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Amable Tusquets

El polifacético Oscar Tusquets rinde homenaje en su último libro a maestros y amigos

Amable Tusquets

Oscar Tusquets es una gloriosa excepción a esa regla no escrita que dice que los arquitectos, además de ser unos tipos egocéntricos, altivos, con poco sentido del humor y ninguno de la autocrítica, en general escriben bastante mal. No es este el espacio para discutir lo primero. Respecto a lo segundo, a las pruebas me remito: desde las aburridamente ingenuas soflamas vanguardistas a las agotadoras fábricas de bostezos perpetradas por ciertos genios contemporáneos, pasando por los incomprensibles manifiestos de ciertos maestros del Movimiento Moderno o, a una escala diminuta, las torpes reseñas del arriba firmante.

Pero como decíamos, Tusquets pertenece, por suerte, a otra estirpe. Podría ser, si el término no estuviese tan manoseado como desprovisto de sentido, un «hombre del Renacimiento». Pero no... es algo más. No solo es alguien que sabe y escribe, parafraseando el título de Julio Camba, Sobre casi todo (algo, en definitiva, no tan difícil de conseguir con los años y una cierta curiosidad) sino, mucho más importante, es alguien capaz de disfrutar con casi todo (un edificio, un cuadro, una lámpara, unas nalgas). Y, más difícil todavía, sus ideas, su prosa, nos hacen disfrutar enormemente a los demás. Escucharle y leerle es un placer para los sentidos y el intelecto. Sus ensayos -apunten unos títulos: Más que discutible (1994), Todo es comparable (1998), Dios lo ve (2000), Dalí y otros amigos (2003), Contra la desnudez (2007)- son todos ellos recomendabilísimos.

El último regalo con el que nos ha obsequiado el arquitecto catalán es con estos Amables personajes, donde ha juntado textos ya aparecidos anteriormente con otros escritos ex profeso para este volumen. En ellos, con el estilo cercano, culto y divertido que le caracteriza, Tusquets nos presenta una serie de retratos, semblanzas, reflexiones y recuerdos de más de 40 de estos amables (es decir, dignos de ser amados) personajes. Desfilan por estas páginas arquitectos, pintores, escritores, fotógrafos, modelos, editores... ¡hasta Bertín Osborne aparece! A muchos de ellos le une una fuerte amistad; por todos muestra, en algún sentido, simpatía, admiración o simplemente gratitud.

De las 300 páginas de este libro recordamos con sumo placer y complicidad esas en las que, añorando y emulando al Tom Wolfe más ácido y divertido (el de títulos como La Izquierda exquisita o ¿Quién teme al Bauhaus feroz?), lanza dardos envenenados (o más bien, dice en voz alta verdades como una catedral) contra ruidosos y vacuos farsantes contemporáneos como la temible arquitecta angloiraní, el fatigoso gurú de la alta cocina o el irritante y multimillonario artista conceptual.

Especialmente emotivos son los textos y dibujos dedicados a la enfermedad y muerte de su esposa Anna Bohigas, así como la semblanza dedicada a Jaume Vallcorba, editor de Acantilado y Quaderns Crema, fallecido un par de meses después de la publicación de este libro y a quien aprovechamos para rendir, desde aquí, nuestro humilde y sincero homenaje.

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