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Lorena Amorós

«Mi obra no puede reconciliarse con nada»

«En el núcleo familiar las mujeres hemos asumido situaciones muchas veces autodestructivas»

«Mi obra no puede reconciliarse con nada»

La autobiografía, recurrente en la práctica artística contemporánea, ¿qué y por qué te ha interesado?

La autobiografía es un punto de partida para cualquier artista de forma más o menos explícita, y en los últimos tiempos es un tema recurrente porque se muestran con más claridad los mecanismos por los que nos exponemos ante los demás. Recientemente expliqué estos planteamientos en el contexto del seminario Autobiografía: narración y construcción de la subjetividad en la creación artística contemporánea de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Allí defendí la idea de que toda biografía plantea un reverso sobre el área de cotidianidad que se construye, capaz de desbaratar la aparente estabilidad de la misma. En este sentido he articulado mi trabajo. Todos desplegamos una serie de estrategias de «resistencia» ante los legados imaginarios que recibimos de la familia, en la que se entremezclan los afectos, pero también grandes dosis de ironía y de ficción.

La identidad, las políticas de representación... ¿Un gran tema del arte actual?

Es un tema del arte de todos los tiempos, sólo que en el escenario contemporáneo se ha intensificado puesto que convivimos con numerosas y distintas fuentes de imaginarios que reconocemos en los nuevos mecanismos mediáticos. Así que al arte no le queda otra que adoptar una posición consciente y reflexiva sobre este tema tan complejo, y asumirlo como parte de un trabajo indudablemente más conceptualizado y radical de lo que se da en las redes sociales.

Aunque trabajas desde la ironía y el humor en relación a la familia ¿es necesario «matar al padre»?

En el núcleo familiar siempre dejamos unos estratos que forman nuestra herencia y nuestra base como grupo humano en el que encontramos asignaciones de roles diferenciados. En ellos, las mujeres hemos asumido situaciones muchas veces autodestructivas. No es que sea así siempre, pero a veces esto nos sitúa ante una relación con la familia muy compleja y llena de renuncias. Estos aspectos relacionados con la condición femenina social y culturalmente creada también están entre mis intereses, pero lo de «matar al padre» es una expresión que se ha tipificado y no siempre da cuenta de la complejidad de los vínculos a los que se refiere. En mi obra nunca he creado una narración que aglutinara detalles íntimos. Sólo me he planteado reflexionar sobre el imaginario de la infancia desde una perspectiva ficticia y personal.

¿Muchas indagaciones concluyen al estilo de El desencanto, de Jaime Chávarri (1976)? ¿Desbaratar el acervo familiar tiene sus recompensas?

El desencanto es una película muy interesante en muchos aspectos porque retrata un conflicto que tiene tanto que ver con la época, con la Historia, como con la familia Panero. Aunque también es una lectura muy corrosiva de lo familiar y de las reacciones ante la falta del padre como personaje. Carlos Bousoño advertía de que el montaje de Chávarri había trastocado y exagerado los conflictos familiares hasta el extremo. Pero respondiéndote, no estoy segura de que ese desmantelamiento sea algo que podamos controlar en términos de si vale la pena. Es más bien una catarsis necesaria que adopta formas muy diversas y que también revela patrones comunes en lo cultural. Así que, como institución, la familia debe ser revisada críticamente, pero desde la propia experiencia biográfica.

¿La complicidad con los documentos que trabajas, el background o trasfondo emocional, te ha dificultado la catarsis/aquelarre que les practicas?

El trabajo con los documentos que representan los universos familiares sólo tiene sentido si se hace desde la complicidad con ellos. Ese trasfondo emocional es necesario en mi obra y es el punto de partida para ofrecer un discurso que sirva al espectador para un juego de reconocimientos irónicos. En ello se basa buena parte de la investigación sobre las formas visuales que adoptan formas de autorrepresentación, ya sean individuales o colectivas. He abordado esta dialéctica, entre ese mundo privado de lo familiar y la vocación pública de las identificaciones, en las mitologías contemporáneas a través del fenómeno del fan. Me interesa mucho cómo sustituimos nuestras biografías por ficciones proyectadas sobre los ídolos que representan transgresiones de las convenciones, de lo que se espera de nosotros en el núcleo familiar. Por eso la instalación Cave's Fan (2011) exploraba este mundo.

¿Quieres que en tu (auto)retrato familiar, grupal, nos veamos reflejados todos como si de un Cuentame cómo paso (zombi, claro está) se tratara?

No considero que la serie tenga nada que ver con lo que hago. Es un producto televisivo que parece empeñado en una recuperación vintage de nuestro propio pasado en el que la estética de las décadas que recordamos a través de las fotografías actúa como un mecanismo políticamente reconciliatorio. Mi obra no puede reconciliarse con nada porque parte de experiencias subjetivas. La búsqueda con el vínculo político de lo que hemos vivido generacionalmente, si es a eso a lo que te refieres, en mis proyectos está basado en un décalage que no deja lugar a las narraciones adecentadas de los conflictos pasados. Nunca podría concretarse en un relato de anécdotas encadenadas que cuentan una Historia, o unas historias. Tiene relación con lo que ya no podemos salvar de todo aquello.

Próximos proyectos.

Naturaleza Zombi es el último proyecto que voy a inaugurar en breve en la Galería Adora Calvo. En él abordo el fenómeno de la taxidermia tomando como referente histórico la figura de Martha Maxwell (1831), la primera mujer naturalista y aficionada a esta práctica. Curiosamente, ahondando en su biografía he encontrado paralelismos con la mía, de manera que en la exposición muestro estas correspondencias cruzadas a través del dibujo, la pintura, el vídeo y la escultura. Las obras hacen hincapié en la taxidermia como forma de artesanía inquietante, pero no por ello menos significativa desde un punto de vista cultural y antropológico. En el imaginario que propongo, anacrónico a nuestro tiempo, puede verse cómo la simbología referida al animal nos interroga sobre su verdadera naturaleza, sobre el dilema de las apariencias.

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