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Bajo la atenta mirada del gato

En Entran jazmines en casa, Pedro Serrano ofrece a los lectores una exquisita colección de poemas

Bajo la atenta mirada del gato

Pedro Serrano (Pinoso, 1963), uno de los nombres vinculados al colectivo ilicitano Frutos del Tiempo (que en noviembre de 2015 ha celebrado sus veinticinco años de existencia), acaba de publicar una hermosa colección de versos que se titula Entran jazmines en casa. Este nuevo libro ha salido en la colección Papeles de Trasmoz de la editorial Olifante, de Zaragoza. Se trata de una colección muy cuidada en la elección del papel, en la encuadernación, en el formato de la caja... pero no cabía esperar menos de un libro de Pedro Serrano, quien tanto ha cuidado la colección Le Chat, que él mismo dirige en Frutos del Tiempo.

Entran jazmines en casa es el quinto libro de poemas del autor, tras Poemas de amor y resistencia (1993), De la ironía sentimental (1995), Como flores en vasos (2001) y el más reciente Enlaces (2010). Ahora bien, si en Enlaces su poesía se abría a un espacio urbano y transitado, presidido por el autobús, en Entran jazmines en casa, libro con el que Pedro Serrano obtuvo en 2013 el Premio Tiflos de Poesía en la categoría de escritores con discapacidad visual, hay un repliegue hacia lo más íntimo, ya que presenta una lírica amorosa de línea clara, repleta de imágenes y centrada en la casa, en el lugar habitado.

Treinta y siete poemas breves de verso corto configuran la muestra; las piezas no llevan título, pero se encuentran numeradas desde la primera, Cero. Solo el poema final, Último, escapa a la numeración. En realidad, todos los poemas van creando, a lo largo de las páginas, un proyecto vital compartido. Lo señala muy bien Conchi Centenero en el prólogo que acompaña al volumen: «Volver a amar es volver a nacer, estos poemas de Pedro Serrano nos incitan a conjurar la noche porque es la espera del amanecer inmediato. El poeta se aleja de la soledad y del ensimismamiento, y al alzar la mirada descubre de nuevo un mundo lleno de vida y de luz. En el umbral de la madurez ocurre el milagro y lo inefable encuentra su voz en la poesía».

La contemplación de la amada y la recopilación de experiencias vividas marcan una línea narrativa en la que quedan anclados los versos: «contigo estoy. Contigo gasto / las cerillas de una vida. / Envejezco / levemente / escuchando el latido». Así, la casa se convierte en un refugio y la terraza en un pequeño edén: «cómo espanto la tristeza arrancando / el ceño de las hierbas, / o cómo me paseo afuera, / pasando la mano por la parietaria / y la huelo caritativo / avivándola después». Juntos, el poeta y la amada construyen un paisaje de convivencia («Han pasado los años / y tú y yo nos conocemos algo más, / la vida la comprendemos mejor, compartiendo las mismas afirmaciones»). A ese espacio se asoma, eventualmente, un gato negro: «Todos los lunes y los miércoles / de cinco a siete de la tarde, / veo el mundo a través del gato, / mi animal doméstico al que he puesto / en la terraza, y que se alza seriamente / para oír llegar a los cucos».

A lo largo de las composiciones, Pedro Serrano va deslizando algunas referencias literarias y ciertas reflexiones sobre la propia escritura poética, como la siguiente: «He aquí la primera tarea del día, / no ser poeta. Inventar / otro corazón / y otros pequeños trozos de vida, / tan parecidos a los de hoy. / Abdicar / cuando el joven poeta es un dios». En cuanto a los autores convocados, aparecen Cavafis, Bradbury, Murakami y Whitman, pero también Neruda, concretamente en el poema cuyo verso final da título al conjunto: «entre todas las cosas que nos pueden / suceder, incluido amar la vida como el mismo poeta / de la vida, una onda que Neruda emite, / esta: ver cómo entran jazmines en casa».

Y todo esto ocurre bajo la atenta mirada de un gato negro que quiere atrapar a una mosca imposible, como la vida.

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