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La verdad ignorada

El Misántropo de Miguel del Arco aligera el original de Molière, le da un barniz de modernidad y mantiene esa punzante crítica a la sociedad

La versión libre de El misántropo de Moliére, firmada por Miguel del Arco, es un drama que avanza al compás de los contratiempos del espíritu de Alcestes. El misántropo enamorado pugna contra las miserias, las mentiras y la hipocresía, la frivolidad, la ausencia de moral, que se hallan en los que le rodean. El protagonista condena las falsas cortesías y pone la virtud, la integridad, la rectitud por encima de todo y es que es un verdugo de sí mismo por culpa de esa exigencia moral, admirable pero enfermiza, que le condena a la soledad. Su carácter firme y fuerte, que es el detonante de su comicidad, le impide ser complaciente con los demás. Alcestes es un héroe trágico por su condición de enfrentamiento con los otros, un héroe desde la inteligencia y mediante una postura casi extrema que le convierte en constante perdedor. Alcestes quiere vivir en la verdad, que la honestidad y la sinceridad reinen, despejar los interrogantes embarazosos, pero la mentira lleva ventaja y el término medio no tiene cabida.

Molière, apodado Mascarille, fue el maestro de la farsa y está considerado como un hábil comediante, puesto que mostró a los espectadores del s. XV cómo eran, con sus dramas cotidianos, sin dejar de divertirlos. La eficacia de los resortes cómicos era la base del éxito de su sátira. Su misántropo recibió los elogios de Racine y Boileau, pero la indiferencia del público de la época (1666). Miguel del Arco es uno de los hombres de teatro de más prestigio desde sus primeros pasos en 2009 y su Misántropo ha encandilado a público y crítica. La versión de Del Arco, ubicada en la salida trasera de una discoteca, aligera el original (sobre todo las preguntas retóricas) y le da un barniz de modernidad, así como mantiene esa punzante crítica a una sociedad con sus excesos y ridiculeces y a un tiempo superficial e interesada, capaz de amparar, como se alude en el primer acto, la frivolidad del mercado del arte. El devenir de la fiesta lleva a Alcestes, en un delirio furioso, a consumir una raya de droga y ese contradictorio gesto lo equipara, aunque sea solo un momento, al resto de invitados y lo convierte, por unos segundos, en uno más, en un banal ser social. Alcestes es víctima de los juegos y caprichos de su enamorada Celimena, quien desencadena el desenlace por su comportamiento trivial e indecoroso.

La verdad por encima de todo tiene un precio, que solo Alcestes está predispuesto a pagar, la soledad. Al marcharse Alcestes, la puerta queda abierta. Y es el lector el que determinará si sigue aún hoy abierta.

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