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Un retroceso

La charla que César Sánchez, el presidente de la Diputación de Alicante, pronunció en el club Información, días atrás, tuvo un gran interés. Sánchez da la impresión de ser un hombre ambicioso y preparado, que no da puntada sin hilo. No me parece mal. La ambición es la primera cualidad que debe poseer un político, y resulta imprescindible para alcanzar el éxito. La condición es que vaya acompañada de la capacidad intelectual suficiente. De no ser así, el fracaso se producirá, más pronto o más tarde, de manera inevitable como hemos visto en tantas ocasiones. Los planes que Sánchez anunció para la provincia de Alicante son interesantes y da la impresión de que han sido cuidadosamente meditados. Mejorar la situación de los pequeños pueblos, apoyar a quienes tengan buenas ideas para montar una empresa, o aprovechar la moda de la gastronomía para favorecer el turismo, son proyectos que suscribirán muchas personas. Ahora sólo falta llevarlos a la práctica.

Hay en la intervención de César Sánchez un asunto que llama la atención: a lo largo de toda su charla, no encontramos una sola referencia a la Cultura. Sánchez ha expresado repetidas veces su preocupación por la provincia de Alicante, y ha mostrado su disposición para defenderla, un asunto del que ha hecho bandera. Sin embargo, este hombre no cree -al menos, no lo manifiesta- que la Cultura tenga un papel en esa defensa. En los cuatro o cinco planes que Sánchez ha propuesto para relanzar la provincia, la Cultura no tiene nada que decir. En los países más desarrollados que el nuestro, hace tiempo que la aportación de la Cultura al PIB es cada día más importante y valorada. ¿Es posible mejorar la condición de la provincia de Alicante sin contar con la Cultura? ¿No tienen nada que decir en este asunto nuestras industrias culturales, por pequeñas que sean?

En el partido político en el que milita Sánchez, no es una novedad el desinterés por la Cultura. Hemos visto como este desinterés se manifestaba repetidas veces a lo largo de la actual legislatura. En este sentido, pues, nada más lógico que la Cultura no sea una prioridad para el presidente de la Diputación. De hecho, Sánchez se apresuró a cederla a Ciudadanos en el reparto de competencias que permitieron su elección. Los resultados de aquella decisión no pueden ser más decepcionantes por el momento. El Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert alcanzó, bajo la presidencia de Luisa Pastor, uno de los momentos más brillantes de su historia. Sus miembros realizaron una gestión muy notable que los alicantinos aplaudieron. La respuesta del público a la programación del Gil Albert fue formidable y nos recordó, en alguna ocasión, los añorados tiempos del Aula de Cultura. El camino estaba trazado y era fácil seguirlo. No se quiso que fuera así. Siguiendo la tradición española, se optó por poner la casa patas arriba y cambiarlo todo. Las consecuencias de aquella decisión están a la vista. ¿Alguien puede decirme qué hace el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil Albert?.

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