lo menos para mí. El coste de llevar una obra hasta el final supone bastante tiempo y dinero, por los procesos y los materiales que me gusta emplear. A veces, la idea llega clara y busco el material que se adaptaría mejor, pero otras ando buscando y las cosas no salen de una manera fácil.

¿Cómo definirías tu estilo?

Esa es una pregunta difícil, es indudable que a todos nos gustan todos los maestros del arte y que siempre absorbemos algo de todos los artistas que nos gustan, sean más o menos conocidos. Quizá lo que más me preocupa es hacer una obra de la mejor calidad posible y que no desmerezca dentro del mercado.

¿Sigues alguna línea? ¿Cuál sería?

Me gusta bastante el realismo social, me interesa lo que sucede a mi alrededor. El individuo que se relaciona con las grandes urbes, la soledad voluntaria o involuntaria, la relación con las nuevas tecnologías, el medio ambiente, el capitalismo y lo que eso provoca en el individuo. En definitiva, trato de expresar las cosas que suceden ante cualquiera de nosotros todos los días. La influencia de los medios de comunicación, de los adelantos tecnológicos, del excesivo consumismo, que si bien nos facilitan las cosas, por otro lado y que quizá sin darnos cuenta, nos empobrecen como personas.

¿Crees que el escultor ha quedado relegado a las rotondas, al trofeo, al monumento, a la imaginería, al trabajo por encargo?

En mi caso, es absolutamente cierto. Yo he hecho todo eso que mencionas. Porcentualmente se sabe que la escultura se vende bastante menos que la pintura, con lo cual, a los escultores no nos queda más remedio que acudir a esa fuente de ingresos. A veces los trabajos son bastante atractivos e incluso hasta ese mismo cliente que te encarga el trofeo, luego puede comprarte una obra. A veces el problema surge a la hora del cobro, no suelo cobrar parte por adelantado, con lo que tienes que hacer frante a los primeros costes de material para que la obra pueda ir avanzando.

Te formaste por la facultad de Bellas Artes, pero tu contacto con Ciriaco fue decisivo ¿Qué experiencia formativa fue más completa, la escuela o el taller?

Sin lugar a dudas mi experiencia con Ciriaco ha sido decisiva para mí. Desgraciadamente los docentes de escultura en la Facultad dejan bastante que desear. Se limitan a enseñarte lo que ellos hacen en su vida profesional fuera de la facultad (si lo hacen), olvidándose de que eso ya lo hacen ellos y de que lo que tu necesitas es aprender técnica en procedimientos y lenguajes escultóricos, para luego poder encontrate a ti mismo y tener alguna herramienta para poder expresarte. Mi relación con Ciriaco sigue desde hace 20 años, lo considero un maestro en lo que hace y me enseñó a trabajar con el mármol, el bronce y la madera de una manera que pocas personas conocen, será una cuestión de generación. Pienso que hubiera podido llegar mucho más lejos como escultor, pero en su día no aceptó el porcentaje que se llevan las galerías por la venta de la obra, no le hacía falta el dinero ya que tenía el sueldo de Catedrático de Universidad.

¿Quiénes son tus referentes?

No me obsesiona ningún referente en concreto, siempre me gustó mucho Julio González, Pablo Gargallo, Baltasar Lobo, Archipenko? Como más cercano me gusta y me ha influido la obra de Ciriaco. Como escultor actual, Jaume Plensa.

¿Crees que la crisis ha afectado muy duramente al arte, a la cultura?

En el nivel adquisitivo del comprador en el que yo me muevo sí, todo fue ralentizándose de una manera paulatina. Es lícito pensar que una persona o administración compra arte por placer y que si tiene que recortar gastos lo haga en cultura, antes que en sanidad, educación... Yo de todas formas no me quejo, mejor o peor he podido seguir haciendo lo que me gusta. Si había menos encargos, o se vendía menos obra, pues que se le iba a hacer, otros estaban peor.

Scott McCloud, autor de cómics y uno de sus teóricos más importantes, en su obra El escultor, equipara modelar con las manos desnudas con un poder superheroico. ¿Bonito, no?

Sin lugar a dudas, no entiendo como -por lo general- a las personas les gusta ir a clases de pintura o dibujo y no muestran interés por recibir clases de modelado. Es una disciplina fascinante que te educa en la tridimensionalidad, el movimiento, la proporción de las cosas...

Un deseo.

Seguir ganándome la vida con ello, descubrir nuevas cosas, seguir divirtiéndome?

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